28 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Solicitada. El fin de Los Tilos

Lo dicho en esta solicitada no intenta incluir a todos los implicados. Más vale como dice el refrán:  Al que le quepa el sayo, se lo ponga.

Antes que nada, una reflexión

Imaginen que se les muestra a cuatro personas la figura de un gusano blanco, de esos gordos que aparecen en el suelo, y se les pregunta qué piensan que es. Uno podrá decir que es una buena carnada de pesca, otro que es un bicho asqueroso, otro, que es una larva de bicho torito y un cuarto, que en Tailandia es un bocado exquisito para un aperitivo. 

Cada uno interpreta lo que ve, de acuerdo a su propia historia, a su formación, a su vida, a SU propia realidad…

Dijera Campoamor:
En este mundo traidor/Nada es verdad ni es mentira/Todo es según el color/
Del cristal con que se mira

Me pregunto entonces:

¿Qué pasa en la vida de un ser humano, niño o adulto, que solo puede ver excremento y podredumbre cuando mira un campo de flores silvestres? 

¿Qué pasa con funcionarios que, ante una denuncia grave donde hay menores involucrados, tarda meses en resolverlo? ¿Funcionarios que no funcionan o la denuncia no era tan convincente?

¿Qué pasa con los funcionarios que mienten descaradamente, que incumplen con sus deberes de funcionario público, que no permiten una legítima defensa, que fueron y vinieron queriendo quedar bien con Dios y con el diablo para cuidar su molinito de agua hasta que el mismo diablo les quemó en los talones? 

¿Por qué se les propuso a los docentes que firmen aceptando alguna culpa para apaciguar a los denunciantes y esperar a que todo se cajonee?

¿Por qué no figuran en la denuncia los informes elaborados el año pasado por profesionales con resultados positivos sobre el funcionamiento de la escuela?

¿Por qué no se entregó formalmente a los denunciados el expediente con la denuncia y en cambio, se les comunicó que podrán verlo el día que se presenten a hacer el descargo? ¿En qué cabeza cabe que uno pueda defenderse si no conoce de qué se lo acusa salvo por notas periodísticas?

¿Qué pasa con una Municipalidad que tuvo la visión de apoyar un proyecto hermoso para Cañuelas, que le consta la honestidad y bonhomía de los responsables de la escuela, que sabe de los “problemitas” internos de sus subalternos de la Muni, y que pese al momento político y económico acuciante que seguramente lo ocupa, no es capaz de permitir al menos la legítima defensa de los acusados teniendo en cuenta la gravedad de la denuncia?

¿Qué pasa con los medios que publican una noche que la escuela fue intervenida, antes que fueran notificados los docentes, y no publican que horas después, “desconocidos” rompieron la bomba y caños de agua de la escuela (no se puede dar clases sin agua), rompieron ventanas y entraron para llevarse la memoria de las cámaras de seguridad recién instalada, pero no robaron nada más? (¿mensaje cuasi mafioso?); qué pasa con la comisaría que, ante la denuncia de robo, aparece en el lugar para constatar los hechos y luego, si te he visto no me acuerdo? ¿Qué pasa con los medios que publican extensas notas de la parte acusadora (es lo que vende, claro) pero se rehúsan a escuchar las voces de defensa?

¿Qué pasa con aquéllos que amenazan abierta e impunemente con frustrar cualquier continuación del proyecto de la escuelita en forma privada, sin pensar ni siquiera en las familias que sí querían seguir y en las futuras docentes que se estaban formando?

¿Por qué se hicieron conocer en todos los medios los nombres de los denunciados mientras que los denunciantes esconden la mano que tiró la piedra?

Se acusa a Lucía de ser demasiado estricta y para muchos, posiblemente lo sea. La puntualidad, como valor que respeta el tiempo del otro, no es 15 minutos más 15 minutos menos; si el horario de entrada es desde las 8 menos cuarto hasta las 8, en esta escuelita no es posible como forma normal entrar tarde, apurado, cuando los niños ya están en ronda cantando, interrumpiendo el clima logrado. No es bueno para los niños en la ronda ni para el que llega tarde. 

