Hay gente y hay poetas y hay poesía que son una invitación a huir de acá. Pequeños o grandes escapistas y cultores de la fuga de este mundo. Boludos tropicales o subtropicales que quieren que sigamos su mirada hacia cualquier otro lado menos al que nos tocó en suerte vivir. Tito Riva no es así. Tampoco su poesía.
Tito es de esas personas ante las que uno no puede no pensar y no sentir sino en la vida, en las minucias y en los destacados de la vivencias cotidianas, en los lugares que uno vivió o vive, en los amigos, en recuerdos compartidos, en lo hecho, en lo que queda por hacer, en las felicidades, en el dolor...
Muchos, con razón, alaban su memoria. Si te ponés a hablar con él y le nombrás alguna persona, seguro él te va a decir cómo era en la escuela, quiénes eran sus padres, eso más el relato de alguna anécdota que él recuerda con cariño.
La razón, la clave de ese portento de memoria es muy clara: lo que uno vive con intensidad queda grabado a fuego, las personas a las que uno trató y miró a los ojos no se olvidan fácilmente. Tito tiene memoria, pero no es de los que se escapan del ahora y se refugian en el ayer. Anda por los ochenta y pico y hace una semana me volvió a hablar del libro que está escribiendo y de los que ya tiene listos para publicar.
En cierta forma, la presentación de su libro Hijo el viernes 19 pasado condensa lo que Tito es y lo que genera. A pesar de la lluvia, acudieron amigos y amigas que llenaron la sala. Hubo poesía y amigos.
Sus amigos y amigas y él mismo leyeron poemas de Hijo: Araceli Contreras, María Lydia Torti, Rolando Paciente, Raúl Valobra, Marcelina Frasseren, Noemí Caeiro, Claudia Colombo prestaron su voz amiga. También sus sobrinas Ángeles y Camila.
Hubo canto y hubo danza. La hermosa voz de Sandra Cherutti y la sentida Zamba para no morir en la voz y guitarra de Esteban Sarlenga. También el ballet de Noelia Bellezza. Y el poeta emocionado con tantas y merecidas muestras de afecto y reconocimientos.
La intendente Marisa Fassi sumó con su presencia y la entrega de un diploma de reconocimiento a Tito por haber sido declarado personalidad destacada de la cultura de Cañuelas.
Poesía, canto, danza. También en Hijo están el dibujo y la pintura: la imagen de tapa del libro es obra de Analía Juárez Roldán y las ilustraciones en el interior de Marian Amapola, dos artistas cañuelenses. De hecho, Tito quiso que en este libro todo sea cañuelense. Por eso, también, la edición del libro, a pedido suyo, estuvo a cargo de la editorial Luvina.
Los doscientos poemas de Hijo en honor de los 200 años de vida de Cañuelas son las expresión de su amor por su ciudad y su gente:
“Yo te canto
y en mi canto está tu gente sumada
porque todos somos uno
y yo
un pedazo de tu alma!
Doscientos años guardados en el bolsillo de tu arca!”
Ese es Tito. Brindamos por él.
Fabián Rossini
Escrito por: Fabián Rossini