Luego de muchos cabildeos e infinidad de rumores se conocieron los dos proyectos que elevó la Mesa Directiva de la Primera C para la definición de los ascensos de la categoría a la B Metro.
Cerrada la posibilidad de un ascenso directo para Cañuelas -campeón del torneo Apertura- finalmente la propuesta más votada fue la que pone al tambero en igualdad de condiciones con Deportivo Merlo.
Para clarificar, el equipo dirigido por Gonzalo Márquez, luego de ser campeón de un torneo completo, tendrá la posibilidad de disputar una final con Deportivo Merlo, circunstancial puntero del clausura al cancelarse la temporada con sólo nueve fechas disputadas.
Hasta aquí una decisión que parece arbitraria e incomprensible para muchos y perjudicial para otros equipos con mayores méritos que el Charro (Laferrere y Dock Sud, por caso, sumaron más puntos que el Deportivo en la Tabla general).
Pero lo que raya el absurdo es el alcance de la segunda chance que se abre para el perdedor de ese partido decisivo. Lejos de establecer un criterio acorde a los resultados objetivos obtenidos en el campo de juego, si Cañuelas tuviera la mala suerte deportiva de perder ese choque final recibiría el mismo tratamiento que el equipo del Oeste en caso de resultar derrotado. Para cualquiera que pierda ese partido, el consuelo vendría a través de una segunda chance, participando desde la ronda semifinal en el torneo reducido.
Una resolución de este tipo es lisa y llanamente una vergüenza para el entendimiento de los aficionados.
¿Cómo puede ser que a Cañuelas (que fue campeón después de haber jugado contra todos) se lo trate igual en cuanto a chances y posibilidades que un equipo que sólo encabezaba las posiciones de un torneo al que le faltaba casi la mitad de la fechas en disputa?
La razón puede explicarse en cuestiones de política interna de la divisional que llevaron a elegir esta propuesta en detrimento de otra que resultaba más acorde a la totalidad de lo hecho por todos los equipos en la temporada. Esa otra propuesta preveía un cuadrangular entre Cañuelas, Laferrere, Merlo y Dock Sud, con final asegurada para Cañuelas con el ganador del torneo en caso de que el tambero no fuera quien se impusiese en ese mini torneo.
Para el caso de que Cañuelas no resultara ganancioso de esas dos chances, una tercera posibilidad le aguardaba a partir de participar en semifinales del reducido que se establecería para el resto de los equipos. Esta proposición finalmente cayó en la votación por 12 a 5 aunque se decidió elevar ambas alternativas al Comité Ejecutivo de la AFA para que tome una determinación.
Ahora bien, a partir del conocimiento que se tuvo de la posible resolución del torneo, muchas voces de hinchas albirrojos mostraron su descontento, con algunas acusaciones hacia la dirigencia tambera aduciendo falta de peso a la hora de terciar en la definición de escritorio.
Conviene, en este caso, decir que la posición de Cañuelas ha sido coherente con su historia. En primer término, a través de su presidente Daniel Roncoli, la institución albirroja se abstuvo de votar respecto de los proyectos en tratamiento por considerar que cualquier decisión que se tomara lo alcanzaba y podía generar rispideces, tildándosela de parcial. Una manera también elegante de mostrar -si se quiere- cierta disconformidad con las propuestas.
Y segundo -y esto corre por cuenta de quien esto escribe- la dirigencia de Cañuelas no tiene obligación de mostrar un supuesto peso -del que por otra parte al gusto del paladar del hincha siempre careció- en reuniones llevadas a cabo entre gallos y medianoches a la oscura luz del algún bar de la calle Viamonte. La dirigencia de Cañuelas en este caso ha hecho lo que tenía que hacer, que es armar un equipo competitivo con menos presupuesto que otros gigantes de la categoría y poner al club en la posición histórica de un ascenso, por muchos impensado.
Cañuelas está lejos en convocatoria de la mayoría de los equipos de la C y si hilamos muy fino y a riesgo de que me insulten, podemos convenir que no es una de las comunidades más futboleras de la zona. Rara vez -y aún en las mejores épocas- ha quedado gente afuera del Arín y un tema como éste -que en otros lugares seria de conversación obligada en todos los hogares- aquí no pasa de una mera charla de café de hinchas y seguidores. Ni siquiera las redes han explotado como en otros casos para expresar diatribas por la decisión cocinada.
Es por eso que pedir más de lo que se tiene y se puede a veces lleva al engaño. La historia de Cañuelas está surcada por el esfuerzo de muchos soñadores que en épocas difíciles le pusieron el pecho a las balas, sea dentro de un campo de juego o desde una mesa con un lápiz y un papel.
Es por eso que si al Tambero le toca perder, lo hará como en todas las oportunidades en que cayó derrotado: con dignidad y sin excusas. Y si la gloria vuelve a besar la boca del club de la calle Lara, será como lo fue siempre: a base de esfuerzo y talento, sin que nadie le regale nada.
Así de simple, sin roscas, sin artilugios y sin atajos.
Leonardo Garavaglia (*)
(*) El autor del artículo fue jugador y es socio vitalicio de la institución
Escrito por: Leonardo Garavaglia