Hace ahora 108 años, de la mano de Robert Bamford y el piloto Lionel Martin, nació la marca británica de autos de lujo. Si bien en un inicio adoptó los apellidos de sus fundadores como sello, no tardó más de un año en adoptar su popular nombre: Aston Martin. Su carácter artesano, con un especial cuidado por los detalles, y su diseño, entre clásico y deportivo, han sido la seña de este fabricante, cuyos modelos han estado, históricamente, al alcance de solo unos pocos privilegiados compradores.
Ya desde 1922 comenzaría a participar en competiciones, concretamente en el Gran Premio de Francia. En 1928, uno de sus modelos corrió en las 24 horas de Le Mans; los éxitos en este mítico evento le granjearon gran popularidad a la marca, lo que les invitaría a aumentar la gama en la comercialización. Poco antes de la llegada de la mitad del siglo se lanzaría el DB2 a su producción en serie, coincidiendo con la adquisición de la compañía por parte del empresario David Brown. La década de los 50 y los 60 continuaron sus éxitos competitivos en pruebas como Le Mans o Nürburgring. Con los 70 llegó la crisis económica a la factoría, y el inicio de los 80 supuso la compra por parte de la americana Ford.
Durante la mayor parte de su existencia, apenas se construyeron unas 12.000 unidades (del 1957 al 2000) de sus autos. Fue a partir del 2003 cuando se llegaron a fabricar entre 1500 y 2000 coches en un año, coincidiendo con sus nuevas instalaciones en Gaydon, Warwickshire; este nuevo centro vería nacer modelos como el DB9 o el Vanquish, a los que se han sumado los más actuales Rapide o la edición especial One-77, cuyo precio se mueve en torno al millón de dólares y cuyo motor contiene 750 caballos de potencia, que le permiten acelerar de 0 a 100 en 3,5 segundos.
La prestigiosa imagen de la marca no se creado solo a través del diseño y de la repercusión de sus victorias en carreras históricas. El cine también ha ayudado mucho a crear esta atmosfera de exclusividad y elegancia. Por supuesto, en eso ha tenido mucho que ver la figura del legendario agente 007, al que Ian Fleming ya puso al volante de un DB Mark III en su novela. Pero la aparición del DB5 en la película Goldfinger (1964) fue un espaldarazo definitivo a su publicidad.
Definitivamente, no ha podido haber mejor promoción para la marca que su aparición en las películas de Bond. Los filmes de 007 ejemplifican a la perfección el glamour y la sofisticación propia de un Aston Martin. “GoldenEye” (1995) fue la primera aparición de Pierce Brosnan en el papel, y tiene todos los ingredientes de este Bond estilizado: un vestuario que resalta su elegancia, como los típicos relojes del agente de Omega, la visita al Casino de Montecarlo donde se sumerge en un ambiente exquisito rodeado de los juegos que hoy también se encuentran en línea, y por supuesto, la asignación por parte del MI6 del exclusivo y mítico Aston Martin DB5 que, por cierto, fue objeto de subasta hace ahora tres años.
Aston Martin no es la única marca asociada a los autos de gama top. También lo están Bentley, Rolls-Royce o Mercedes, que recientemente también estuvo de aniversario, y otras tantas. Tampoco es la única deportiva: McLaren, Ferrari o Porsche están en nuestras mentes, sin duda. Sin embargo, pocas han podido glosar tan bien la clase, el lujo o la exclusividad como la británica. Tal vez sea su diseño, que aúna corte clásico y deportividad; o tal vez sea la historia de la marca y su impacto en las carreras y el cine. Lo que parece claro es que, a pesar de sus idas y venidas en materia financiera y de propietarios, la marca nunca ha renunciado a sus principios y nunca ha dejado de ser un icono del mundo de los autos.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas