24 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Una docena de preguntas a Daniel Roncoli, que presenta su nuevo libro sobre el catch argentino

Será este viernes a las 19 en Volveré, con la coordinación de José María Marcos.

Osvaldo Príncipi y Daniel Roncoli en la presentación de noviembre en el Club del Comic.

Osvaldo Príncipi y Daniel Roncoli en la presentación de noviembre en el Club del Comic.

Futbolero, escritor, actor, periodista, exdirigente, a fines de 2023 Daniel Roncoli presentó su libro Crónicas imposibles del Turco Escalera (Editorial Párrafo Aparte).

Con la tinta de las crónicas todavía fresca apareció su siguiente producción, Un ladrido de perros a la luna. A la par de su admiración por Martín Karadagian, Roncoli traza una pormenorizada historia de los orígenes del catch en la Argentina. “Este libro es verdad” lo elogió Osvaldo Príncipi durante la presentación realizada en noviembre en el Club del Cómic de la calle Montevideo.

Este viernes 15 de marzo Roncoli presentará este libro en Cañuelas. Será a las 19 hs. el Centro Cultural Volveré (Rivadavia 958) con preguntas y comentarios del periodista y editor José María Marcos. La invitación es abierta, con entrada libre y gratuita.

Aprovechamos esta circunstancia para compartir una entrevista con Daniel realizada con motivo de la salida de su libro anterior. 

1. Daniel, queremos saber: de todas las cosas que hiciste, de todos los personajes que interpretaste y que fuiste, de todas las facetas de tu vida pública, profesional, que asumiste hasta ahora, ¿cuál (o cuáles) te define/n mejor? ¿En qué sentido?  

Supongo que depende de los momentos, los estados de ánimo y los procesos personales pero si tuviera que elegir algo donde haya podido sentir eso que se dice de tocar el cielo con las manos, esa sensación siempre la logré experimentar cada vez que hice teatro. Independientemente de la obra, de un unipersonal a una pieza de texto con otros veinte intérpretes.

2. Estuve en la presentación de tu último libro, Crónicas imposibles del Turco Escalera, escuché las buenas voces de Alejandro Apo y de Viviana Vila, pero me llamó más la atención la cara de los que fueron al bar del Club ese miércoles en el momento en que Daniel les hablabas de gente y de historias de Cañuelas que ellos vivieron o de las que oyeron alguna vez . ¿Eso es algo que te proponés cuando escribís y cuando hablás en público, esto es: provocar nostalgia, despertar antiguas pasiones y recuerdos? ¿Cómo lo hacés? ¿O es solo que te sale así? 

En lo particular, entiendo que la presentación de un libro constituye una ceremonia y, en ese sentido, siempre se presenta el galimatías de qué hacer para que el momento sea grato y, de algún modo, el libro “se presente”. En general, se me ocurren o han ocurrido ideas difíciles de llevar a cabo porque los libros que me ha tocado difundir son empresas de tracción a sangre y no hay presupuesto. En este caso que señalás, tuve el privilegio de ser invitado a un Café Cultura y fui parte de un entramado. No me propongo nada en particular, supongo que tiene que ver con la capacidad de comunicar y narrar, pero enfrento al auditorio como quien se tira del trapecio sin red. La experiencia me indica que si pensás o preparás algo, te lo olvidás o “el vivo” requiere otra cosa, y el prurito de ser solemne un poco que lo he abandonado; ya no tengo ese miedo, así que lo afronto con cierta naturalidad. 

3. Dos jugadores del fútbol de Cañuelas, de antes, que recuerdes con orgullo, de los que harías hacer estatuas y ponerlas en la entrada de la ciudad.

