En 1900 el inmigrante español Rufino Meana fundó en Chacarita una fábrica de caramelos, pastillas y galletitas cuyo producto más conocido fueron los caramelos Media Hora.
En 1952 el ya reconocido empresario de las golosinas y dirigente del Centro Asturiano de Buenos Aires compró el campo de Arín, en la localidad de Uribelarrea, con el propósito de ampliar su producción. Además de fabricar sus caramelos morenos que prometían media hora de sabor, también armó un tambo destinado a la elaboración de productos lácteos.
Hace unos años el campo fue fraccionado para dar lugar a un barrio denominado “Fincas de Uribe”. En el medio de ese loteo sobrevive el galpón donde estuvo la fábrica, ubicado a unos 700 metros del casco urbano.
En la actualidad es un loft habitable de 400 m2 enclavado sobre un terreno de 11.720 metros (60x195). Cuenta con pileta y una construcción adicional: un departamento de dos plantas con cocina comedor, habitación y baño.
La propiedad, con muchos árboles en un entorno de chacras, acaba de salir a la venta a través de la Inmobiliaria Odessky de Cañuelas.
La fábrica “Productos Meana” nació en la calle Concepción Arenal Nro. 3878-3886, en el barrio porteño de Chacarita. Allí se fabricaban caramelos y pastillas de marca “Dulcero”, galletitas “Do Re” y productos de panadería “Citta di Milano”.
Hay pocos registros sobre el origen del caramelo Media Hora. Para algunos treinta minutos es lo que tardan en disolverse en la boca, tiempo que parece excesivo para sus escasos 4 gramos. Para otros lo bautizaron así porque diariamente, media hora antes del cierre de la fábrica, se limpiaban las máquinas. Los residuos de azúcar, melaza, glucosa y colorantes al otro día se mezclaban con anetol, un aceite aromático derivado del anís que les aporta su peculiar sabor.
En las revistas infantiles de la época solían aparecer avisos gráficos ilustrados con un personaje llamado “El negrito de la suerte” o “El negrito relojito”, lo que demuestra la popularidad que tuvieron en todas las épocas.
En su libro “Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas” (2007) Silvia Gorostidi e Ignacio Marcos cuentan que hacia 1950, cuando Meana desembarcó en el pueblo, además de su producto insignia comenzó a producir otras variedades de caramelos, uno de dulce de leche y otro de tres gustos. También incursionó en la fabricación de leche condensada, aprovechando la gran cantidad de tambos que florecían en la región.
Productos Meana en una guía comercial de 1940.
La marca de galletitas de los Productos Meana
La fábrica funcionó hasta la muerte de Meana, hacia 1960, y décadas más tarde la patente de los caramelos fue vendida a una importante empresa nacional que los mantiene en el mercado.
El galpón, ahora en venta, se ubica en la calle Vega al 600, lugar hacia el que caminan muchos turistas intrigados por conocer un poco más sobre las entrañables bolitas de color coca-cola.
El negrito relojito en la década del ´50.
Germán Hergenrether
Escrito por: Germán Hergenrether