“Esto del nombre es increíble. A mucha gente de otros lugares le parece un nombre muy raro o feo, de hecho hay gente a la que le cuesta pronunciarlo. Cuando tú vas a algún lugar de Costa Rica y dices ´yo vivo en Cañuelas´ todo el mundo se queda impactado, ¿qué es ese nombre tan raro? Por eso es muy vacilón para nosotros que en un lugar tan lejano (como Argentina) haya otro pueblo con un nombre igual” dice Jéssica Jiménez, una joven que habita en este pequeño caserío.
El pueblo debe su nombre a una variedad de caña semejante a la tacuara que, paradójicamente, hoy ha desaparecido de la zona. En sus inicios se llamó ´Cañuela´, sin s, pero los residentes más nuevos, al igual que la cartografía y los carteles del tránsito la identifican como Cañuelas.
Está ubicada sobre la cordillera volcánica central en el cantón de Naranjo, provincia de Alajuela, en el centro-norte de Costa Rica, a unos 35 kilómetros de la capital del país. Zarcero y San Ramón son dos de las ciudades más cercanas.
Tiene unos 450 habitantes que se dedican en su mayoría al comercio y a la agricultura. "Aquí todo el mundo es familia. Si necesitas una naranja, el vecino te regala un saco", cuenta Jéssica, descendiente del fundador, Don Estanislao Ulate.
LOS ORÍGENES
El pueblo se creó a principios del siglo pasado a partir de la llegada del terrateniente Estanislao Ulate, procedente de Sarchí, quien adquirió un extenso latifundio para cultivos. "Estanislao era el tatarabuelo de mi mamá. El empezó a darles terrenos a los pobres para que sembraran e hicieras sus ranchitos. Al casarse con Barbanera Zamora heredó a sus hijas, y así se fue poblando más porque los yernos comenzaron a vender partes de esas tierras".
En 1948, gracias a la donación de un lote de don Francisco Luis "Don Chico" Fernández, se construyó la primera escuela de dos aulas pequeñas. La primera maestra fue la esposa de Fernández, Marina Morux. En 1960 Olivier Jiménez abrió el primer comercio. En 1970 se construyó la iglesia y el salón comunal. Por aquellos años las principales fuentes de empleo eran las fincas de "Don Chico" (lechería) y los cafetales de Juan Valverde y Luis Marín. En 1980 llegó el servicio eléctrico. En 1985 se construyó la plaza de deportes. En 1990 se construyó el acueducto. 1995 llegó el servicio de buses y en 2005 se construyó la carretera asfaltada.
Las primeras familias fueron las de Amado Salazar (hijo de Estanislao), José María Barrantes, Ramón "Moncho" Vargas (yerno de Estanislao), Federico Ureña, Juan Méndez, Daniel Marín, Julio Steller, Isaías Sánchez, Alfredo Araya y Abel González, casado con Lola Murillo.
En la actualidad las principales familias son Ulate, Méndez, Vargas, Jiménez, Sánchez, Ramírez, Bejarano, Varela, Marín, Rodríguez, Villalobos, Salazar, Solano y Quirós.
UN JARDIN ENTRE VOLCANES
"Cañuelas, el pueblo de las hortensias". Así podría llamarse el poblado que se extiende 9 kilómetros a lo largo de la ruta con pronunciadas subidas y pendientes. Sobre ambas banquinas florecen exuberantes hortensias en estado salvaje que dan el aspecto de una pintura naif, una suerte de jardín perpetuo en medio de los cerros.
Jéssica cuenta que hace unos años llegó al pueblo Don Carlos Haug, quien decidió plantar los bulbos y regalarlos entre los vecinos. Fue así como la comarca se fue cubriendo con esta planta decorativa cuyas enormes cabezas floridas se despliegan en el invierno, cuando las lluvias son más abundantes.
Cañuelas tiene un clima tropical húmedo típico, pero más frío que el resto de Costa Rica. Es un área ventosa con mucha bruma, chubascos y una temperatura que llega a los 14 grados en invierno promediando los 20 en verano.
Los habitantes están muy atentos al agua, que llega a Cañuelas por medio de un acueducto controlado por la Asociación Administradora de Sistemas de Acueductos y Alcantarillados Comunales (ASADA) o "comité del agua". Es un tema de preocupación permanente ya que cuando se inauguró la obra en 1990 se dijo que la naciente ubicada en lo alto de la montaña tendría capacidad para veinte años.
La producción de café es la principal actividad económica del cantón de Naranjo en general y de Cañuelas en particular. Los terrenos ubicados a 1.600 metros sobre el nivel del mar dan como resultado uno de los mejores granos del país. Los pequeños productores les venden su cosecha a las cooperativas Coopronaranjo, La Eva o Santa Anita. En la zona también se cultiva repollo, maíz, diversas hortalizas y el chiverre (conocido en Argentina como cayote), muy consumido como postre en Semana Santa.
Cañuelas cuenta con dos almacenes, uno de ellos propiedad del padre de Jéssica, también propietario del ´Bar de Oli´. Don Olivier es además el curandero del pueblo, una figura relevante para un lugar que carece de médico. "Si alguien tiene pega (empacho) o el hombro dislocado, él lo cura. Los mayores del pueblo lo quieren mucho y cuando están muy enfermos lo llaman para hablar con él. Es muy especial para todos", cuenta, orgullosa, su hija.
En la única escuela se cursa el jardín de infantes y el nivel primario. Hay una iglesia del culto católico, bajo la advocación de San Pedro Apóstol, y un importante salón de deportes donde se desarrolla el torneo anual de fútbol sala. "Las Hortensias" es el último campeón de la liga local.
La principal celebración comunitaria de Cañuelas es la Fiesta Patronal de San Pedro, que se celebra el 29 de junio, con ventas de comidas tradicionales y bingo. Otro evento que concita gran interés es el Encuentro de Land Rovers, el vehículo más popular de la región, organizado por la familia de Don Ademar Marín Jiménez.
Cañuelas está rodeado por una serie de miradores que regalan preciosas vistas del entorno. En las primeras horas de la mañana se ve claramente la Montaña de la India Dormida, el volcán Poás, el Turrialba y el Arenal, que emite en forma constante gases y vapores de agua. También se aprecia el valle central, Palmares, Grecia, Sarchí, San Ramón y al final del horizonte, el océano Pacífico. "A la gente le fascina venir a nuestros miradores para deleitarse con el paisaje. El 31 de diciembre, por ejemplo, hay muchos que llegan exclusivamente a esperar el Año Nuevo mirando el valle central. Es un gran atractivo" cuenta Jéssica, quien trabaja en su casa como pastelera y ansía escribir un libro con la historia de Cañuelas, un lugar que ama apasionadamente.
Así es Cañuelas. Como dicen los ticos: "¡pura vida!".
Germán Hergenrether
Cañuelas, un paraíso en el corazón de Costa Rica (Fotogalería)
Hortensias que crecen en todos los puntos cardinales. Cafetales y miradores que regalan las postales
Escrito por: Germán Hergenrether