La reciente mutilación de un ombú en el barrio La Unión (para algunos era más que bicentenario, anterior al surgimiento de Cañuelas) volvió a poner de manifiesto la ausencia de una política local de protección del arbolado.
En las últimas décadas ningún gobierno municipal emprendió campañas de forestación o preservación del arbolado existente. Prueba de ello son las veredas de Cañuelas, cada vez más despojadas y expuestas al infierno veraniego. Y qué decir de los loteos que arrasan con ejemplares añosos como si fueran yuyos.
Tampoco hay una legislación que contemple la complejidad del tema. El árbol es mucho más que un elemento ornamental; es un ser vivo fundamental para la regulación de la temperatura y protección de los vientos en zonas urbanas. Cuando sobresalen por su tamaño o longevidad son verdaderos monumentos que conforman el patrimonio de una comunidad. Nada de eso parece importar en la tierra de las oportunidades.
El magnífico ejemplar destruido en los últimos días (era tan grande que a pesar del trabajo de una pala mecánica y de varios operarios con motosierras, aún no pudo ser extraído por completo) se extendía desde la vereda hasta parte de un terreno, es decir que estaba a mitad de camino entre el espacio público y el privado. Correspondía, por lo tanto, una intervención municipal que hasta el día de hoy sigue pendiente.
Frente a ese acto salvaje, hay otros antecedentes positivos que merecen recordarse. Es lo que sucedió, por ejemplo, en 2008, cuando se inauguró el Parque Industrial Cañuelas (PIC) en la Ruta 6.
Durante las obras de apertura de calles las máquinas motoniveladoras se toparon con un ombú de enormes dimensiones. Claramente el ejemplar podría haber sido arrasado. Nadie se hubiera enterado del crimen en medio de lo que era un campo virgen, alejado de miradas indiscretas.
Sin embargo, la familia Rocchini, a cargo del emprendimiento, decidió no sólo salvar a ese árbol tan típico de la pampa argentina sino ponerlo en valor y darle un lugar protagónico en el acceso al predio industrial.
Es así que los desarrolladores contrataron a una empresa especializada en el tema, cuyos técnicos pusieron las raíces en hibernación para luego sacarlo del lugar y trasladarlo al frente del predio, donde se ubica actualmente en la rotonda principal. Durante los mediodías, muchos de los que trabajan en el Parque van a almorzar o a descansar bajo su sombra.
Este procedimiento de hibernación y mudanza tiene un porcentaje de falla porque el ejemplar sufre en el proceso y puede morir, pero la gente del PIC hizo todo lo que estuvo a su alcance para salvarlo, y lo logró.
El ombú ha seguido creciendo y es un mojón verde que sobresale por su gran porte y belleza.
El ombú salvado en 2008 hoy es un ícono del Parque.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas