Acostumbrado a las grandes reuniones familiares, el ex intendente de Cañuelas, Héctor Rivarola, se tuvo que conformar con celebrar sus 80 años en forma tecnológica. Luego de un almuerzo con su núcleo más íntimo, mantuvo una reunión por zoom con familiares y amigos de varias localidades.
La comida, con toques gourmet, incluyó un plato especial elaborado por su hijo Martín: salmón grillado, gambas al ajillo, queso brie con miel y frutos secos. El postre fue un clásico flan preparado por su hija Mónica.
La charla virtual reunió a unos 30 invitados: sus tres hermanos, alumnos y compañeros de trabajo de su época de ferroviario, integrantes de la peña La Tablita, amigos de juventud y familiares de Las Flores y General Belgrano. Nadie de la política.
Totalmente alejado de la vida pública desde que concluyó su segunda gestión municipal (2003-2007), se mantiene recluido en su departamento del centro de Cañuelas. Una de sus últimas apariciones fuel el 22 de diciembre de 2008, cuando fue invitado al acto organizado por el Concejo Deliberante con motivo de los 25 años del retorno de la democracia. Para el acto de los 30 años convocado por la UCR en 2013 no le llegó invitación.
Rivarola nació en las Flores, provincia de Buenos Aires, el 9 de septiembre de 1940. Siendo muy chico su papá -empleado ferroviario- y sus cinco hermanos se mudaron a Vicente Casares. Desde su adolescencia trabajó en el ferrocarril Roca, llegando al cargo de jefe de Mantenimiento y Operaciones.
Antes de mudarse a Cañuelas fue estudiante de bandoneón, actividad que no pudo continuar por falta de profesores de ese instrumento, aunque sí continuó haciendo mucho deporte, especialmente fútbol y ciclismo.
Entre 1976 y 1984 dirigió un restaurante en Vicente Casares. En su pueblo adoptivo colaboró con la fundación del primer jardín de infantes del distrito, la sociedad de fomento y el Ateneo Juvenil. Fue uno de los impulsores de la biblioteca, que con fondos donados por la comunidad ayudaba a los chicos de Casares que no podían comprar libros o pagar el pasaje del colectivo para estudiar en Cañuelas.
Casado con Rosa Benítez tuvo dos hijos (Mónica y Martín). En segundas nupcias se casó con Stella Maris Vázquez, de quien está separado. Hace una década, al celebrar sus 70 años, presentó en sociedad a su hija mendocina, Lorena Zattera, cuya existencia pocos conocían. Actualmente se encuentra en pareja con María Amelia Pinto Ramalho.
Fue concejal por la UCR entre 1973 y 1976 y luego con el retorno a la democracia presidente del HCD, intendente interino de Jorge Domínguez y secretario de Gobierno entre 1992 y 1995. Fue electo intendente municipal en dos oportunidades: 1995-1999 y 2003-2007.
De sus gestiones se recuerdan la obra de pavimento urbano, la más importante de la era democrática. Varias de las cuadras programadas se hicieron en su pueblo, Vicente Casares, lo que le valió el mote de “Anillaco” cañuelense.
Durante su gestión también se hizo el pluvial de la calle Juárez y se rectificó la traza de la ruta 205 en Máximo Paz, eliminando las cuatro curvas y sumando unas tres hectáreas de espacios verdes, obra que no le insumió gastos al municipio Brindó apoyo económico para la inauguración del cuartel de bomberos de Alejandro Petión, la Escuela 502 y el CIC de Máximo Paz, luego inaugurado por Cristina Fernández en su primera visita al distrito, el 5 de febrero de 2008.
Realizó obra de gas en varios barrios y localidades sin costo para el frentista, mediante un sistema ideado por el municipio, que aportaba la mano de obra mediante Plan Trabajar en tanto que Camuzzi aportaba las cañerías.
Incentivó la creación de la Red de Municipios y Empresarios del Mercosur e impulsó un Foro de Seguridad ampliamente participativo y designó, en coordinación con la provincia, el primer “sheriff” del distrito, lo que contribuyó a ejercer un fuerte control social sobre el sistema policial y de seguridad.
Su gestión también es recordada por sus dramáticos meses finales, con las calles de la ciudad tapadas de bolsas de basura en medio de una prolongada huelga del corralón. Acorralado por errores propios, la falta de recursos (las tasas estuvieron años sin actualizarse) y la falta de apoyo de su propio partido, buscó cobijo en el sector de los llamados “radicales K”. Si bien el kirchnerismo en su etapa de cooptación de extrapartidarios le dio apoyo institucional en el Concejo Deliberante impidiendo algunos intentos de interpelación y garantizando que llegara al final de su mandato, no le brindó ningún sostén económico.
Tocado por la debacle de la gestión y ante un oficialismo fragmentado por la aparición de una tercera fuerza que le quitó votos determinantes (el IPV de Alejandro Domínguez), el candidato radical Guillermo Pérez perdió ante el ascendente Gustavo Arrieta, que obtuvo el 31 % de los votos. Se cerraba un ciclo de gobierno radicales iniciado en 1983.
En tiempos normales se dedicaba a viajar por el país pero ahora, que no puede hacerlo, pasa sus días leyendo y haciendo talleres literarios virtuales. Si bien se muestra preocupado por la realidad del país y es un ávido lector de diarios locales y nacionales, no quiere hacer declaraciones, haciendo un culto del perfil bajo. La política partidaria es un capítulo concluido en su vida.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas