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22 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Primero le mataron los perros y luego volvieron para asaltarlo

Ocurrió el viernes en un campo de Vicente Casares. Se llevaron dos vehículos y gran cantidad de herramientas. Un modus operandi que se repite.

Una banda armada atacó al productor Francisco Velasquez, arrendatario de 120 hectáreas en cercanías de la estancia San Martín, en Vicente Casares. En rigor fue el segundo ataque en pocos días: a principios de julio le envenenaron seis perros y ahora volvieron para completar el atraco.

El grupo, integrado por al menos cuatro hombres con pistola, parecería ser el mismo que viene operando en la zona. Por el modus operandi el hecho se parece bastante al robo ocurrido el 28 de junio en el campo de Manuel Scrochi, sobre la Ruta 6.

Mercedes Velasquez, hermana de la víctima, brindó detalles a InfoCañuelas. Dijo que el primer hecho ocurrió el 6 de julio a las 6 de la mañana, cuando los delincuentes se metieron en el casco de la propiedad y envenenaron a seis de los siete perros. “Mi hermano encontró huesos con veneno. Se salvó uno solo, un perro muy viejo que casi no se mueve”.

Mercedes destacó que por las características de lo sucedido era obvio que algo interrumpíó a los delincuentes o que estaban preparando el terreno para volver. Si bien la Policía Rural y la DDI estuvieron en el lugar, nada se hizo para evitar que regresaran.

Es así que el viernes 15 de julio poco después de las 7 de la mañana Francisco salió de la casa para sacar al único perro que le quedaba vivo y en ese momento lo atacaron. Eran cuatro sujetos que lo empujaron y lo golpearon, reclamando dinero desde el minuto cero. A los pocos segundos ingresó la mascota, ya moribunda.

El hombre –que vive solo– terminó atado en una silla con los ojos vendados con trapos. Le dieron varias trompadas en el estómago y un fuerte culatazo detrás de la oreja exigiendo plata. A los 10 minutos llegó Federico, un empleado, al que también ataron en una silla y le vendaron los ojos con una media.

La banda estuvo aproximadamente una hora en la casa, revolviendo todos los ambientes, buscando dinero y otros elementos de valor. Hasta arrancaron las puertas de los placares. En un momento pasó un patrullero por la calle. “¿Vos llamaste a la cana? ¡Para lo que te va a servir!” fue la reacción de uno de los intrusos.

Mercedes mencionó que por el lenguaje no eran “pibes chorros”, sino que parecían de campo. Incluso uno de ellos vestía bombacha y alpargatas, un buen camuflaje para moverse en la zona sin llamar la atención. También destacó que habían hecho una indagación previa muy precisa sobre los movimientos de la casa. En un momento le preguntaron a Francisco a qué hora llegaban “los dos viejos”, en alusión a dos vecinos de campos linderos que todos los días suelen pasar a saludarlo a media mañana.

Francisco tiene 66 años y se mantiene en buena forma por el duro trabajo rural. Sin embargo, en varias oportunidades lo llamaron “viejo”, lo que indica que se trata de una banda de delincuentes jóvenes.

En la entrada fueron acumulando todos los electrónicos (plasma, notebook, impresora, parlantes, etc,). Le preguntaron a Francisco cómo funcionaba su camioneta, una Fiat Strada Adventure modelo 2013. “Bien, pero tiene algunos problemas de embrague” respondió la víctima. Luego le hicieron la misma pregunta al empleado, quien no mencionó ningún desperfecto. “¿Ves que la camioneta anda bien?” le recriminaron al propietario. Al rato lo volvieron a golpear porque no encontraban las llaves del vehículo (se le habían caído del bolsillo cuando lo atacaron en la entrada) y antes de irse, al grito de “largá la plata, viejo buchón”, lo golpearon nuevamente exigiendo el dinero que no existía. Finalmente se llevaron unos 10 mil pesos que encontraron a mano junto con los celulares de las víctimas.

En la camioneta cargaron los electrónicos, un recado, estuches con llaves Bahco y una gran cantidad de herramientas de mano y a motor que sacaron del galpón (hoyadora, taladro eléctrico, motoguadañas, boyeros, etc.) .

Francisco y el empleado quedaron atados en un ambiente con un banco trabajando la puerta. Cuando lograron soltarse salieron en busca de ayuda. Entonces hubo un desfile de patrulleros y personal de la DDI, el CPR y la Comisaría 2da. de Máximo Paz, los mismos que habían estado unos días antes, en el episodio del envenenamiento. Esta vez se sumó la Científica, aunque no habrían encontrado ninguna huella de valor: los delincuentes se calzaron guantes de trabajo para manipular los muebles.

Un testigo relató que vio a los delincuentes escapar por el camino del ´50. Le llamó la atención ver la camioneta de Francisco escoltada por una moto con dos hombres (era el ciclomotor del empleado). La Fiat Adventure patente NII 067 no apareció, aunque un rastreo del teléfono de Velasquez indicó que se encontraba en tránsito por Ezeiza.

La inteligencia sobre las víctimas y algunos detalles (las ataduras sobre una silla o el envenenamiento de los perros) coinciden con hechos anteriores como los asaltos en countries de la zona y al productor agropecuario Manuel Scrochi. Demasiados casos y ninguno esclarecido.

Ya es hora de que la Policía Comunal de Cañuelas conforme algún grupo especial de investigación (si es necesario, con ayuda externa) para ponerle freno a una banda que se mueve con absoluta impunidad. Que la inteligencia policial prevalezca sobre la inteligencia delictiva.
 

Escrito por: Redacción InfoCañuelas