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22 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Máximo Paz: aguardan la habilitación para la primera Escuela de Oficios

La construcción finalizó y las primeras máquinas donadas llegarán próximamente; sólo resta que el ministerio de Educación bonaerense autorice su funcionamiento.

Sciuto y Wentinck en el salón construido.

La conformación del primer Centro de Formación Profesional de la localidad de Máximo Paz está avanzada y es producto de la inversión social de un grupo de trabajo integrado por fomentistas locales, miembros de la familia Sciuto, la institución educativa Nuestra Señora de Luján y el industrial Ebert J. K. Wentinck.

El centro de capacitación en oficios, que será público y gratuito, tiene el objetivo de formar técnicos para la industria mediante diferentes cursos de soldadura, fresado, tornería, electricidad y mantenimiento de máquinas, entre otros. El edificio ya está listo pero para su funcionamiento y se aguarda la habilitación del Ministerio de Educación provincial.

Un proyecto similar ya funciona con éxito en la localidad vecina de Carlos Spegazzini, partido de Ezeiza, y precisamente el petionense Wentinck fue uno de sus impulsores. En realidad, años atrás el centro de formación del distrito vecino estaba pensado para desarrollarse en Máximo Paz pero por distintos motivos el mismo se diluyó. 

No obstante, entre los años 2017 y 2018 tres figuras principales: Ebert Wentinck, el padre Mario Peretti –representante del colegio Luján– y el fomentista Alberto Sciuto, sumados a un equipo de colaboradores, reflotaron la iniciativa y actualmente el edifico está listo para su propósito. 

La historia reza que todo comenzó cuando Ebert, el ‘aglutinador de voluntades’, recibió la donación de un lote en Ezeiza para ser destinado a un proyecto educativo. Entonces retomó el anhelo de erigir otro establecimiento de oficios y se reunió con las autoridades del colegio maximopaceño. 

La enseñanza y la producción se conjugaron cuando Wentinck relató al padre Peretti el plan educativo. A su vez, el enviado a la Argentina por la diócesis de Milán hace casi tres décadas, que participa en proyectos formativos desde su arribo, no dudó y pusieron manos a la obra. El párroco, con vasta trayectoria en fundaciones educativas en Capital Federal, hace años que emprendió su obra en Máximo Paz y concretó la construcción del Instituto Nuestra Señora de Luján que alberga a chicos que cursan en el nivel inicial, primario y secundario. 


Wentinck y Peretti en el inicio de la obra.

Tras la venta del lote comenzó la obra del edificio dentro del predio del colegio –calle Rivadavia y Máximo Paz– y la búsqueda de donaciones. El dúo impulsor se terminó de conformar con la participación del vecino Alberto Sciuto, un colaborador permanente del establecimiento educativo y de la comunidad en general. 

Desde aquel 2018 hasta la actualidad se consiguieron donaciones de tosca para el relleno del terreno, aportadas por el municipio de Cañuelas; materiales de construcción de la Fundación Loma Negra; bloques de hormigón por un benefactor local; aberturas de la empresa Abertec; vidrios de la empresa Vasa; y cables de la empresa de Wentinck; entre otros artículos. En fin, todo el cúmulo de donaciones y compras se volcó a una construcción de 400 metros cuadrados con baños y un salón de recepción. El arquitecto encargado fue Luis Camarasa y el constructor Alberto Sciuto. 

LA FIRMA QUE FALTA

La llegada de la pandemia del coronavirus retrasó los tiempos previstos, sobre todo la habilitación legal del ministerio de Educación bonaerense. Además, se sumó la muerte de Alberto Sciuto a fines de 2021, un vecino ilustre de Máximo Paz e impulsor fundamental del proyecto educativo. 

No obstante, su hijo Javier continúa el legado comunitario y cuando se institucionalice el Centro de Formación Profesional se convertirá en su primer director. En rigor, toda la documentación para el funcionamiento del mismo está presentada y sólo falta la firma en el expediente del titular de la cartera educativa provincial, Alberto Sileoni. 


El salón terminado recibirá máquinas donadas por Gilera.

Cuando todo esté listo, la fusión entre lo privado y lo público será realidad. Por un lado, la Dirección General de Cultura y Educación financiará los sueldos de los instructores/profesores y del director; mientras que todo lo demás –se suma lo ya construido– se conseguirá mediante el esfuerzo de los industriales. 

Por lo pronto, el edificio ya está preparado para albergar cursos y estudiantes. Próximamente se instalarán nueve máquinas donadas por la empresa Gilera que podrán utilizarse para cursos de reparación y mantenimiento general. El objetivo curricular del Centro apunta a la formación relacionada con el área de la industria metal mecánica, que suele carecer de operarios calificados. 

Por último, y para comenzar a utilizar las instalaciones, se prepara un curso en conjunto con la Fundación Loma Negra llamado “Vivienda digna”, con el objetivo de enseñar el uso de materiales y herramientas para reparaciones pequeñas.

El centro de formación compartirá el predio con el colegio Nuestra Señora de Luján pero serán instituciones independientes, conformando un interesante polo educativo que atenderá tanto la formación inicial, primaria y secundaria como la capacitación para el trabajo.

 

Marcelo Romero

Escrito por: Marcelo Romero