En la tarde del lunes 21 de julio de 1947 una explosión enmudeció a los pájaros y detuvo por un instante el corazón de los escasos pobladores que vivían en la zona rural del ´72. Al cabo de un parpadeo se divisó un hongo de humo negro de gran altura y objetos que llovían en un radio de 400 metros.
La devastadora explosión ocurrida a las 15.30 en la fábrica de los Hermanos Bossone mató a uno de sus dueños, a tres obreros, a una vecina y a cuatro menores. Los cuerpos fueron hallados por los Bomberos Voluntarios de La Plata con la ayuda de Tricki, el perro del complejo fabril.
El establecimiento dedicado a la fabricación de fuegos artificiales e insumos militares funcionaba en un galpón de 12 x 4 metros. Al momento del suceso trabajaban 10 personas –en su mayoría mujeres y niños– que estaban produciendo grandes cantidades de cartuchos flamígenos (que despiden llamas) utilizados por el Ejército Argentino para realizar prácticas de puntería. De acuerdo a los primeros indicios, el siniestro se produjo por la detonación accidental de una granada que hizo volar el depósito de pólvora.
La planta había comenzado a funcionar hacia 1940 en los campos de Matilde Modesta Bercetche en la zona conocida como “La Leonor”. “Estaba situado en el camino de tierra hacia Gobernador Udaondo, bajando en el Km. 72 de la Ruta 3, en la curva antes de llegar al almacén La Fortuna de Farisán, sobre la mano izquierda. Allí se erguía ese establecimiento, tan desusado en un medio rural” señala María Lydia Torti en su libro Antiguas Crónicas Cañuelenses.
Gracias a los diarios de la época InfoCañuelas pudo reconstruir detalles hoy desconocidos de esa tragedia que llegó a todas las redacciones del mundo.
El diario Crítica, en su edición del 22 de julio, publicó los detalles de la investigación realizada por la policía de Cañuelas. El comisario Abel Laval informó que los muertos eran nueve:
• José María Bossone, de 35 años, casado. Era uno de los propietarios y fabricante.
• Los obreros Pedro Carlos Delfino, de 22 años; y Roque Martino, de 19, ambos solteros.
• Manuel Feliciano Espíndola, de 54 años, casado, quien había entrado a trabajar diez días antes de la desgracia. Junto con él fallecieron su esposa, Leonor González, y sus dos hijitos de corta edad.
• Teresa Alegre y su pequeño hijo Inocencio Escudero, de 8 meses, quienes vivían en una casa ubicada dentro del complejo.
TRICKI E INOCENCIO
El diario Crítica entrevistó a Arnaldo Escudero, el papá de Inocencio. El hombre relató que ese lunes 21 a media tarda estaba tomando mate con su esposa y su hijito hasta que se dirigió a juntar leña a un monte situado a unos 300 metros de la fábrica. De pronto sintió la explosión, vio una humareda y restos que volaban por los aires. Corrió hacia el polvorín y al acerarse al predio se topó con una cabeza humana tirada en el pasto.
“Arnaldo no se atreve a afrontar la vista de sus seres queridos destrozados. Corre hacia el pueblo, hacia la casa de su familia. Poco después en la casita modesta, llena de hermanos, cuñados y cuñadas, todos lloran a coro a su alrededor. La explosión ha sido un siniestro de tétrico saldo” describía el matutino porteño.
“De la fábrica de mampostería sólo queda un despojo, un recuerdo. De los galpones: pedazos de chapas, maderas, hierros informes, un montón de ladrillos que apenas se levantan del suelo. El cadáver de un hombre y el de una mujer de bruces sobre los ladrillos. Todo ha volado al reventar el volcán. Todo ha sido tratado por igual por la enorme fuerza de la explosión”.
Además del peón Escudero, se salvó milagrosamente el sereno, de apellido González, quien se hallaba en una quinta vecina junto a su perro Tricki. La mascota de la fábrica fue fundamental para encontrar los cadáveres mutilados y dispersos bajo los restos de mampostería.
El 23 de julio a las 6 de la mañana, dos días después de la detonación, los bomberos de La Plata reanudaron la búsqueda. Todavía faltaba encontrar al pequeño Inocencio.
