Hubo un hombre en Cañuelas que igual barría la vereda o gestionaba una reunión de los Bomberos; que disponía de su tiempo tanto para organizar una kermés como para preparar la procesión del 16 de julio; que un sábado a la tarde se iba a llevar golosinas al Cotolengo de Cláypole o juntaba abalorios antiguos en las estancias para hacer una muestra histórica con motivo del 25 de Mayo en las vitrinas de su galería. Que llevaba en su coche al cura a Udaondo para que la gente escuchara misa o que se iba, hecho una tromba, al viejo Canal 7 a solicitar apoyos y fondos cuando una tormenta derribó los talleres de la Escuela Industrial.
Así recuerdan sus familiares y antiguos vecinos a Víctor Brignani, ese prócer cotidiano de Cañuelas, comprometido y solidario, de cuyo nacimiento se cumplirán 100 años el próximo sábado 29 de febrero. Sus hijos convocan a un homenaje en su memoria que tendrá lugar ese día en el cementerio municipal de Cañuelas, a las 17 hs.
Víctor llegó muy joven al pueblo. Con 19 años comenzó una pujante vida comercial, primero con un local en Libertad y Belgrano, después en la calle San Martín y por fin recaló en un local en la actual Av. Libertad 673 (en la sede del Banco Santander Río).
“Voy a lo de Brignani a comprar un décimo a ver si me gano el gordo” decía uno, y algún otro le pedía: “Víctor, un 43/70, fósforos de cera y una caja de cartuchos del 16 con munición del 3, que voy a cazar liebres”. Casa Brignani vendía cosas de bazar y de juguetería; era cigarrería y casa de lotería; vendía las Gillette, crema de afeitar Palmolive y las Eveready con 9 vidas. Para todos era “Lo de Brignani”. Para los íntimos, “Lo de Víctor”.
De risa contagiosa y saludo abierto, se implicó vivamente en la vida social, política y religiosa de Cañuelas.
La Acción Católica y la Junta Parroquial supieron de su dinámico compromiso, a punto tal de desmalezar, con un grupo de padres, el fondo de la Iglesia para hacer la canchita en la que los pibes jugaron sus picados a muerte; pero eso sí, para ganarse el cielo. Con otros padres también armó el Cine Teatro Argentino, para que esos mismos pibes, y también las pibas (en la misma función pero sin mezclarse) pudieran ver cine del bueno, sin el fuego de la Coca Sarli, para no perder el cielo.
En el ámbito político tuvo una dilatada militancia que le trajo problemas en una época de intolerancia. En el ´55 la prensa oficial de esos días tildó de “terroristas” a un grupo de ciudadanos de Cañuelas vinculados a la Iglesia que habían impreso unos panfletos con cuestionamientos al gobierno del General Perón. La prensa exageró aquel movimiento a tal punto que habló de un “complot” urdido por Víctor Brignani y el cura del pueblo, Jesús Borlandelli, para derrocar al Gobierno. Fueron todos encarcelados en una comisaría de Temperley e incomunicados durante una semana. Hace unos meses InfoCañuelas publicó una reseña de aquel episodio desconocido por gran parte de la comunidad local.
Los Bomberos Voluntarios también se beneficiaron de su fogoso accionar. Siendo él presidente se levantó el primer cuartel, con vestuario para el cuerpo de Bomberos y sala de reunión de Junta Directiva.
Don Víctor en una instantánea de entre casa.
Junto con otros tantos comerciantes generó el CCC (Crédito Comercial Cañuelas). Lo de Mendigochea, lo de Rizzi, lo de Zabal, lo de Garzón, La Marina, lo de Brignani y tantos otros comercios tenían esta prestación para favorecer a sus clientes con el pago en cuotas. Tal vez, sin proponérselo, fueron los precursores de las tarjetas de crédito.
Integró ese valioso grupo de aportantes anónimos que en 1969 prestó dinero para la compra del edificio propio de la Biblioteca Popular Domingo F. Sarmiento; y en 1977 junto a recordados colegas como Héctor Zabal, José Yapur, Tito Garzón, Domingo Masciotra y Julio Caeiro, fue miembro fundador de la Asociación de Amigos de la Avenida Libertad, creada a los efectos de mejorar estéticamente el centro comercial.
Su vida familiar fue rica y fructífera. Víctor y Rosita tuvieron cinco hijos (Eduardo V., Rosa Beatriz, María Margarita, Carlos y Miguel A.) y un angelito. Promovían las reuniones y encuentros para las fiestas con la gran familia de origen, Los Brignani. Hoy, si viviese, no tendría mesa para sentar a sus 17 nietos y 28 bisnietos.
“Hombre de fiestas y celebraciones, se fue de nosotros, en medio de toda una grande. Se fue casi con el grito de los goles de Kempes y de Bertoni. Para el domingo de la final del campeonato de fútbol del ´78, infló a pulmón un montón de globos celestes y blancos, levantó un palco, iluminó la calle y cerró al tránsito la Av. Libertad para que todos pudieras celebrar a lo grande a Argentina campeón. Su corazón exultante no resistió. Se fue como había llegado y vivido: celebrando”.
Con el aporte de Miguel Brignani y familia.
Víctor Brignani, a 100 años de su nacimiento. (Fotogalería)
Escrito por: Germán Hergenrether