Este miércoles 23 de febrero murió el artista plástico lobense Osvaldo Disanto, muy querido en la ciudad de Cañuelas, donde fue regente y profesor de la Escuela Técnica Nro. 1 durante medio siglo.
A sus 82 años se encontraba afectado por un cuadro depresivo resultante del deterioro de su salud. Fue hallado en su domicilio casi sin signos vitales y murió a los pocos minutos en el Hospital Zonal de Lobos. Trascendió de fuentes oficiales que habría ingerido veneno. Dejó una carta en la que agradeció a todos por el afecto recibido.
Disanto nació el 8 de agosto de 1939 en la ciudad de Lobos. Su madre era ama de casa y su padre tenía una marmolería.
Luego de un breve período de dos años como maestro rural en Lozano, partido de General Las Heras, en 1962 comenzó a trabajar en la Escuela Técnica Nro. 1 de Cañuelas. Se inició como preceptor; luego fue regente por un período de 20 años y profesor de Biología y de Relaciones Humanas, más tarde denominada Culturas y Estéticas Contemporáneas, una materia que le permitió interesar a sus alumnos en las diversas facetas del mundo artístico.
Al mismo tiempo se desempeñó en el Colegio Industrial de Lobos. Entre 1962 y 1968 enseñó en la escuela privada de Mercedes Benz, en González Catán, convocado por el Ing. Félix Sendra, por esa época director en Cañuelas. Durante un período trabajó además en la Escuela Media 1, bajo la dirección de Martha Garra.
Al jubilarse, en diciembre de 2012, se llevó el mejor premio para un docente: el respeto y afecto de sus alumnos, que a pesar del paso de los años siguieron valorando su capacidad para transmitir conceptos, su sabiduría, su fino humor y su entrega a la profesión.
“Para mí fue un excelente profesor. Nos enseñó a amar la literatura y el arte. Todo lo que nos enseñaba nos quedaba grabado. No era necesario estudiar para los exámenes porque transmitía las cosas con tanta claridad que luego con un simple repaso podíamos ir confiados a rendir la prueba” expresó su ex alumno Rubén Báez el día que dejó las aulas.
En la faz artística será recordado como uno de los artistas más creativos, completos e innovadores de la región.
“El arte apareció de chico. A los doce años hice mi primer collage. Iba a dos profesoras que había en Lobos: una era María Muxi de Pigazzi —madre de Herberto Pigazzi, egresada de una escuela de artes de Buenos Aires— y Zamira Luppi, quien fue directora del Colegio Nacional y también egresada de una escuela de bellas artes de Buenos Aires —era la excelencia en pintura y dibujo en nuestra ciudad—. Como vivía a una cuadra y media de casa, iba todas las tardes. Tuve la suerte que no me cobraba porque valoraba mi trabajo” conto hace unos años en una publicación de su ciudad.
Si bien nunca desarrolló una carrera sistemática, por su don natural ganó una beca que le permitió completar la tecnicatura Mayor en Historia del Arte Occidental en la Universidad de Salamanca, España, en la década del '80.
Tenía un entrañable cariño por Cañuela. En esta ciudad trabó amistad con el profesor Héctor Durante, egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, y con su hijo, el también artista plástico Rodolfo Morfese, quienes le abrieron las puertas.
“Osvaldo era generoso con su obra y manejaba todas las técnicas imaginables. Siempre solía decir que la pintura es mucho más que un entretenimiento o una terapia. Concebía el arte como un laboratorio experimental” lo definió Morfese.
En la década del ´70 sufrió en el alma el derribamiento de la vieja Iglesia Nuestra Señora del Carmen, de la que realizó numerosas pinturas. En tiempos recientes imaginó una “Virgen de las Cañuelas” que dejó plasmada en un lienzo impactante que se conserva en el Palacio Municipal de Cañuelas.
Tan fuerte era su vínculo con Cañuelas que se ocupó de diseñar -siempre a título de colaboración- los logotipos de comercios emblemáticos como la confitería Oasis, Sabbat y Old West, en los que además aportó ideas para la decoración interior.
A lo largo de su fructífera carrera produjo casi 4.000 obras, la mayoría de las cuales obsequió a sus amigos en distintas partes del mundo. En 2014 realizó su última muestra individual en la Biblioteca Albino Capponi de Lobos. En el conjunto se destacó un collage que reproduce la Casa de Tucumán, esa primera obra que realizó cuando tenía apenas 12 años y que le abrió el camino.
En 2021 el gobierno municipal de Lobos le realizó un homenaje por su trayectoria y en ese marco se estrenó un audiovisual que muestra el proceso de restauración de “Las Banderas”, un mural que donó al Concejo Deliberante de su ciudad en 1985 para celebrar el advenimiento de la democracia.
Germán Hertenrether
Escrito por: Germán Hergenrether