“Shockeado”. Esa es la palabra que eligió monseñor Gabriel Barba para describir su estado de ánimo y el de los fieles más próximos cuando esta mañana anunció formalmente su designación como nuevo obispo de la Diócesis de San Luis. La noticia se conoció en las primeras horas de la mañana a través de la agencia católica AICA, provocando enorme sorpresa en Cañuelas y demás comunidades de la Diócesis que Barba conduce desde 2014.
Durante un mensaje que pronunció en vivo desde su canal oficial de Youtube, en tono sencillo y familiar, contó que el martes de la semana pasada recibió el llamado de la Nunciatura proponiéndole el nuevo destino. Admitió que desde entones tuvo “varios momentos en los que he llorado por la despedida”.
Luego hizo un balance de su gestión de poco más de seis años en Laferrère, un tiempo extremadamente breve para lo que suelen permanecer los obispos en un determinado territorio. “Yo pensé que iba a estar muchos años. Uno sabe que puede haber otro destino, pero proyectaba todo para esta diócesis. Alguna vez escuché decir que si querés hacer reír a Dios tenés que contarle tus planes. Mi plan era estar acá mucho tiempo. Se ve que Dios tiene buen humor”.
Destacó que su primera experiencia como obispo en Laferrère “ha sido rica, maravillosa y difícil, cargada de vida”. Sobre su traslado a San Luis dijo que ya es formalmente titular de esa diócesis, pero que no está definida la fecha de toma de posesión. “El Código de Derecho Canónico dice que hay un plazo de dos meses. Seguramente va a ser antes”, indicó.
También señaló que no está definido quién será su sucesor en Laferrère: “Empiecen a poner en su corazón a quien no conocen, como no me conocieron a mí. Recen por él”, concluyó.
En simultáneo con su mensaje por Youtube distribuyó una carta dirigida a las comunidades diocesanas.
Gregorio de Laferrère, 09 de junio de 2020
Querida comunidad Diocesana:
Se acaba de hacer público lo que me acaba de encomendar el Papa Francisco: soy el nuevo obispo de San Luis.
Seguramente esta noticia les causará mucha sorpresa y no se la esperaban. Permítanme decirles que a mí me ha pasado lo mismo, pero sólo siete días atrás.
No me imaginaba un cambio. El Papa Francisco tiene una mirada mayor de la Iglesia y agradezco su confianza nuevamente puesta en mí.
Saben cuánto quise y quiero a esta hermosa Diócesis a la que le he entregado mi vida y corazón en estos poco más de seis años. De lo intenso de todo lo vivido y de lo cercano que he intentado estar y ser junto a todos ustedes: sacerdotes, consagrados, diáconos, laicos/as.
Me cuesta irme de aquí por el gran cariño que les tengo a todos, pero no tengo ninguna duda de que si el Papa me pide esto, si la Iglesia me pide esto, es Dios quien me habla y me lo pide. Y sólo me nace decir sí. El Ministerio recibido no es para mí sino que es para servir donde la Iglesia me mande. Y hoy me toca ir a San Luis, una Diócesis a la que, como ésta, no conocía previamente. Sólo de pasada o de visita. Empezar de cero y empezar todo de nuevo. Continuar la rica y antigua historia que lleva esa Iglesia Particular.
La cuarentena, lamentablemente, no nos dejará dar esos abrazos de despedida que tanto hubiera deseado. Ahora nos toca a nosotros quedarnos con esas ganas de despedirnos así. No tenemos opción.
Jamás me alcanzarán las palabras para agradecer todo lo vivido y compartido con cada uno de ustedes. De lo profundamente feliz que han sido estos mis primeros años donde junto a ustedes he aprendido a ser obispo. Y seguiré aprendiendo. Gracias de corazón a cada uno. También pido perdón por mis errores. A varios se lo he expresado personalmente a lo largo del tiempo donde me he dado cuenta de que me he equivocado.
Sigan tan activos y creativos como siempre. Sigan siendo una Iglesia viva que se ha revitalizado en este tiempo de cuarentena. Sigan firmes en esa hermosa fe recibida y en su compromiso cristiano y eclesial.
Siempre estarán en mi corazón y en mi agradecida memoria.
Recen mucho (¡yo también!) por quien será su nuevo obispo y pastor. No se sabe aún quién será. Por medio de la oración pidan ya por él cada día.
Siempre son tristes las despedidas y cada uno las vive a su manera, como puede. Todos seguiremos juntos y en comunión trabajando por la Iglesia, desde nuestros propios lugares. Desde donde Dios nos va pidiendo que pongamos nuestros dones al servicio.
Gracias. Gracias. Gracias.
Dios los bendiga mucho. Los llevo en mi corazón. La Virgen de Fátima los proteja siempre.
+ Mons. Gabriel Bernardo Barba
Escrito por: Redacción InfoCañuelas