19 de abril. Cañuelas, Argentina.

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Media Hora, los caramelos made in Uribelarrea

Hacia 1950 la fábrica creada en el barrio de Chacarita trasladó su producción a la zona rural de Cañuelas, donde también elaboró caramelos de dulce de leche.

Los caramelos del relojito que siempre marca la 1.30.

Los caramelos del relojito que siempre marca la 1.30.

Adorados por una generación de nostálgicos y rechazados por otros que detestan su sabor anisado, los caramelos Media Hora han logrado sobrevivir al tiempo.

Fueron creados a principios del siglo pasado por don Rufino Meana, un inmigrante asturiano que fundó una fábrica de golosinas en el barrio de Chacarita.

Hacia 1950 don Meana compró la estancia de María Arín en la localidad de Uribelarrea, partido de Cañuelas. Allí amplió su fábrica y además de su producto insignia comenzó a producir otras variedades de caramelos, uno de dulce de leche y otro de tres gustos. También incursionó en la fabricación de leche condensada, aprovechando la gran cantidad de tambos que florecían en la cuenca de la región. El dato aparece en el libro "Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas" (2007) de Silvia Gorostidi e Ignacio Marcos.

Si bien no existe precisión de fechas, los lugareños afirman que la fábrica de Meana se instaló en Uribelarrea en 1952. Los empleados que se recuerdan son Juana Parra, los hermanos Humberto y Pedro Evangelista y el encargado Guillermo Núñez. Hacia 1960 el propietario murió y sus hijos desistieron de continuar con el emprendimiento.

Meana fue un verdadero visionario de la industria alimenticia. En Mar del Plata, junto a su socio Zacarías López, creó la fábrica de alfajores Gran Casino, luego adquirida por Havanna.

Contemporáneos de las pastillas DRF y los caramelos Mu-Mu, los del relojito están rodeados de enigmas. Uno de ellos es su extraño sabor que proviene del anetol, un extracto muy aromático que se encuentra en plantas como el anís, el hinojo, el estragón y la albahaca.

Su nombre es otro "misterio" que no ha podido develarse. Para algunos es lo que tarda en disolverse en la boca, tiempo que parece excesivo para sus escasos 4 gramos. Para otros lo bautizaron así porque diariamente, media hora antes del cierre de la fábrica, se limpiaban las máquinas. Los residuos de azúcar, melaza, glucosa y colorantes al otro día mezclaban con anetol dando lugar a las míticas bolitas de color coca-cola.

La firma Rufino Meana Sociedad Anónima Comercial, Industrial, Financiera y Agropecuaria SACIFA dejó de existir en 1984, cuando fue adquirida por Teubal Trading Co. En la actualidad los Media Hora se comercializan a través de Stani mientras que en algunos países limítrofes, como Chile, la patente se encuentran bajo licencia de Arcor.

En la prolongación de calle Carlos Vega al 600 (a unos 800 metros de la estación ferroviaria de Uribelarrea) todavía sobrevive un galpón donde se refugian los secretos de esta peculiar golosina argentina.

Germán Hergenrether
INFOCAÑUELAS

Escrito por: Redacción InfoCañuelas