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22 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Maradooo… Maradooo…

La imposición del nombre Diego Armando Maradona al Parque de la Salud es inoportuna, demagógica y contraria a las ordenanzas vigentes. Escribe: Natalia Blasco.

Uno no pierde el asombro y eso es bueno. Continuamente nos sorprendemos con decisiones que no entendemos, que no compartimos y sin darnos cuenta quedamos de un lado de la grieta; esa que algunos crearon y otros aumentaron y que hoy nos consume como sociedad. Hasta que algún hecho inesperado, sin razón aparente más que el fanatismo extremo, inexplicable, demagógico, genera la magia de encontrarnos pensando igual: no aceptamos que Cañuelas, para rendirle homenaje al Diego, le ofrende su Parque de la Salud. Y en ésta todos coincidimos: es imposible encontrar un solo comentario en las redes que aplauda la decisión, o que la valore, o que la defienda…. Mágicamente, en una sola decisión, lograron cerrar la grieta entre los cañuelenses.

Y leemos bronca en algunos comentarios, o fastidio por la tarea de los concejales y con razón… Nadie nos votó para esto, al menos que pudiéramos jactarnos de vivir en un partido sin necesidades apremiantes y solucionables, o de haber trabajado denodadamente para resolver las urgencias de los vecinos y haberlo logrado. 

Pero lo cierto es que el Concejo sesiona poco y cada vez menos sus iniciativas se ven reflejadas en acciones concretas desarrolladas por el/la intendente y su gabinete. Bastante inexplicable resulta que después de más de tres meses sin sesionar y cuando los pedidos de los vecinos se amontonan en los escritorios de cada bloque y del Concejo, a los que se suman los proyectos legislativos de cada bancada y del Ejecutivo (llegaron a ser más de 20 en la primera sesión del período) en un año que necesita nuestro máximo esfuerzo para volver a ponernos en marcha después de la Cuarentena eterna, que amenaza volver, la prioridad haya sido modificar el nombre del Parque de la Salud, como si eso de por sí modificara la realidad de alguien.

Pero más inexplicable aún es el hecho de que la propuesta de modificación fuera agregarle el nombre de Diego Armando Maradona, para pasar a llamar “Parque de la Salud Diego Armando Maradona” a un parque donde la práctica de futbol está prohibida, y casi parecería hablamos de antónimos cuando hablamos de Salud y de Maradona. 

¡Y ojo! Nadie discute que haya sido un ídolo mundial, o el mejor futbolista de todos los tiempos, un virtuoso a la vez que humano. Nadie niega que generó en el pueblo una pasión única, porque pudo ser pueblo, aun lleno de contradicciones; ni siquiera porque no merezca un homenaje. No va por ahí la cosa, y no hay forma de entrar en esa dicotomía aunque los defensores del proyecto quieran empujarnos, porque las cosas son como son: Diego y la Salud no se llevaron bien. Salvo que queramos asimilar esos dos términos para generar conciencia, son casi como el agua y el aceite.

Y ahí es donde la decisión se aleja de la gente.

Pero haber votado una ordenanza en contravención a las pautas legales, dadas por otra ordenanza, nos aleja de la ley. Eso es lo más grave.

Es un mensaje inaceptable, porque nosotros, elegidos en representación de los vecinos, para generar las normas que deben regir nuestra comunidad, deliberadamente creamos leyes en contra de las leyes vigentes. Y está mal. Y los que votaron a favor de semejante atropello a la legalidad lo saben, y no les importa.

Tan mal está, que parecería que no deberíamos explicarlo a nadie, porque la legalidad es la base de nuestro sistema y mucho menos deberíamos explicárselo a los 10 concejales del oficialismo que votaron a favor del proyecto, pero tuvimos que hacerlo en la sesión para fundamentar nuestra negativa. 

En 2018 sancionamos una ordenanza que fijaba las pautas para imponer el nombre a las calles, plazas y demás espacios públicos (ordenanza 3281/18) y entre otras reglas impusimos las mayorías necesarias para imponer un nombre según el tiempo el acontecimiento: 2/3 de los concejales presentes si se trataba de alguien contemporáneo o fallecido en un tiempo menor a 5 años; y también establecimos que en caso de pretender renombrar o sustituir un nombre, se debería someter la decisión a la consulta popular. Ese era el único camino posible, seguir las reglas estipuladas, las que habíamos creado juntos, mediante un proyecto de la concejal (MC) Elisabeth Romero, y que unánimemente acompañamos hace sólo 3 años. 

Una norma que permitía terminar con la discrecionalidad y daba la posibilidad de que cada nombre tuviera una razón de ser en la comunidad, una norma que se aplicó en varios proyectos durante este tiempo y funcionó. 

Asombrosamente es una norma que fue votada por la mitad de los concejales que aún estamos en ejercicio, por lo cual imposible desconocer. Pero lo hicieron. No rebatieron uno solo de nuestros argumentos y siguieron hablando de la Mano de Dios, como si eso bastara, como si pretendiesen hacer un gol y no una ley.

Y así, en una sola sesión, se alejaron de la gente y de la ley que juraron respetar.

 El Diego se merece un homenaje, no hay duda, pero esto de salir a días de la muerte de alguien popular a ponerle su nombre a todo, es demagogia pura, y no deberían comportarse así los funcionarios públicos que representan a la gente.

Natalia Blasco
Abogada, concejal de Juntos por el Cambio

Escrito por: Natalia Blasco