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El músico Miguel Ángel “Mono” García murió el 8 de julio en el Hospital Cuenca Alta de Cañuelas, afectado por una falla multiorgánica. Tenía 67 años.
Músico autodidacta y un verdadero maestro en el arte de la percusión, transcurrió sus últimos años como baterista de Malobueno luego de pasar por una decena de bandas cañuelenses que marcaron una época.
Comenzó su carrera musical en 1973 en Melibeo, junto a Hugo Almirón, Juan Luis Bacigalupo y Pedro “Perico” Burgos.
Al cabo de poco tiempo Melibeo se sumó a la troupe del comediante Miguel Ángel Cherutti, haciendo la base musical de sus primeros espectáculos en vivo.
Cacho Calderón, presidente de la Sociedad Española, le compró a García la primera batería hasta que Cherutti comenzó a ser representado por Daniel Guzzetti, el actual responsable del Teatro Cañuelas. Con la irrupción del representante Melibeo se profesionalizó e incorporó nuevos instrumentos. Fue entonces cuando Guzzetti compró la batería Rogers Drum que el “Mono” usó hasta su último día, cuidándola como su joya más preciada.
Concluida esa etapa junto a Cherutti, Melibeo se disolvió para dar lugar a Socios de Vida, en la que García tocaba junto a Fabián Uzal, Carlos Caracotche y Perico Burgos.
En los ´90 llegaría Carrock, con Hernando Folgueira, Gustavo Odessky, Perico Burgos y su hijo Jonathan, que recién se asomaba al mundo de la música. Luego de Carrock fue el turno de Siete Cuartos, banda a la que se sumó Miguel Bareilles.
En esa época Perico Burgos estrenó la obra teatral “José Francisco, el hombre”, basada en la vida del general José de San Martín. García tocaba en la banda que hacía la música en vivo mientras recorrían teatros y escuelas del país.
Tras su paso por “Color ciego”, con “Búho” Ferrato y Leonardo Savina, García se sumó a Malobueno, la banda creada en 2008 con Mulele Maurino, Jonathan Burgos, Andrés “Almeja” Almeida y Juan Demonte.
A la par de su pasión musical fue profesor de batería y trabajó en distintos oficios. Fue chofer del colectivo de la Escuela Santa María y empleado en un comercio de electrodomésticos durante los años que vivió en Mar del Plata.
En los últimos tiempos, aquejado por una insuficiencia hepática, estuvo al cuidado de su hermana Sandra, quien lo acompañó hasta el último momento.
A pedido de InfoCañuelas, Jonathan Burgos trazó una cálida semblanza de quien lo secundó tantos años sobre el escenario: “El Mono era un apasionado por la música. Su instrumento era la batería, pero también tocaba la guitarra. Se sentía pleno tocando. Compuso varias canciones. Amaba ver recitales y escuchaba artistas y los acompañaba con su batería a todo volumen, con su equipo de audio en su habitación. Musicalizaba el barrio. Amaba al Flaco Spinetta pero también escuchaba de todo. No sé si decir que la música era su vida ya que la amistad y compartir un momento con el otro lo emocionaba más, sea un asado con amigos o familia”.
“Era muy popular en la ciudad: todos lo saludaban y le pegaban el grito de “¡Monooooo!”. Era ordenado y prolijo y conservaba material musical como nadie, casi como un TOC. ¡Pobre aquel que perdiera un CD del Mono! Acompañó a mi papá en la cosecha del rock de nuestra ciudad. Hombre de mil anécdotas y dueño de un gran sentido del humor. Reír con él hasta llorar era el destino de cada encuentro”.
Hasta siempre, Mono.
Escrito por: Germán Hergenrether
