Los amantes del alfajor tienen una cita obligada en La Pulpería de Uribelarrea, la tienda de comestibles donde además de quesos y fiambres se comercializa una exclusiva línea de alfajores artesanales.
"Empezamos a elaborar en 2011, pero se hicieron conocidos hace dos años. Hoy estamos vendiendo unos 600 alfajores por semana" cuenta Andrea Díaz, quien se ocupa personalmente de la elaboración junto a su esposo Leo Guiñazú.
Al clásico bañado con chocolate negro y relleno de dulce de leche sumó algunas variedades gourmet como el relleno con arándanos, dulce de leche y pasas al rhum; y dulce de leche y nueces. Los glaseados vienen en dos variedades: con relleno de dulce de leche o fruta (este último en homenaje a los vascos que dieron origen a Uribelarrea). La estrella de la gama es el triple súper negro, con masa noir y dos capas de dulce de leche, una aromatizada con cognac.
El simple pesa entre 60 y 65 gramos mientras que el triple tiene 100, 23 más que los alfajores comerciales.
Con respecto a la receta, Andrea confiesa que aplicó la prueba y error hasta lograr el alfajor de sus sueños. "Al principio me ayudó mi esposo, que es egresado del Instituto Gastronómico. Empecé a investigar recetas y a probar distintos ingredientes. En el camino aparecieron varias almas caritativas. Un día los probó un señor que había tenido relación con una importante marca de alfajores y me dio un dato sobre cómo mejorarlo. Lo implementé y efectivamente salió mucho mejor. También me dio una gran mano el Dr. Romero (por el veterinario Juan Enrique Romero) que siempre los promociona en su programa de radio", destaca Andrea.
Paso a paso el alfajor fue ganando adeptos gracias a su estilo casero con ingredientes de primera calidad (el relleno, por ejemplo, se hace con dulce de leche repostero Mayol, uno de los mejores del país, varias veces ganador de la medalla de oro en la Expo Cañuelas).
Por el momento se comercializa sólo en La Pulpería de Uribe (calle Hermana Gufani Nro. 815).
AMPLIAR LA PRODUCCIÓN
El proceso de elaboración demanda una semana: "El lunes hago la masa, que tiene que descansar varias horas en heladera. El martes la estiro en una sobadora y la horneo (solamente el horneado de todas las tapas me demanda cinco horas). El miércoles hago el relleno, el jueves el baño y el viernes los etiqueto y embalo", detalla Andrea.
Su intención es automatizar el bañado, que es lo que más tiempo le insume, sin perder el carácter artesanal del proceso. Ya inició los trámites para la gestión de un crédito que le permita adquirir una máquina bañadora.
Una vez incorporado ese equipo su idea es elaborar a la vista y duplicar la producción para luego comercializar en otros puntos de venta.
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Escrito por: Redacción InfoCañuelas