El alimento que se ofrecía a los niños (muchos iban a la escuelita sin desayunar), era elaborado con productos orgánicos por los mismos padres y maestros y repartidos por los mismos niños como acto de servicio y amor a sus compañeritos (¿será que pueda ahora aparecer algún enfermo que diga eso es trabajo infantil?) La intención es que los niños aprendieran a valorar y recibir con alegría el alimento ofrecido acompañados en el proceso por los docentes (algunos padres agradecieron que sus hijos empezaran a comer de todo cuando antes tenían grandes problemas con la alimentación); ¿por qué no cuentan que, en el cumpleaños de uno de los hijos de Facundo y Lucía, solo sirvieron alimentos que pudiera comer uno de los niños que estaba con una dieta muy estricta para que no se sintiera excluido? ¿En ese caso no importó fueran tan “estrictos”?

Se acusa a Facundo de haber “zamarreado” a su propio hijo de dos años ¡!. ¿Qué pasa en la vida de alguien que ve a un padre jugando con su hijo pequeño y lo interpreta como un acto de violencia? 

Se acusa a los maestros de ser inflexibles al enseñar responsabilidad en el cumplimiento de las tareas porque si un niño no realizaba la tarea en casa, podía quedarse una parte del recreo completándola. Y tienen razón. Se enseñaba la responsabilidad como valor, poniendo límites desde el amor, la paciencia y el acompañamiento. También fueron acusados de ser inflexibles en el cuidado de los útiles provistos por la escuela, cuando el objetivo no era el recuperar un sacapuntas perdido, sino el aprendizaje de decir la verdad y hacerse cargo de los propios actos. ¿Sacapuntas o Valores perdidos?

Es posible que algún padre/madre se haya sentido incómodo al no poder dejar de parlotear en una ronda mientras todos los niños estaban en silencio en forma natural; es posible que con una mirada que no voy a adjetivar, interpreten ese silencio de los niños como miedo a castigos y no como atención hacia algo que les interesa o donde aceptan que la circunstancia se presta para estar en silencio. 

Además de Facundo y Lucía, concurrían a la escuela dos madres formándose en la docencia, padres y madres para ayudar con los niños y hacer panadería. En todo momento hubo testigos de lo que ocurría en la escuela.

Cada escuelita que trabaja con la filosofía de las Escuelas Experimentales (no porque sean un experimento, sino porque hay que experimentarlas), está conformada por el conjunto de directivos, maestros, padres y alumnos, pero no es posible atentar contra los dos maestros recibidos, Facundo y Lucía, sin que la escuela se caiga por falta de docentes para llevarla adelante. Tampoco es posible intentar encuadrar a la escuela en la reglamentación de las escuelas comunes porque tiene otra forma de encarar la educación. En caso contrario, sería más de lo mismo. 

Que nadie se haga el inocente sobre esto. Baste leer el PEI (Proyecto Educativo Institucional de la Escuela Los Tilos) para entender de qué se trata. 

Por eso la escuela no es para cualquier familia. Por eso quizás provoque resentimiento que a alguien se le sugiera que esa escuelita, con esos valores, no es para su familia.

La escuela se inició en otro lugar mucho antes que se levantara el “Rancho” (para algunos) en el barrio 1 de Mayo, ladrillo a ladrillo con el amor y esfuerzo de docentes, padres y amigos. Levantar el terreno, construir la primera parte de la escuelita, la galería, los árboles y plantas, los ventanales de madera, la entrada, la tranquera, la recuperación y cuidado del parque, todo se hizo a pulmón.  La municipalización no fue para solucionar problemas económicos como se dijo, sino para institucionalizar y auditar la escuela por parte de La Municipalidad. Es cierto que la pintura para las paredes, la salamandra y muchas mejoras fueron otorgados por la Municipalidad y es cierto que se pidió calidad en los elementos de arte y estudio porque de eso se trata, no por ser niños merecen herramientas ordinarias, pero ¿por qué no dicen que el trabajo de pintura y mampostería fue realizado por docentes y padres porque no hubo forma de conseguir que los contratistas de la municipalidad trabajaran de forma decente? 

