Susana Margarita Ramallo, una vecina jubilada del barrio El Taladro, de 66 años, fue víctima de un bestial asalto perpetrado por al menos dos delincuentes que la sorprendieron en su casa cuando dormía, en la madrugada del 1 de enero pasado. Tras ser desnudada y golpeada repetidamente en el rostro, quedó desvanecida. Cuando logró incorporarse pidió ayuda a vecinos, quienes la llevaron al Hospital Marzetti donde permaneció internada hasta el día siguiente.
El hecho -por el que no hay detenidos- ocurrió en la vivienda de la víctima ubicada en la calle Gutiérrez al 300, a unos 200 metros de la plaza del barrio.
Susana, quien enviudó de su esposo Fructuoso hace 24 años, vive sola. El 31 de diciembre a la medianoche pasaron a saludarla dos de sus nietos, Sebastián y Franco Bohler, junto a sus respectivas novias. Luego del brindis y de lavar las copas Susana se fue a dormir.
Aproximadamente a las 4 de la mañana sintió dos manos en el cuello y una rodilla en la espalda. “Dame la plata, vieja de mierda” escuchó que le decían mientras era forzada a mantenerse boca abajo en su cama. El delincuente hablaba con un cómplice que se encontraba en la cocina aunque por el shock del momento Susana no recuerda las palabras que intercambiaron.
“Esta persona que me atacó tenía muchísima fuerza. Yo le dije que no tenía plata, que era una simple jubilada, y ahí me empezó a pegar trompadas en la cara, tan fuerte que creí que iba a partir el cráneo. El primer golpe lo aguanté pero en el segundo me desmayé. Cuando me desperté estaba en mi cama. Ni siquiera sabía quién era yo. Me levanté como pude, me fui hacia la cocina, en el medio me caí sobre lavarropas y al levantarme vi que estaba manchado de sangre. Me miré y me vi todo el cuerpo lleno de sangre. Ahí me di cuenta que me habían sacado el vestido con el que dormía y la bombacha, pero por suerte no me hicieron nada. Tengo un dolor adentro mío que no le puedo explicar, llegar a los 66 años, querer tener una vida tranquila y tener que pasar por esto no se lo deseo a nadie” relató Susana en diálogo con InfoCañuelas.
La sangre provenía de los cortes que tenía alrededor de los ojos. Como pudo se colocó el vestido ensangrentado y cruzó descalza la calle para pedirles ayuda a sus vecinos, Héctor Lazarte y Natalia Bravo. Ellos la envolvieron en una toalla, la cargaron en el auto y la llevaron al Hospital Marzetti. “Recién me ubiqué en tiempo y espacio cuando me estaban haciendo una radiografía. Luego me llevaron al Hospital Cuenca para hacer una tomografía. Cuando me llevaron nuevamente a la cama volví a perder la consciencia. En un momento me vi con unas ojotas que no reconocí y me dio un ataque de pánico. Pensé que eran las ojotas del chorro. Ahí la enfermera me tranquilizó, me dijo ´Quedate tranquila, Margarita, que son las ojotas que te prestó tu vecina´”.
El 2 de enero Susana pudo regresar a su casa, aunque los hematomas alrededor de los ojos le duran al día de hoy. Este jueves, a 11 días del incidente, volvió al Hospital para hacerse controles. “Me dieron un relajante, porque no puedo conciliar el sueño. Me quedó hasta las tres o cuatro de la mañana tejiendo o haciendo limpieza porque tengo miedo de dormirme”.
Susana todavía tiene las marcas del ataque.
Sobre el día del incidente, Susana sostiene que los delincuentes entraron por una pequeña ventana de la cocina, la única que no tiene rejas. Y cree que llegaron con información errónea o se confundieron de casa, porque ella lleva una vida modesta y no tiene dinero. Tanto es así que se fueron con las manos vacías. Ni siquiera se llevaron un celular de modelo viejo que estaba junto a su cama. “Soy jubilada con la mínima. ¿Qué plata podemos tener los jubilados si entre un poco de comida, los remedios y la vista al médico se nos va el sueldo? Yo vivo en una casa sencilla que me la hice de a poquito gracias a los 19 años que trabajé con la familia de Mónica Castello en Cañuelas, tengo mis gallinas, no salgo nunca salvo al almacén, voy a Cañuelas una vez al mes para cobrar y no tengo problemas con nadie. No me explico por qué me hicieron esto”.
Luego del hecho se dirigió al Destacamento de Uribelarrea para hacer la denuncia y también recibió la visita de la Policía Científica, aunque considera que fue “una pérdida de tiempo”. “Nunca agarran a nadie. Lo que tienen que hacer es patrullar más. Hace tiempo que en el barrio estamos padeciendo algunos robos de rateros, pero nunca habían atacado a nadie como me pasó a mí. La policía tiene que mostrarse más. El 31 de enero hubo muchas fiestas en el barrio, había mucha gente dando vueltas pero la policía no estaba”.
En medio del relato de lo que sucedió Susana destaca su agradecimiento con la gente que la ayudó en un momento tan traumático. “En primer lugar a los médicos y enfermeros del Hospital Marzetti, no tengo palabras para describir lo bien que me trataron; lo mismo que a mi vecina Natalia Bravo y a su esposo, ellos me salvaron la vida”.
En segundo lugar agradece el acompañamiento de todos sus nietos, especialmente de Sebastián y Franco, que pasan a diario a saludarla. “Ellos son mis pilares. Están embravecidos, están como locos por lo que me hicieron y no paran de averiguar para encontrar a los chorros”.
Por último, destaca la calidez del párroco de Uribelarrea, Ulises Nicolea, que hace unos días la visitó en su casa para acercarle palabras de consuelo.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas