28 de marzo. Cañuelas, Argentina.

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Convivencia entre educación y política

"Lo central sería preguntarse acerca de la posible convivencia de estas dos prácticas absolutamente humanas", sostiene Mirta Etcheverry.

(Por Mirta Etcheverry*) ¿Existe alguna vinculación entre los términos Educación y Política?

Muchos aseguran que no; otros dudan y un número importante de opiniones asegurarían que estos conceptos tienen una correspondencia directa.

Lo central sería preguntarse acerca de la posible convivencia de estas dos prácticas absolutamente humanas.

Buscando algunos datos en la historia se encuentra que en el siglo XIX se dan dos movimientos muy interesantes: la construcción de los estados nacionales y  la creación de los sistemas educativos.

Este dato no permite vislumbrar todavía nada, pero sí favorece la generación de interrogantes acerca de esa creación casi conjunta.

Corría el año 1875 cuando en la provincia de Buenos Aires se sanciona la Ley de educación, siete años antes de la tan mentada Ley 1420. En ambas se establecía la educación primaria, gratuita, obligatoria y laica.

Retomando otras reseñas históricas, encontramos que los gobernantes de fines de 1800, buscaron la formación del ciudadano a partir de la aplicación de las leyes, haciéndose entonces necesario la creación de escuelas y la organización del sistema educativo.

Es notable cuando en los ámbitos de formación docente se les presentan las materias en cuya denominación está presente el término "política" y la reacción de las alumnas y alumnos, que demuestran su negativa impregnada de rechazo.

Esto también se replica en alguna capacitación docente y no es un dato menor la resistencia manifiesta.

Por lo tanto, insistir para que puedan romper con los prejuicios latentes es un intenso desafío.

La educación sistemática se hace acto a través del sistema educativo y cuando se plantea qué contenidos enseñar, a qué edad estarán dirigidos, a quiénes, qué modelo de hombre y mujer se intenta formar, sin lugar a dudas se está en presencia de una decisión política.

Se podría decir que hasta el armado de un salón a partir de la distribución de los bancos y el lugar que ocupa el o la docente, también se constituye en un hecho político, aunque no se diga expresamente, subyace la idea de hombre y mujer que se desea alcanzar.

Paulo Freire en su libro "El grito manso" plantea que "No hay práctica educativa que no sea política; no hay práctica educativa que no esté envuelta en sueños; no hay práctica educativa que no involucre valores, proyectos, utopías".

(*) Mirta Etcheverry es profesora en Ciencias de la Educación, en Retardo Mental y en Estimulación Temprana; licenciada en Gestión Educativa; actualmente cursa la especilaización en Nuevas Infancias y Juventudes.

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Escrito por: Redacción InfoCañuelas