El ámbito educativo de Cañuelas perdió a una de sus figuras más relevantes, quien dedicó más de medio siglo a la formación de niños y jóvenes tanto en su rol de maestra y profesora como de inspectora.
Ana María Gérez murió el lunes 15 de abril en la Clínica Monte Grande a donde había concurrido unos día antes para someterse a estudios de rutina que dieron valores alterados, lo que obligó a una imprevista internación de sorpresivo desenlace.
Nació en Cañuelas el 18 de septiembre de 1947. Era hija de Oscar Francisco Gérez, un conocido comisionista de la época, y de María Luisa Irigoyen, quien llegó a ser directora de la Escuela Nro. 1.
De su madre Ana María heredó la vocación docente que la acompañaría hasta el final de sus días. Se recibió de Maestra Normal en 1965 y si bien luego se formó como maestra jardinera, siempre se desempeñó en los niveles primario y secundario.
En sus comienzos dio clases en la Escuela 4 de Uribelarrea y en la escuela Don Bosco. Después se trasladó al distrito de Ayacucho donde ascendió al cargo de inspectora. En el inicio de la década del ´90 volvió a Cañuelas ejerciendo en la Escuela Media 1 y en escuela de Los Pozos y Santa Rosa, entre otras.
En la última etapa de su carrera fue inspectora del nivel primario. Se retiró de la actividad en julio de 2018, siendo despedida con un acto en la Escuela Nro. 1.
En ese día tan especial la acompañaron sus amigas, entre ellas Susana Frasseren. “Ana María fue una persona completamente dedicada a la educación durante toda su vida, una persona de gran equilibrio, que siempre tenía la palabra justa, excelente compañera y supervisora. Es una gran pérdida para mí en lo personal y para la educación del distrito” señaló.
En septiembre de 2021, durante la celebración del Día del Maestro, la FEB Cañuelas le realizó un homenaje a la trayectoria. Sinceramente conmovida por el reconocimiento, Ana María expresó que “Recibir un premio es hermoso cuando se recibe de los alumnos y más aún de los colegas”. Luego dejó un pensamiento muy cálido: “Aquellos que aprendieron, hoy están volando; aquellos que aprenden, mañana volarán; y todos llevarán en su alma el inmenso recuerdo de quien les enseñó a volar”.
Dueña de una gran sensibilidad y ávida lectora, la muerte la sorprendió escribiendo una novela que quedó inconclusa en sus capítulos finales.
En las redes sociales se multiplicaron los mensajes de admiración por sus cualidades. “Ana María, estoy agradecida por tu constante acompañamiento desde tu lugar de inspectora. Siempre con la palabra justa. Conocedora como nadie de la normativa y de la realidad de las escuelas. La educación de Cañuelas pierde a una gran profesional. Los que te conocimos disfrutamos de una gran persona. Siempre serás recordada”, la despidió Claudia Pelereteguy.
“Ana, fuiste mi protectora cuando comencé la docencia, viajamos y trabajamos juntas en la escuela 4 de Uribe, desde ese día que fuimos juntas al primer día de clase, fuiste mi amiga. Jamás voy a olvidar tu temple y tu compañerismo. Donde estés, que sea un mundo de luz” se sumó Elisa Raggio.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas