Llegó la primavera y con ella los brotes y flores en las plantas, los días se van alargando y se vuelven de a poco más cálidos. Nos dan ganas de estar al aire libre y disfrutar la naturaleza.
Es el momento ideal para salir al parque de casa, renovar tu jardín y comenzar tu huerta. Es una muy linda actividad que podés disfrutar en familia o con amigos; que favorece la actividad física y el esparcimiento; que reduce los residuos domiciliarios; y que incluso podría tener un impacto en tu economía ya que el autocultivo favorece el ahorro además de la salud al no aplicar agroquímicos en tu alimento.
Y aquí viene una consulta que me hacen siempre y que también se me ocurrió cuando comencé a cultivar. ¿Por dónde empiezo?
A continuación te cuento algunas generalidades a tener en cuenta, que son válidas casi para cualquier planta que quieras cultivar y en especial para plantas de huerta. En esta primera parte vamos a ver el lugar a cultivar y cómo germinarlas
¿EN SUELO O EN CONTENEDOR?
En primer lugar debemos definir si lo vamos a realizar en suelo o bien en un contenedor. Tené en cuenta que el lugar que elijas debe contar como mínimo con seis horas de luminosidad solar. Si tiene más horas, mucho mejor.
Puede ser que no cuentes con jardín o parque pero igual tenés ganas de cultivar tus propias verduras. En ese caso podes realizarlo en algún tipo de contenedor como macetas, cajones y / o huerteras de madera, etc.
Lo más importante en caso de que decidas hacer tu huerta en contenedor es que:
1) Que el recipiente tenga buen drenaje. En caso de que no sea así, puede ocurrir que un exceso de agua genere condiciones de anoxia en la planta, es decir de falta de oxígeno. Tan importante como el agua es que en el medio de cultivo existan espacios de aire con oxígeno. A eso le llamamos “porosidad del sustrato”, que son los espacios con aire dentro del contenedor
2) No utilices únicamente “tierra común” o “tierra negra”. Tené en cuenta que la tierra está compuesta mayormente por arcilla, un material con partículas muy pequeñas, y esas partículas pequeñas generan a su vez espacios de aire pequeños, lo cual no favorece el drenaje ni la porosidad. Por eso recomendamos que se utilicen sustratos que favorezcan el drenaje, pero que a la vez puedan retener el agua necesaria para la planta. Esos sustratos son aquellos ricos en materia orgánica como compost y bostas de animales (caballo, gallina, conejo, etc.). Estos materiales no sólo cumplen un objetivo de favorecer la aireación en el sustrato sino que también le aporta una buena cantidad de nutrientes necesarios para el desarrollo de la planta. Una fórmula que da muy buen resultado en huerta y para los plantines es utilizar partes iguales de tierra, compost y algún estiércol, preferentemente de vaca o caballo. También me gusta incorporarle humus de lombriz con lombrices en el contenedor ya que se siguen desarrollando y son excelentes aliadas en el aporte de nutrientes.
3) Es importante tener en cuenta que una planta en contenedor es mucho más “dependiente” en relación al riego que se le debe aportar, que una planta que se encuentra plantada en suelo. La planta en suelo no tiene limitación, por lo cual, su desarrollo radicular es mayor, ya que explora mejor. En un contenedor hay una limitación propia de su tamaño, por eso es clave entender que, cuanto más pequeño es el contenedor más susceptible a las variaciones de temperatura y retención de agua es la planta. Por eso conviene utilizar, dentro de lo posible, un contenedor no muy pequeño, con un buen equilibrio entre drenaje y retención de agua, y la profundidad adecuada al comportamiento de crecimiento que tiene la planta.
En caso de que realices tu cultivo en suelo, procurá que sea en una zona que no se inunde y cumpla con la cantidad de horas de luz solar mínimas. En suelo vamos a tener dos alternativas.
Con labranza. Consiste en puntear el suelo para aflojarlo, y a continuación deshacer los terrones ya sea en forma mecánica con un motocultivador o bien en forma manual. Lo importante aquí es dejar el suelo bien suelto y poroso con la longitud y el ancho del cantero en el que se va a cultivar deseado. Puede ser un lomo solo, si le vamos a colocar una manguera de riego o pueden ser dos lomos contiguos con un surco en el medio el cual nos permita regar por inundación.
Sin labranza. Hay otra práctica que indica que no es favorable la labranza, y que es mejor evitar un disturbio en el suelo, para no exponer la biología que vive allí. Esta técnica recomienda trabajar directamente sobre la superficie del suelo, lo cual impide que se rompa la estructura del mismo y haya una mejora constante en las características físicas y químicas. Puede ser con un mínimo de intervención, por ejemplo, con la utilización de una laya, que es una herramienta para airear el suelo, o bien directamente con ninguna intervención. Consiste en marcar el cantero de cultivo, cubrirlo con cartón el cual aporta materia orgánica e impide el desarrollo de malezas, y sobre ese cartón armar los lomos directamente con compost que puede ser con origen en residuos vegetales domiciliarios, cortes de césped, restos de hojas, y bostas de vaca, caballo, etc.