“A unos 3 metros del epicentro de la explosión, bajo una montaña de escombros, Tricki se puso a aullar y a moverse inquieto. El oficial Alfanotti advirtió la desesperación del animal y comenzó a apartar maderos, ladrillos y chapas retorcidas hasta que vio los restos de la infortunada criatura, que fueron entregados al atribulado padre” detalló Crítica a través de su enviado especial.
El velatorio se realizó en el salón de actos de la Municipalidad de Cañuelas. El comisionado municipal José Suárez y funcionarios enviados por la Gobernación encabezaron el cortejo que se dirigió hacia el cementerio de la Ruta 205 acompañada por una caravana de vecinos del pueblo.
Los cuatro integrantes de la familia Espíndola fueron trasladados a la ciudad de Lobos, de donde eran oriundos, mientras que Roque Martino y Juan C. Delfino fueron inhumados en Lomas de Zamora.
La granada Bossone. Se cree que una activación accidental de ese artefacto desencadenó la explosión de la planta.
BOMBAS Y MORTEROS
La sociedad Bossone Hnos. estaba constituida por José María y José Antonio Bossone, quienes antes de instalarse en Cañuelas para fabricar insumos militares tenían un taller de tornería y rectificación en la calle Cangallo al 2700 de Capital Federal. Allí también fabricaban piezas especiales para aviación y máquinas industriales.
Heredaron el oficio de su padre, Armando Raimundo Bossone, un industrial italiano nacido en Piea D´Asti. A fines de 1937, cuando tenía 55 años, emigró a La Argentina.
Poco después de su arribo al país fundó la metalúrgica “A. R. Bossone S. R. L.” especializada en la fabricación de bombas de aviación y granadas de mortero para las fuerzas armadas.
En 1940 el Ministerio de Guerra aprobó el empleo de la “Granada de Mano modelo Bossone”, ideada por el industrial italiano, y en 1944 la Secretaría de Industria y Comercio de la Nación le otorgó la patente de su invento denominada “Nueva Mina Bélica Terrestre” con licencia para fabricarla durante 15 años (expediente 327.246/44).
Espíndola, el obrero de Lobos que falleció junto a su familia. Su madre le ganó un juicio laboral a la empresa.
JUICIO Y CONDENA
Poco después de los sucesos en el polvorín de Cañuelas Benita Del Carmen Farías, madre del fallecido Manuel Espíndola, demandó a la firma Bossone Hnos.
En el juicio llevado adelante en los tribunales del Trabajo de La Plata planteó que Espíndola era nieto político y único sostén de la anciana Ángela Díaz de González, de 92 años, oriunda de Lobos, quien quedó librada a la caridad de los vecinos que procedieron a proporcionarle transitoriamente, albergue y alimentación. “Al dolor por la desaparición de todos sus familiares, esa pobre anciana debe agregar la amargura de su dificilísima situación, por cuanto no cuenta con medio alguno de supervivencia”.
Si bien la firma Bossone Hnos. intentó desligarse de su responsabilidad en los sucesos alegando que Espíndola era empleado de un contratista, el análisis de la contabilidad de la empresa demostró lo contrario.
En 1949 el Tribunal del Trabajo la condenó a pagar 6 mil pesos moneda nacional como indemnización más 100 pesos en carácter de gastos de luto, todo con intereses, suma depositada en la Caja de Accidentes.
Hacia finales de la década, lo que quedaba de la empresa Bossone fue absorbido por la fábrica Industria Metalúrgica y Plástica Argentina (IMPA) que había sido fundada por el Ing. José Mario Sueiro y nacionalizada en 1945 por el gobierno de Edelmiro Farrell.
Fuentes:
• Diario Crítica, ediciones del 22 y 23 de julio de 1947.
• Diario El Orden (Santa Fe), edición del 22 de julio de 1947.
• Antiguas Crónicas Cañuelenses, María Lydia Torti, 2002.
• Diario de Sesiones. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. 1947.
• Boletín Oficial de la República Argentina.
• Fallos de la Justicia del Trabajo, Volumen 7, 1949.
Escrito por: Germán Hergenrether