-¿Qué es lo que no puede faltar en tu heladera?
- Los estantes. De lo otro hay poco de todo, me gusta que en un lugar de la casa haya espacio. Ahora mismo hay alguna fruta, un poco de mermelada y agua.
-¿Y en tu mesa de luz?
- Tengo un par de libros que no leo y roto con otros que andan por otros lugares de mi casa. Cuando llego a la cama casi siempre es rendido, no paso tiempo allí pero me hace ilusión que por las noches alguno de los personajes amotinados en las páginas se den una vuelta por mi almohada y me participen de alguna aventura.
-¿Cuál fue el papelón de tu vida?
- Difícil elegir uno cuando la producción es tan vasta. Ahora me viene a la mente un día que me quedé encerrado dentro de un cajero electrónico junto a una legendaria heroína de las telenovelas. Ella no me conocía y yo la reconocí. Tirábamos y la puerta no cedía, sudamos la gota gorda, fueron minutos que parecieron siglos. En eso, ella se puso muy nerviosa y comenzó a hacer tanta fuerza que se le salió la peluca. Era calva. Y yo levanté "su melena" como si nada, se la di y a los dos nos dio mucha vergüenza, sobre todo porque al cajero le faltaba un lateral de vidrio y se podía salir caminando perfectamente.
-¿Lo que más te hizo reír?
-A mí todo el tiempo me dan ataques de risa a los que creo no voy a sobrevivir. En el último verano con el pianista Marcelo Baldonedo tuvimos mil, nos reímos de pavadas. Nos hicimos pis encima cuando un tipo le discutía diciéndole que él, Marcelo, era Jorge Corona... No se parece en nada y la discusión fue eterna. Hubo frases antológicas y Marcelo tuvo que contarle chistes de gangosos.
-¿Qué harías si fueras invisible por un día?
- Trataría de aprender cómo esos tipos con una cara de salame como la mía salen con esas diosas. Espiaría los métodos.
-¿Alguna vez robaste algo?
- Dicen que un escritor no puede preciarse de tal si no es testigo de que un lector roba un ejemplar de su obra en una librería. Al menos son cosas en las que profundiza Abelardo Castillo. El año pasado estaba haciendo Mil Palabras a la Redonda en una librería en la calle Corrientes y estaban exhibidos ejemplares de alguno de mis libros. Antes de la función vi claramente como una chica tomó uno de la pila y con su mejor cara de disimulada lo metió en su bolso. Me produjo una enorme satisfacción y me quedé callado. Pero ese día, vino a vernos Juan Herbella, un futbolista que escribe y sacó un libro muy interesante: me llevó de regalo un ejemplar y me sentí un poco en deuda así que me dirigí hacia la mesa donde estaba la niña, la miré fijo y entendió perfectamente... Saqué del bolsillo de su bolso el libro que ella había tomado de la pila, se lo dediqué y entregué a Herbella...
-Tres cosas obligadas en tu billetera...
- Las tres únicas que me parece llevo regularmente, el carnet de actores, monedero (la tarjeta para el subte) y la tarjeta de débito.
-Si tuvieras que hacerte una cirugía estética, ¿qué cambiarías?
-¿El prolongador peneano entra en la categoría cirugía?
-Tres cosas que te ratonean de una mujer.
- Espalda con huequito como para meter la mano, que la conmueva alguna cuestión que no se pueda comprar en un shopping, que tenga el dimmer y sepa usarlo para hablar en los momentos amables y ser encantadora en los momentos de silencio.
-¿Qué decía el último mensaje que recibiste en tu celular y quién te lo envió?
-¿Hola, vidrieria? Una señora, creo que el apellido era Ferreyra. Se confunden mucho con la vidriería, sospecho que el señor tiene algún número apenas de diferencia con el mío.
-¿Cuál fue tu última mentira?
- Hoy en el subte, subió un señor mayor, canoso, que me dio mucha ternura. Le ofrecí el asiento pero con gran dignidad no quiso sentarse, me hizo un gesto que no y le dije "bajo en la próxima". Faltaban varias estaciones. Se dio cuenta...
-¿Alguna vez tuviste una fantasía con una maestra o profesora?
- El otro día hablaba con Sergio Indaverea porque me apareció sugerida en Facebook una persona y yo la asocié a una profesora que venía a la Escuela Estrada. Era de Lobos y daba inglés. Era una suerte de bomba sexy, si bien no se parecía podríamos decir que era una suerte de Cuccinotta que nos enseñaba más de la alteración de las hormonas que de la lengua de Shakespeare. La duda surgió porque aparecía como radicada en Neuquén y en la foto no se distingue bien. Finalmente, me di cuenta de que era porque tenía menciones varias hacia Lobos. Me refiero a Susana Emenenti...
-¿Por qué zona del cuerpo empezás a bañarte?
- Respuesta abierta, por la cabeza...
-Algo que no soportas de tu pareja y que nunca te animaste a decirle...
- Soy solo... sniff.
-¿Frente a quién te sacas el sombrero y a quién nunca le darías la mano?
- Me saco el sombrero todo el tiempo, ante mucha gente. Tengo capacidad de admirar... Ahora si me apurás y por lo del sombrero, pienso en Osvaldo Miranda, que falleció hace tan poco. Charlé alguna veces con él en la Asociación Argentina de Actores y era un señor que se detenía, hacia una reverencia, se sacaba el sombrero y extendía la mano. Un gran comediante, una persona afectiva y un atractivo contador de historias. Supongo que no le daría la mano a algunos personajes de la historia, los evitaría, los genocidas ponele.
-La última vez que pediste perdón y por qué fue.
- Ahora, por respuestas tan pedorras. Pido mucho perdón, soy medio comedido también. Medio nabo, digamos.
-¿Cuál es el regalo más insólito que te hicieron?
- Mmm... Una vez me quisieron regalar un casco, pasé de largo... No manejo y menos motos, alguna persona le habrá dado uso.
-Si pudieras volver el tiempo atrás y cambiar algo que hiciste o dijiste, ¿qué sería?
-Iría nuevamente a probarme como jugador de fútbol a Cañuelas y le pondría más onda a la prueba, ahora entiendo mejor el juego y tengo más definido mis principios futbolísticos... Creo que quedaría. Me quedó mucho por hacer en el fútbol.
-¿Qué lugar del mundo te gustaría conocer?
- Roncoli, un pequeño pueblo italiano. ¿Quién te dice que hay una herencia esperando?
INFOCAÑUELAS
Escrito por: Redacción InfoCañuelas