Ya sea con o sin labranza, es muy importante el aporte de materia orgánica al suelo ya que mejora las condiciones físicas y químicas del mismo, mejorando la performance de crecimiento y desarrollo de nuestras plantas
¿QUÉ PUEDO SEMBRAR?
La huerta de primavera-verano se caracteriza en términos generales por el cultivo de aquellas variedades que nos proveen un fruto. Son aquellas que no podemos producir en otoño invierno porque no resisten las heladas, a diferencia de las verduras de esa época que se aguantan muy bien los fríos y se caracterizan por ser mayormente variedades de hojas como acelga, kale, etc.
Entonces, la época de primavera-verano nos permite cultivar, por ejemplo tomate redondo, cherry, berenjena, morrón, pepino, zapallo, maíz y muchas otras más.
Dentro de las variedades que podemos sembrar, voy a caracterizarlas de acuerdo a su siembra o forma de propagación.
1) Por un lado, aquellas que sembramos directamente y realizan su germinación en suelo, con las cuales no conviene hacer plantín. Dentro de este grupo están el rabanito, remolacha, zanahoria, maíz, zapallo, etc. En este caso podés realizar siembra directa.
2) En el segundo grupo están aquellas que conviene germinar y criar en plantín, para luego transplantarlas al lugar de cultivo, tales como tomate, berenjena, etc. Preparar el plantín nos permite darle un mejor cuidado, adelantar el crecimiento de la planta y ordenar mejor el cultivo pensando en la distancia entre plantas.
La época para empezar a sembrar puede ser desde agosto, pero ya sea lo realices en suelo con siembra directa, o germines en contenedor es necesario que le coloques algún tipo de cobertura para proteger el cultivo de las heladas.
Es importante tener en cuenta que hasta el mes de septiembre e incluso octubre puede caer alguna helada en la zona de Cañuelas, que dependiendo la ubicación de la huerta (si es zona urbana o rural) puede ser más o menos fuerte.
Por eso todo lo que prepares durante agosto septiembre conviene protegerlo por ejemplo con plástico de polietileno que se usa para invernadero o algún material que te permita proveerle protección.
Sembrando durante agosto, es probable que el proceso de germinación sea un poco más lento que si lo realizas durante septiembre/octubre debido a que la temperatura es más baja. También influye la zona ya que puede haber una diferencia de temperatura entre zona urbana y rural. No quiere decir que la planta no va a germinar, sólo que el proceso se encontrará más ralentizado que cuando hay una temperatura más elevada.
Es esperable que la mayoría de las semillas lleguen a emergencia (momento en que la planta emerge del sustrato) durante agosto en dos semanas aproximadamente y durante septiembre-octubre en una semana en términos generales.
Si realizaste siembra directa y observás emergencia, quiere decir que todo marcha bien y eventualmente deberás tener en cuenta el tema de la protección.
Si optaste por realizar plantines, a partir de la emergencia convendría esperar a que la plántula tenga como mínimo un par de hojas verdaderas. Es decir, lo primero que vas a observar es un par de hojas llamadas cotiledones u hojas cotiledonares, y luego va a desarrollar un par más de hojas. A partir de ese momento ya podés pasarla a suelo o trasplantarla a una maceta para criarla un mes más aproximadamente y recién ahí pasarla a suelo. ¿Para que haríamos eso último? Si trasplantamos en maceta y la dejamos en un lugar protegido con óptima luminosidad solar podemos adelantar el crecimiento de esa planta, va a tener un mejor crecimiento radicular, y un mejor tamaño que favorezca y asegure su desarrollo posterior.
Los plantines los podés germinar en plugs, que son unas bandejas negras alveoladas en donde vas a colocar una semilla por celda. Estas bandejas tienen la ventaja de que en el momento del trasplante la planta no sufre rotura de raíz. Pero también lo podés realizar en cualquier tipo de contenedor desde un maple de huevo hasta una maceta tipo jardinera. Conviene que el sustrato que utilices para germinar sea compost.
Hasta aquí una primera parte de introducción general al armado de una huerta familiar. Hay mucho más para exponer sobre el tema, ya que cada regla tiene sus excepciones, pero por lo menos quiero mostrarte que armar una huerta familiar se encuentra al alcance de todos sin importar el espacio con el que cuentes.
Seguramente te van a surgir muchas preguntas. Te sugiero que apeles a fuentes fidedignas que provenga de profesionales en el tema, universidades o de organismos públicos tales como el programa del INTA Pro Huerta, que tiene un montón de información muy valiosa.
Ojalá te animes a recorrer el maravilloso mundo de cultivar tus propios alimentos en tu huerta familiar. Te deseo buenas cosechas y -como siempre- estoy a disposición para responder cualquier consulta.
Juan Pablo Truglia
Técnico en Floricultura.
Facultad de Agronomía.
Universidad de Buenos Aires
Para consultas: e-mail: jtruglia@agro.uba.ar
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Escrito por: Juan Pablo Truglia