El lunes 1 de agosto de 1977 el director de la Escuela 4 de Uribelarrea, Tomás José Riva, no regresó a su puesto de trabajo luego de las vacaciones de invierno. Se vivía en plena dictadura y lógicamente su ausencia hizo temer lo peor. “A Tito le pasó algo” lanzó la cocinera, avivando los miedos. Pero con el paso de las horas se develó el misterio: de manera sorpresiva había sido echado por el Ministerio de Educación de la Provincia.
“Dése de baja en este Ministerio en los términos del artículo 1ro de la Ley 8596, al señor Riva Tomás José (MI 4916658, clase 1939), Foja 136942, director de 2da, de la escuela 4 de Cañuelas” decía la resolución firmada por el ministro Ricardo Bruera.
La encargada de dar la noticia fue la inspectora Ileana Vilas. Con rostro circunspecto, el 2 de agosto llegó a la escuela, reunió al personal, sin dar razones anunció que el joven director había sido dejado cesante y que en su lugar debería asumir la docente con mayor puntaje: era Silvia Gorostidi.
De manera interina y a regañadientes Silvia tomó la dirección del establecimiento hasta que un año más tarde fue formalmente nombrada Josefa Oppizzi, procedente de una escuela de General Las Heras.
Básicamente, la Ley invocada para desafectar a Riva facultaba al Poder Ejecutivo, hasta el 31 de diciembre de 1979, a echar “por razones de servicio” al personal de planta permanente, temporario, transitorio, suplente, provisional, contratado o regulado por convenios.
Ahora bien, ¿qué había detrás de esta resolución provincial? Al parecer habían llegado a oídos del intendente de facto Ernesto López Freire (junio 1976-octubre 1979) chimentos sobre la vida personal de Tito Riva. Otros afirman que el docente fue visto en una reunión realizada en la Cámara de Comercio en la que los vecinos y comerciantes más caracterizados de la ciudad deslizaron algunas críticas hacia el comisionado municipal. Los cañuelenses querían un comisionado de Cañuelas, no uno foráneo.
Otra de las calumnias que circuló en la comunidad señalaba que la escuela de Uribe era un desastre administrativo porque se tomaba a chicos con menor o mayor edad que la reglamentaria, algo que de hecho sucedía en muchas escuelas, sobre todo del ámbito rural, porque no había jardines de infantes y siempre se buscaba colaborar con aquellos que eran más lentos para el egreso. Como sea, los chismes escandalizaron a López Freire, quien no dudó en transmitirlos a su superior, el gobernador Ibérico Saint-Jean.
Un simple gesto confirma el inusitado interés de López Freire por la renovación de autoridades en la Escala 4: le envió a la directora interina (a la que no conocía) un ramo de flores y una conceptuosa nota de bienvenida.
Tito murió el 17 de septiembre de 2023 sin haber mencionado jamás esta resolución provincial, que en nada modificó su carrera docente. Siguió dando clases desde el llano convirtiéndose, además de poeta, en uno de los maestros más queridos por varias generaciones de estudiantes y colegas.
Escrito por: Germán Hergenrether