¿Por qué nadie dice que el sueldo básico de Facundo, por ejemplo, era de $83000 y cobraba en mano $130.000? ¿O cuánto pensaban que cobraban? ¿Ni que empezaron a cobrarlo recién al año después de ser municipalizada la escuela?

Por supuesto es muchísimo mejor y debe ser agradecido, que la escuelita sea un ámbito más agradable, institucionalizado y auditado, pero el corazón y esencia de la escuela no pasa por los aportes de nadie ni por el dinero, sino por el espíritu de amor, aprendizaje y respeto de sus miembros. 

Se preocupan por el destino del edificio, pero no les preocupa cerrar una escuela en funcionamiento y crecimiento sin haber escuchado antes todas las voces.  ¿Será que los intereses materiales son más importantes que los educativos?

Será que vivimos en un tiempo de incertidumbre por el futuro del planeta, del país, del hogar, de la pareja; que los niños y adultos estamos expuestos a las noticias y que las noticias queman el cerebro; que los jueguitos electrónicos ocupan más tiempo que los libros; que fumarse un porro es para muchos la única forma de escapar un rato de una realidad que agobia; que el trabajo que paga las cuentas no es para muchos, lo que soñaba en su juventud idealista. Y entonces cuando aparece una propuesta distinta, luminosa, simple, buena, digna, como una plantita que se abre paso en el desierto de una vereda, lo instintivo lamentablemente es destruirla y aplastarla para que no se note tanto la diferencia con la propia miseria.

Solo quiero decir:

A los padres de los niños de la escuela: la inmensa mayoría de los padres deja a sus hijos en las escuelas en “depósito”, confiando que recibirán una buena educación, y sale a pelear por el sustento, por su profesión, por lo que sea. No es una crítica sino una descripción. 

Muy pocos buscan la forma de involucrarse realmente en la educación de sus hijos. En la escuela Los Tilos, podía participar cualquier niño o niña pero no cualquier familia. Hay progenitores que realmente se involucraron, experimentaron y vieron en vivo y en directo los valores que se inculcaban (defensa de la vida, amor, respeto mutuo, cuidado, puntualidad, agradecimiento, honestidad, alimentación sana, y tantos, tantos otros), junto con la educación fomentando la curiosidad de los niños, con investigación, juegos, expresiones del arte y proyectos de todo tipo, cumpliendo con los objetivos de la educación formal pero encarado desde otro punto de vista. Dejar al niño y no aparecer más, no es obviamente, participar de una escuela que tiene un sistema educativo hermoso. No es conocerla ni interpretarla correctamente.

A los progenitores que acompañaron el proceso educativo desde adentro y lo experimentaron de verdad, y lo defendieron, no se equivocaron. Ellos lo saben.

Los docentes no van a hacer un descargo. Ya fueron juzgados, amenazados explícitamente y condenados. Sería gastar pólvora en chimangos y exponer a sus propios hijos a quién sabe qué tipo de violencia. 

Quiero decir a todos los involucrados en la destrucción de la escuela Los Tilos con el ataque a Facundo y Lucía, algunos con muy mala intención, otros con buena, desde funcionarios, profesionales, medios, denunciantes, que el día que descubran como se equivocaron y el daño inútil que causaron (puede ser que llegue tarde, pero todo llega, la verdad al final aflora, la vida es así), les deseo desde lo más profundo de mi corazón que la conciencia les permita dormir tranquilos como lo hacen hoy Lucía y Facundo. 

A Infocañuelas, con la que disiento profundamente en los contenidos publicados con respecto al tema, agradezco sinceramente que me brinde la oportunidad de expresar mi opinión

Y finalmente algo personal. A los que me llamaron o mandaron un mensaje para decir “Bea, no te preocupes, en algún momento se va a saber todo”, o “qué necesitan” o simplemente para mandar un abrazo, muchas gracias, de corazón 

Beatriz Achával
 

Escrito por: Redacción InfoCañuelas