El 24 de junio de 1829 en la estancia La Caledonia se firmó el Pacto de Cañuelas entre el general Juan Lavalle, Gobernador y Capitán General Provisorio de la Provincia de Buenos Aires, y el Comandante General de Campaña, Juan Manuel de Rosas. Como resultado de ese acuerdo se estableció la paz entre la ciudad y la campaña; Juan Manuel de Rosas se erigió como jefe de la Provincia de Buenos Aires; y se acordó la convocatoria a elecciones para definir representantes en la Provincia.
Eso es lo que ha determinado la historia documentada. Pero hay otra historia no escrita que afirma que en esa convención de Cañuelas la criada de Rosas “inventó” accidentalmente el dulce de leche cuando se le quemó una lechada que hervía sobre el brasero.
Haciéndose eco de esa leyenda, en 1996 el Concejo Deliberante aprobó la ordenanza Nro. 1154 que declara al 24 de Junio como el “Día del Dulce de Leche”.
Los historiadores jamás le han dado crédito a ese relato popular, pero lo que sí está demostrado es que La Martona, fundada en Vicente Casares, fue la primera industria láctea del país que fabricó el dulce de leche a partir de 1902, convirtiéndolo en un producto de consumo masivo.
Para lograr su aceptación y sobre todo para conquistar al público infantil, La Martona desplegó novedosas estrategias publicitarias.
Una de ellas fue un desafío lanzado a través de la revista Caras y Caretas en la edición Nro. 314 del 8 de octubre de 1904. Allí apareció un texto en alemán con la consigna de traducirlo al castellano. Quienes entregaran la traducción en las oficinas de la empresa obtendrían como premio un tarro de dulce de leche.
Es así que durante varios días los alumnos de todas las escuelas y colegios de Capital y el gran Buenos Aires trabajaron arduamente para lograr el objetivo de ganarse el preciado tarrito.
El texto en cuestión era una nota que el comandante Von Holtin, del vapor Ray Maine, le enviaba al gerente de La Martona encargándole tres mil botellas de leche esterilizada e informándole que la leche transportada en el viaje anterior (2 mil botellas) demostró ser de excelente calidad, manteniéndose fresca durante todo el viaje.
Escrito por: Germán Hergenrether