En 1960, cuando pocas mujeres seguían estudios superiores, inició la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata, de donde egresó seis años más tarde con el mejor promedio de su clase. Se matriculó el 3 de noviembre de 1966 y ejerció la profesión en Cañuelas hasta 1998, año en que concursó para convertirse en jueza de Paz. En 1973, con sólo 32 años, fue concejal por la Alianza Popular Federalista de Francisco Manrique y presidenta de la comisión de Legislación e Interpretación. La Dra. Haydée Martínez eligió actividades que en su época eran monopolizadas por los hombres, pero asegura que nunca se sintió discriminada a nivel profesional ni social.
“En mi adolescencia yo me sentí inclinada a estudiar Letras, pero fue mi padre quien me incentivó a estudiar una profesión liberal, para que no tuviera nadie que me mandara. Era un hombre con una visión muy progresista”, recuerda.
“Cuando estudié en La Plata tenía muchas compañeras mujeres aunque sí es cierto que no había profesoras. Nunca sentí ninguna discriminación ni reprobación en la Facultad ni tampoco en mi pueblo, donde trabajé como abogada con continuidad entre 1966 y 1998, siempre con una buena recepción humana. Si alguien creyó que por ser mujer iba a tener menor fuerza para litigar, no lo sé”.
A pesar de haberse inclinado por las ramas menos aguerridas de su profesión, como el Derecho Civil y de Familia, tuvo la valentía de presentar un hábeas corpus por la desaparición de Esteban Reimer, el 5 de enero de 1977, algo que varios de sus colegas varones de Cañuelas no se animaron a hacer. El caso de Reimer nunca fue esclarecido pero Martínez pudo averiguar que la chapa patente del Peugeot 504 que lo levantó de su domicilio pertenecía a un Fiat 600, propiedad de una persona que trabajaba en Campo de Mayo.
“No critico a los abogados que no acompañaron a la familia de Reimer. Yo lo hice porque consideré que correspondía hacerlo, no tuve miedo y por suerte no hubo represalias. Sí tuve alguna recomendación de personas que trabajaban en un Juzgado Federal que me aconsejaron no presentar ese tipo de recursos, pero nada más que eso”, rememora.
A fuerza de dedicación Martínez pudo abrirse camino y reflexiona que medio siglo después la sociedad todavía no ha liberado a la mujer de su obligación de ocuparse de todas las tareas del hogar y la crianza de los hijos. “Yo viví el trance, que todavía no se ha solucionado, de ser abogada y al mismo tiempo madre de familia, criar a los chicos, llevarlos a la escuela, hacer las tareas domésticas, etc., es decir desarrollar una profesión y al mismo tiempo conciliar eso con el derecho y las obligaciones de la maternidad, el hogar y el disfrute de los hijos. No había en mi época participación del esposo en las tareas domésticas. Recién ahora, de a poco, eso se está logrando, pero mi esposo no era de los que cambiaban un pañal o llevaban a los chicos al médico. Esas eran tareas reservadas a la mujer”.
Sus años al frente del Juzgado de Paz (se jubiló en 2016) le permitieron convivir con la complejidad social de esta época, la violencia y el conflicto de las relaciones. “Tenemos una sociedad que ha cambiado enormemente. Hoy las chicas de 13 ó 14 años viven cosas que antes que antes vivían a los 18 o 19. Hay un desajuste generacional. Los padres no tienen el debido tiempo para estar con sus hijos y cimentar la familia. También hay un mundo más competitivo y violento. Hay más drogas que contribuyen a incrementar esa violencia”.
“Durante mucho tiempo la mujer aceptó los malos tratos y el tema fue pasivamente naturalizado puertas adentro. Conocí a mujeres que me decían ´Mi marido no me maltrata, sólo me tira el pelo´. Ahora, gracias a Dios, hay otra conciencia frente a la violencia en todas sus formas y la igualdad se empieza a plantear como un derecho inalienable”.
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Escrito por: Redacción InfoCañuelas