Durante la Primera Guerra Mundial una flotilla de aviones italianos denominada “La Sereníssima” -por sus motores silenciosos- comandada por el poeta y patriota nacionalista Gabriele D'Annunzio sobrevoló Viena lanzando una lluvia de panfletos que convocaban a la paz. Conmovido por esa acción, el napolitano Antonino Mastellone prometió que cuando tuviera algún emprendimiento propio lo bautizaría con el nombre de dicha escuadra. Así lo hizo cuando en 1929 abrió en General Rodríguez una pequeña fábrica de ricota y muzzarella.
Esa osada incursión propagandística de la aviación italiana tal vez haya servido de inspiración para la campaña publicitaria que La Serenísima lanzó en 1995, consistente en un zeppelín que surcaba los diferentes barrios de la Capital, Gran Buenos Aires y algunas ciudades del interior para promocionar su nueva línea de yogures con Lactobacillus GG.
En 1995 el escritor y aventurero cañuelense Jorge Meji logró grabar el dirigible con su cámara de video VHS cuando pasaba suavemente sobre el cielo de Cañuelas. No quedó registrado el día exacto del acontecimiento pero se cree que podría haber sido en el invierno de ese año ya que en la misma época el dirigible fue fotografiado sobre San Justo en dirección al sur. Tal vez algún lector memorioso pueda ayudar aportando la fecha.
En un interesante artículo del diseñador industrial Carlos Alfredo Pereyra hay datos muy precisos sobre el aparato y su derrotero final en la provincia de Santa Fe.
“Allá por 1995 irrumpió en los cielos de Argentina un dirigible blanco pintado con los colores de la empresa de productos lácteos La Serenísima. Este grupo alimenticio ya era por entonces el más grande jugador del mercado, y tenía una agresiva estrategia publicitaria tanto en gráfica, en radio, como en TV. Sin dudas resultó impactante e innovador el emplear una aeronave tan especial, que paseaba su majestuosa figura por todos lados; volando a baja altura (nunca debajo de los reglamentarios 300 metros) pero dados sus 59 metros de largo y 20 de diámetro, decorado a ambos flancos con logos de la marca y un ingrediente de sus líneas de yogures (GG), lograba que toda la gente alzara la vista” relata Pereyra.
Matriculado en Estados Unidos (N601LP), el dirigible era un modelo Skyship 500HL fabricado por Airship Industries. Su color blanco podría asociarse a los productos lácteos, pero era dióxido de titanio aplicado sobre poliuretano, como cobertura de protección para minimizar los efectos de los rayos ultravioleta solares y reducir las fugas de helio.
Estaba equipado con dos motores Porsche que le permitían alcanzar una velocidad máxima de 99.7 km/h, siendo su velocidad crucero de 56,3km/h. Los 63.000m3 de helio le daban una autonomía de unas 17 horas ininterrumpidas de vuelo, entre los 1000 y 1500 pies (300 a 500 metros).
Cabina con sus motores Porsche. Foto: Freddy Pereyra.
Si había que emprender vuelo hacia destinos alejados de la base en Don Torcuato, el aparato estaba acompañado por un equipo de tierra consistente en una flota de siete vehículos que tenían que ir a la par del dirigible para brindarle soporte. Incluso el combustible aeronáutico Avgas 100 LL no se producía en el país y era traído especialmente para esta aeronave. El helio estaba almacenado en cilindros iguales a los de soldadura u oxígeno hospitalario. Logística masiva y pesada.
“La aeronave fue piloteada por cuatro personas: el norteamericano Bob Fowler, el australiano John Fox y dos argentinos: José María Vaca y Rolf Hossinger. Este último fue comandante en Aerolíneas Argentinas y uno de los pilotos más reconocidos que tuvo el país. Los argentinos eran imprescindibles, especialmente para poder vincularse con controladores aéreos, o torres de control de aeródromos de la Argentina profunda, que no manejaban el idioma inglés como dicta la norma de comunicaciones y procedimientos aeronáuticos” subraya Pereyra.
El 22 noviembre de 1996, durante un recorrido por la provincia de Santa Fe, por falta de información meteorológica actualizada, el dirigible se encontró con un frente de tormenta muy severo que lo hizo aterrizar de emergencia. Una vez en tierra fue destruido por los vientos intensos.
“En la zona de Campo Andino fue alcanzado por el frente. La tripulación intentó desinflar el dirigible, pero al no completarse la operación de emergencia, fue arrastrado por el fuerte viento a unos 3 km del lugar de descenso donde resultó destruido. El piloto y copiloto resultaron ilesos” reseñó del diario La Opinión de Rafaela resumiendo el inesperado final de una de las campañas publicitarias más recordadas de la Argentina.
Germán Hergenrether
Escrito por: Germán Hergenrether