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24 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Aluvión de premios para Juan Carlos Viale en prosa y poesía

El autor cañuelense fue galardonado en Mendoza, Lezama y Uruguay.

Juan Carlos Viale. Archivo.

Juan Carlos Viale es un frecuente animador de los certámenes literarios en los que participa con su vasta producción de poesía y prosa, especialmente microcuentos.

En junio recibió el tercer premio en el concurso de poesía “La fuerza de la palabra” organizado por la SADE de Lezama, provincia de Buenos Aires.

Al poco tiempo fue premiado por la SADE filial General Alvear, en la provincia de Mendoza. Allí obtuvo el segundo premio en la categoría de poesía. El acto de premiación tuvo lugar el 25 de agosto en la Sociedad Italiana de esa ciudad cuyana.

Luego siguieron dos menciones de honor en el noveno certamen internacional organizado por la comunidad literaria “Versos compartidos” de Montevideo.

El representante de Cañuelas recibió menciones en las categorías Poesía y Carta, en las que también fueron distinguidos autores de Uruguay, Colombia, Chile y Cabo Verde.

En las últimas horas le llegó otra grata noticia: su cuento “OVNIs” obtuvo el tercer premio en el certamen internacional de microcuentos organizado por la editorial “Mis escritos”.

Reproducimos a continuación dos de las obras premiadas, una aproximación a este prolífico autor local.

OVNIs

Llegué atraído por las luces, estallaban, en mil formas y colores diferentes, atrás de la montaña.
La curiosidad me guiaba. ¡Pero no era el único! Una horda de humanos me arrastraba con ellos hacia el mismo lugar.
Al llegar… ¡Sorpresa! Había aviones, helicópteros, cohetes espaciales y hasta un módulo lunar. 
Mientras buscaba mi lugar lo vi. ¡Un plato volador! ¡Con la escotilla abierta! Pude entrar de un salto; y aferrado a su asiento todo comenzó a girar.
Repentinamente se detuvo; y un hombrecito me dijo:
-¡Che! ¡Grandulón! Bajate de la calesita y dejale el lugar a los chicos…

 


 

 ¡Tú! Mi sueño

Modelé tu rostro casi a tientas.
Como un inspirado escultor.
Tracé un beso en tu boca tallada
con el carbón humeante de mi fuego.
Te di un nombre, y te hiciste vida
trayéndome un manojo de ilusiones.
Después,
te entregué un mapa para que anduvieras
escudriñando a tu antojo en mi piel;
recorriendo los senderos de mi sangre,
descansando a la sombra de mi alma,
perdiéndote en los relieves de mi cuerpo
logrando que gritara de placer.
Y, pensando en ti,
en algunas noches,
como un artesano,
retoco tu rostro,
refresco tu boca,
celebro tu nombre
que duerme, protegido, sólo en mí…

 

 

Escrito por: Redacción InfoCañuelas