Enfatizás el “de antes” y eso a mí me dispara hacia jugadores de fútbol que no vi, y que para mí son una construcción de mi imaginario. Por lo tanto tomaré dos de diez o veinte que hubiese elegido mi viejo: El Flaco Perrotta y Carlitos Durante. Además, los dos son muy “estatuables”: uno enjuto hasta la insignificancia, con la mirada clara y el bigotito de galán de Hollywood; el otro con su bicicleta al lado —la que también lo acompañó como intendente—, y esa boina de sus primeros años en la Primera de Cañuelas, en la que parecía un hongo.

4. A veces el lector no percibe algunas ideas o sentimientos o preguntas que el escritor puso en el libro en forma quizás velada, no tan evidente, y que quisiera que  los lectores “las vean”. ¿Te pasa eso a Daniel? ¿Qué cosas (aunque no sea más que la elección de los nombres de tus personajes, o una teoría acerca de algo, o lo que fuere) te gustaría que leamos, que veamos en Crónicas imposibles del Turco Escalera, cosas que a Daniel te hagan cerrar los puños y decir: “¡Por fin se dieron cuenta!”? 

Describís algo que sucede, eso pasa. En este caso, por la característica del libro, sospecho que lo que más me interesa es reconstruir los escenarios y las atmósferas donde sucedieron los acontecimientos que se relatan. Que se pueda ver esa “otra” Cañuelas que en términos históricos dichos con mayúsculas es historia nueva pero que en la horma de lo cotidiano ya no existe, o quedan simientes desperdigados hacia otras formas. 

5. En el prólogo a tu libro Canilleras en el alma (aunque creo que en principio se lo habías pedido para Resaca de potrero), el Negro Fontanarrosa escribe: “esta ala izquierda Roncoli—Literatura promete”. ¿En qué sentido creés que cumpliste, al menos en parte? O, si no: ¿qué pensás o creés que te queda por hacer para cumplir esa promesa que él vio en Daniel?

El fue generoso y se sintió comprometido. Alrededor de ese prólogo sucedieron dos o tres episodios que me vincularon a él —lo digo así porque seguro que para él fueron situaciones vulgares— que me parece lo condicionaron, por lo tanto, más allá del afecto, tomo esas palabras con pinza. Siento placer por escribir, sin tener tan en cuenta el resultado, sino en función de lo que me sucede en una dimensión que para mí es lúdica. En general, si dejo dormir un texto y lo retomo como lector no me siento conforme, o mejor dicho, es raro que algo escrito por mí me agrade… Por decisión o por comisión, últimamente he escrito varios libros que tienen una pata puesta en la investigación y, hasta en la antropología, por lo que la vertiente literaria queda un tanto corrida hacia un costado.      

6. Un flaco que quiere escribir te dice y te pregunta en confianza: Ya sé que para ser escritor simplemente hay que ponerse a escribir, pero ¿cómo empiezo?, ¿hay cosas que debo tener en cuenta? ¿Qué le respondés, Daniel?

En mi caso, vinculo a la escritura con la inteligencia lúdica y la mimética. Advierto que siempre me interesó la narración pero desarrollada como una experiencia relacionada con jugar. Aquella vieja idea de cierta tortura del escritor frente a la página en blanco, jamás la vi así. Por el contrario, lo veo como una invitación, un espacio para pasarla bien, y crear un universo. Le diría eso tan básico que enunciás en la pregunta: que empiece y que  lo haga, dentro de lo posible, con una actitud acrítica. Cuando uno se inicia, si predomina el crítico que todos tenemos dentro por sobre el fluir, esa especie de cepo censor seguramente le impida sentir la felicidad que debería proporcionarle desarrollarse en algo que, al menos en apariencia, lo motiva. 

