Este sábado en la estancia Villa María se llevó a cabo la boda de Mora Calabrese y Abel Pintos, una fiesta de ensueño con el Ave María cantado por Jairo y una elegante ambientación que mezcló el paisaje boscoso a media luz entre el atardecer y la calidez de las velas.
Los novios llegaron a Cañuelas el jueves a las 11 para celebrar el casamiento por iglesia a cargo del padre Marcos Cabrera, amigo de Abel, quien vino especialmente desde Alta Gracia para realizar el sacramento.
Desde ese día los novios permanecieron alojados en la imponente estancia fundada por Vicente Pereda en 1890. En 1919 el célebre arquitecto Alejandro Bustillo erigió la actual casa estilo tudor normando con todos los materiales traídos de Europa, para ser utilizada como residencia de verano. El paisajista Benito Javier Carrasco trabajó en la parquización de 75 hectáreas combinando el colorido cambiante de más de 300 especies que se perciben siempre diferentes en las distintas épocas del año.
La fiesta se realizó este sábado a partir de las 17 con 90 invitados, que era el número máximo autorizado cuando se organizó el evento.
Mora lució un vestido largo fourreau al bies en seda natural color Ivory, de corte sirena y de inspiración años '30. Llevaba escote americano con espalda baja y falda con apliques de volados en organza de seda y plumas en cascada dando forma a una gran cola. La pieza estaba rematada con capa de organza de seda al tono de corte imperio y cola catedral. Los zapatos al tono en cabritilla nacarada de corte retro, todo firmado por el diseñador Fabián Zitta.
En cuanto al peinado, usó pines en el pelo de perlas, cristales y plumas sobre un recogido desestructurado.
Abel lució un smoking -diseñado por el sastre José Velosen y el estilista Martín Ceballos- inspirado en los años 70, con líneas suaves y elegantes. Totalmente artesanal y hecho a medida, con hombros suaves y combinando tela italiana con un suave ratier lineal en seda natural. Solapa en punta y negro pleno. Moño negro con volumen siguiendo con la inspiración del smoking y acompaño con camisa con pechera en contra textura. Zapatos acordonados y de charol negro.
“Para cerrar el estilismo se decidió llevar a cabo una pieza (bañada en oro), inspirada en un símbolo que representa la familia que están formado. Dicha pieza fue realizada por Fendra, de manera artesanal en color oro fino con una terminación en baño de oro puro pulido espejo”, contó Ceballos.
Durante un alto en el festejo Abel y Mora tuvieron la deferencia de caminar hacia el portón de entrada y dialogar con los periodistas. Allí Abel contó el modo en el que le propuso matrimonio a Mora, cómo transcurren sus vidas en Chaco, donde residen, y cuál es la canción que mejor representa su historia de amor.
AIRES TOSCANOS
La celebración fue pensada desde un inicio en un ambiente íntimo y familiar. No dejando ningún detalle al azar, Mora junto con el ambientador y wedding planner Javi Pita (@javipita) le dedicaron todo su tiempo para que esto se vea reflejado en cada momento de la celebración.
“El punto de partida fue inspirado en las bodas italianas. Encontrar un lugar mágico que nos aportara la frescura de una atmósfera ideal y que nos brinde todas las condiciones de cuidado necesarias por la pandemia que estamos viviendo fue la primera tarea a enfrentar: encontrar el espacio perfecto que nos permita realizar la boda de ensueños. Fue luego de una gran búsqueda que encontramos la Estancia Villa María” detalló Pita.
La ceremonia se realizará dentro del bosque que está detrás de las caballerizas y junto a la casona. Para el ingreso se confeccionó un camino cercado por coronas de novia y orquídeas con el vuelo de seis arañas de caireles protegidas por sutiles cortinas blancas acompañando la espalda del vestido de novia.
A cada lateral del camino se ubicaron los bancos de campo, donde se sentaron los familiares y amigos. En el momento de ingreso de Mora del brazo de su padre, Jairo cantó el Ave María.
Se colocaron 600 metros lineales de pasarela alfombrada en negro custodiada de fanales a la altura de la rodilla. Estos senderos conectaron las tres instancias del evento: ceremonia, recepción y carpa principal.
La luz jugó un rol central en el diseño de la recepción, ya que se fusionaron la bajada del sol con el despertar de las más de 500 velas y 800 metros lineales de lamparitas que fueron seleccionadas especialmente y ubicadas en el espacio, buscando generar ´charcos de luz´, creando distintos climas en los ambientes.
Para la recepción Javier Pita armó una estructura de hierro blanco de 10 x 18 forrada en luces. En el centro de dicho rectángulo se ubicó la barra de tragos con forma octogonal, forrada en espejos. A cada lado se distribuyeron juegos de living en colores verde esmeralda, nude, y arena. Sobre la alfombra negra se desplegaron alfombras persas y ocho floreros gigantes dorados de chapa con árboles de eucaliptus.
Todas las mesas ratonas estuvieron adornadas con una selecta variedad de flores coloridas. Entre la carpa de lucecitas y la carpa principal se destacó un vagón de tren restaurado con los baños de invitados.
En la carpa central de 18 x 16 se situó la pista de baile dorada, sobre la cual se lució estratégicamente el logo familiar diseñado por la pareja, que es una ramita. Con este mismo logos se adornaron las servilletas y los porta vasos. Las mesas estuvieron ubicadas en forma de U. La mesa principal fue la central, lo que les permitió a los novios tener la vista de la vieja casona, la laguna y la estructura de lucecitas donde transcurría la recepción.
Los centros de mesa estuvieron diseñados y realizados bajo la tutela de Javier Pita, compuestos por orquídeas blancas, coronas de reina y musgos. Los caminos florales estuvieron acompañados por velas de todas las alturas, sobre candelabros dorados. Toda la carpa principal estuvo recubierta en follaje verde. “La idea fue transcurrir como inmersos en un bosque encantado” resumió Javier.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas