22 de octubre. Cañuelas, Argentina.

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Daniel Roncoli llevó su “Macondo” a la Biblioteca Nacional

El escritor cañuelense presentó su primera novela de ficción, El aparador de Zulema, en la sala Augusto Cortázar.

Roncoli con sus disertantes invitados: José María Marcos y Horacio Convertini.

Roncoli con sus disertantes invitados: José María Marcos y Horacio Convertini.

Unas pocas semanas después de que Juan Manuel Rizzi presentara las poesías completas de Guillermo Etchebehere, las letras cañuelenses volvieron a copar el gran templo porteño de los libros con la presentación de El aparador de Zulema, primera ficción de Daniel Roncoli.

La novela, editada por Planeta, se sitúa en la manzana Nro. 61 del ejido urbano de Cañuelas, limitada por las calles Libertad, Belgrano, Rivadavia y San Martín, el ámbito donde Roncoli nació y creció. En el boliche de su abuelo, que a principios del siglo pasado existió en la esquina que mira al Banco Provincia, se inventó una fórmula de la felicidad envasada en un frasco que circulaba de familia en familia a través de los pasillos y patios conexos.

Roncoli intenta develar el recorrido de esa fórmula de la dicha y en esa búsqueda hilvana infinidad de anécdotas, recuerdos, chismes, digresiones y disparates de toda laya, como cuando Zulema Noseda, harta de que su marido le manchara los manteles al cortar las sandías, revoleó una por la ventana con tanta mala suerte que rebotó en el patio y salió volando hacia la vereda para terminar dentro del carrito de un bebé.

Presentación de Roncoli en la sala Cortázar.

Presentación de Roncoli en la sala Cortázar.

José María Marcos, uno de los periodistas citado para escrutar el texto, señaló de manera muy atinada que el bolazo es el género literario rioplatense por excelencia. Precisamente la novela de Roncoli abunda en bolazos, ese relato exagerado tan típico de los boliches de antaño, que a partir de algún hilo verídico crece como una bola de nieve borrando la frontera de lo verosímil.

Marcos destaca que Roncoli, “con singular osadía y maestría, como si fuera un malabarista o un mago, un Messi o un Diego”, logra ensamblar ese mosaico de historias dispersas hasta conseguir “una novela abierta, que invita a pensar en nuestro propio pasado”.

Roncoli musicalizado por Leo Mennito y Juan Fracchi.

Roncoli musicalizado por Leo Mennito y Juan Fracchi.

Horacio Convertini, periodista y antiguo compañero de Roncoli en la redacción de editorial Atlántida, consideró que el universo que propone la manzana 61 se parece bastante al Macondo de Gabriel García Márquez, “con un barbero que te corta el pelo según el designio de los astros o un sastre que funda un cine y usa su talento en el corte y confección para alterar los finales de las películas según el gusto de los clientes”.

A lo largo de las 312 páginas de la novela, el lector -el de Cañuelas sobre todo- se encontrará con personajes cercanos en la memoria o en el afecto como Orlando Gargiulo, Oraldo Giatti, Lizardo Cáceres, Héctor Durante, Lucio García Ledesma, Oscar Hansen, Antonio Gatti, Godofredo Cariola, Heber Juárez Roldán, “El Vasco” Darburo y “Las chicas” de Salerno, entre muchos otros.
 


Al tomar la palabra, el autor agradeció la colaboración de Mónica Hanesman (editora de Planeta), Lucía Cornejo (diseño de tapa), Renata Cercelli (diseño interior), Paula Fernández Vidal (corrección), Mariano Buscaglia, Claudia Cortalezzi y Guillermo Otero. Fue el único momento solemne en un encuentro ameno y distendido, con la barra de Cañuelas ocupando las primeras butacas del auditorio Augusto Cortázar.

Leo Mennito (guitarra) y Juan Fracchi (contrabajo) aportaron el condimento musical con las bellas melodías de “Silbando” y “A San Telmo”. Sobre el final Roncoli se sumó al dúo exhibiendo su afición de cantor mientras que Fabiana Banegas cerró la velada con “Toda mi vida”.

 

 

 

Escrito por: Redacción InfoCañuelas