7. Dos o tres libros que te hayan volado la cabeza o el corazón o ambos. ¿Cuándo los leíste?

Leo poco porque como lector tengo una dispersión absoluta. Cualquier línea de cualquier libro me dispara hacia un universo personal y me voy por las ramas, colgado de pensamientos, ideas o situaciones paradojales. Un libro que me atrajo mucho, por ejemplo, fue Triste, solitario y final de Osvaldo Soriano. Me gusta como escribía —escribe— el Gordo y estaba, además, en un momento de búsqueda alrededor de la figura de Stan Laurel –El Flaco del Gordo y el Flaco— por varias particularidades de su vida que me llamaban la atención y me atrajeron siempre. La pareja de cómicos son dos de los personajes de ese libro que trama su ficción con elementos reales. Otro libro que tengo presente es El Aleph, de Jorge Luis Borges, y por añadidura todos sus libros de cuentos. Es una lectura de la Secundaria, promovida por nuestro profe Tito Riva, y si bien en ese momento nuestra rebeldía manifestada en actos de indisciplina me podían mostrar indiferente frente a ese libro y el cuento que le da nombre, siempre me quedó resonando. Esa debe ser una de las cualidades más importantes de los grandes y las grandes docentes. Volví muchas veces a Borges, y siempre lo leí diferente o me abrió otros grifos. 

8. ¿Por qué son “imposibles” esas crónicas del Turco Escalera? 

Es un concepto que tiene dos acepciones: Por un lado, porque son cosas que Escalera no escribió, y que yo asumo en su nombre pero no puedo arrogarme el derecho de hablar por él al 100%. Lo otro porque la base argumental más fuerte es la tradición oral, y esa falibilidad, ese recorte, esa arbitrariedad, ese tamiz, transforman en verosímil y cercano un pasado imposible de apresar. 

9. Están armando un equipo de escritores, un equipo de fútbol—literatura, y el técnico te está por llamar ahora, digamos en menos de diez minutos. Descontamos que le vas a decir que sí, pero nos gustaría saber en qué lugar de la cancha literaria te ves jugando para este equipo, y qué características de tu jugar—escribir te parece que tenés para ocupar ese puesto.

Valdano hablaba del miedo escénico como un factor limitante para que un futbolista destaque, en este caso y aceptando la analogía creo que puedo superar con cierta facilidad ese miedo escénico, que es una forma poética de decir que me animo, lo que no es síntoma de coraje sino de inconsciencia. 

10. El flaco (el mismo/a de hace unas preguntas) quiere vivir de la literatura. ¿Es posible? ¿O le vas a responder, para bajonearlo o darle un golpe de realidad, que escribir es un lindo pasatiempo nomás?

Me declaro imperito a tal fin. Debería irse a Palermo a la Editorial Orsay y ubicarlo a Hernán Casciari que le encontró otra forma a la producción literaria, o ubicar en la Feria del Libro a algún escritor o escritora Best Seller para que le acerque las claves. En mi caso, jamás viví de la literatura si se entiende por ganar plata de la venta de libros.

11. El flaco ya se estaba poniendo pesado. Lo saludaste para que se fuera, pero antes de que diera vuelta la esquina, lo llamás, te acercás, lo sacudís por los hombros y le decís:  “Eso sí, Flaco, no cometás los mismos errores que yo”. ¿Cómo siguió ese consejo? ¿A qué errores te referías?

En mi producción literaria he cometido muchos errores que puedo identificar y muchos que, seguramente, ignoraré… Me cuesta trasladarlos de manera abstracta. En general, siempre he sido un hacedor. Le diría eso, “que haga”.

12. ¿Qué nos está faltando en Cañuelas, Daniel?  

Por ahí es más fácil ver lo que está sobrando, y en este caso, como “Crónicas Imposibles del Turco Escalera” busca, también, construir sentido… Sentido de pertenencia y sentido de trascendencia —¿Quiénes somos? ¿Por qué somos así? ¿De dónde venimos?—… algo que sobra es esa costumbre inderogable del cañuelense de relativizar al valor local, esa manía de mirar por encima del hombro al vecino, esa desconfianza por el par traducida en apatía o descalificación.

¡Gracias, Daniel!

Escrito por: Fabián Rossini