A los 20 años José Fazenda de Jesús había terminado la conscripción y ya tenía la baja cuando le tocó embarcarse en el crucero ARA General Belgrano, hundido por un submarino nuclear inglés en la fatídica jornada del 2 de mayo de 1982, la más cruenta de Malvinas.
En esa acción, considerada un crimen de guerra, murieron 323 argentinos. 270 perecieron de inmediato por la fuerza de la explosión y los incendios subsiguientes. Los demás no soportaron las heladas aguas del Atlántico.
A las 4 de la tarde, minutos antes de la explosión, Fazenda, había invitado a su amigo Juan Carlos Reguera a tomar mate. "Me dice ´Portu´, andate a la cocina que después te alcanzo. Entonces me fui a calentar el agua y ahí sentí la primera explosión. A mi amigo no lo vi nunca más".
"El barco se inclinó de golpe y se apagaron todas las luces. La torre mayor tocó el mar. A los pocos segundos sentí el segundo torpedo. Los impactos fueron en proa y en popa. Yo estaba en la mitad del barco y por eso tuve la suerte de salvarme".
"Estaba totalmente oscuro e hicimos lo posible para salir en medio del humo. Había chicos intoxicados que teníamos que sacar a la rastra", recordó Fazenda en una charla que brindó años atrás para estudiatnes, en el Cine Teatro Cañuelas.
Cuando llegaron a cubierta se dirigió a su bote, el número 44, y lo desarmó para tirarlo al mar, pero la orden del capitán Héctor Bonzo fue permanecer en cubierta porque según su opinión las averías del crucero "tenían arreglo".
Media hora después, Bonzo ordenó el desembarco. "El comandante fue el último en saltar y justamente se ubicó en la balsa donde estaba yo. Me dio su maletín con papeles del barco y cosas personales y me dijo que se lo cuidara, que era mi responsabilidad", relató Fazenda.
Al momento del hundimiento el mar se encontraba agitado con olas de hasta cuatro metros, un viento helado de 50 km/h y una niebla cerrada e interminable.
Bonzo ordenó que los botes permanecieran atados unos con otros pero como el viento los volcaba, se decidió desatarlos y que cada uno siguiera su curso. Así estuvieron a la deriva durante 32 horas hasta que fueron rescatador por el destructor Bouchard.
El bote de Fazenda llevaba dos heridos con serias quemaduras. Uno de ellos no sobrevivió y fue arrojado al mar antes del rescate.
"El Portu" Fazenda fue el último en ser izado al Bouchard. Cuando lo levantaban con una soga, se le desprendió el cinto y cayó al mar junto con el maletín de Bonzo, que llevaba aferrado como si fuera un hijo.
"En el agua lamentablemente el maletín se me fue y lo perdí. Después me acerqué a Bonzo para disculparme. Me dijo que no me hiciera problema, que lo importante era que yo estuviera bien".
Esa anécdota estableció una relación especial entre el conscripto de Cañuelas y el respetado capitán del navío, fallecido el pasado 22 de abril de 2009, a los 76 años. Varias veces Fazenda fue convocado por Bonzo para distintos actos y homenajes e incluso su familia lo llamó para asistir al velatorio.
Fazenda conserva un imborrable recuerdo de ese hombre correcto y amable que hasta el último minuto permaneció en el crucero con el afán de salvarlo. Tampoco olvida a su gran amigo Reguera, uno de los 323 muertos del Belgrano. En su homenaje el hermano menor de Fazenda se llama Juan Carlos.
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Escrito por: Redacción InfoCañuelas