“Poné a Bayenga, la puta que te parió” coreaba la hinchada de Cañuelas cuando el equipo se hundía en el letargo y la sed de gol.
Transcurría el año 2009, Cañuelas acababa de descender a la D y la comisión despedía al técnico Sergio Alcoba luego de una dramática temporada de 23 partidos sin victorias. En simultáneo a la llegada del nuevo DT Mariano Fernández, se sumó al plantel un ignoto jugador de la República del Congo, de 21 años, el primer africano que jugó profesionalmente en el fútbol argentino.
Occupé Bayenga debutó con la casaca albirroja el 19 de septiembre de 2009 ante Deportivo Riestra con un desabrido empate sin goles. Sin embargo, se fue del Arín ovacionado. “Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, los goles de Bayenga que ya van a venir”, seguían coreando los pibes del tablón.
El 25 de septiembre tuvo su segunda presentación ante Deportivo Paraguayo con un nuevo empate en cero. Desde los vestuarios Occupé le prometió al periodista Enrique Pereyra Lucena que en el próximo encuentro haría su primer gol. Y cumplió: el martes 29 de septiembre marcó de cabeza en el arco de Cláypole dándole a Cañuelas el triunfo por la mínima.
A partir de allí conquistó al público tambero con su carisma y su vértigo en la cancha. “Bayengol” -como lo apodó el periodismo de la época- en realidad no fue un goleador extraordinario pero sí un delantero movedizo y solidario que siempre buscaba la asistencia a un compañero mejor ubicado o que encaraba al área como una gacela en busca del penal. Le imprimió velocidad al ataque de una divisional caracterizada por sus movimientos paquidérmicos.
En los 15 meses de permanencia en Cañuelas jugó 18 partidos anotando seis goles. En ese período compartió el plantel con su primo, el también congoleño Mike Mokiala.
A principios de enero de 2011, durante la gestión del técnico Marcelo Rufini, fue cedido al Deportivo Copiapó de Chile, un equipo que militaba en la primera B. En la temporada 2012 fue fichada por el club de primera Universidad de Concepción (UdeConce) en una operación que le permitió a las arcas de Cañuelas hacerse de algunos dólares. En ese último período tuvo una campaña irregular afectada por lesiones y por su estado anímico: se sentía cada vez más lejos de su familia. En 2013 fue cedido a Deportes Concepción y al año siguiente armó las valijas para regresar a su tierra.
Nacido el 8 de noviembre de 1988 en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo (antiguamente conocida como Léopoldville) Occupé se esfumó del fútbol y de las redes sociales. Luego de una larga búsqueda InfoCañuelas lo encontró en su nueva realidad, en otro país. Si bien prefiere no brindar demasiados detalles de su vida privada, cuenta que formó una familia, que trabaja en una empresa de logística dedicada a la distribución de frutas y verduras y comparte una infidencia reciente que le provoca una gran satisfacción: el 19 de septiembre logró comprar su primer auto, un Renault Clio de segunda mano, con cambios automáticos, ideal para alguien que recién aprendió a manejar.
A pesar de que se fue de Sudamérica hace más de un lustro, todavía se comunica en español con bastante solvencia y echando mano a los argentinismos. “Espero no hacer quilombos y que no se me caguen de risa por cómo hablo”, dijo antes de enviar un video con un saludo para muchos cañuelenses que recuerda con entrañable afecto y agradecimiento.
En un extenso diálogo con InfoCañuelas adelantó su idea de contactarse con el presidente del CFC, Daniel Roncoli, a quien no conoce (cuando partió a Chile el club estaba bajo la conducción de Roberto Irigoyen). Su proyecto es traer jugadores congoleños a la Argentina con el objetivo de que realicen su primera experiencia en Cañuelas, el lugar que considera su segunda casa.
-¿Cómo se dio tu llegada a Cañuelas?
-Empecé a jugar al fútbol en Congo entre 2005 y 2007 en un equipo que se llama Amicale Sportive Dragons. Mi tío, que era cuñado del cónsul del Congo en Buenos Aires, sabiendo que la Argentina es muy futbolera, que los jugadores pueden formarse muy bien y luego jugar en otros lados, nos contactó a mí y a mi primo Mike. El problema es que no tenía cómo hacernos los papeles para ingresar a la Argentina, entonces habló con un chileno que vivía en Argentina, Juan Pezo, él nos hizo la invitación para viajar a la Argentina como turistas. Como en mi país no hay embajada argentina, tuvimos que ir a Sudáfrica para hacer la VISA. Llegamos en 2007 ó 2008, no recuerdo bien.
-¿Cañuelas fue el primer club donde te probaste?
-No, antes me probé en varios lados, por ejemplo en Excursionistas, que estaba jugando en la C. Ellos me querían, estuve un par de meses, yo quería mostrarme pero no me dejaban jugar porque tuve una pubalgia. En un momento querían quedarse con el 80 % del pase. Era mucho y entonces buscamos otros clubes. Llegué a Defensa y Justicia, pero la prueba no estuvo bien. Con mi primo esperamos un tiempo y luego fuimos a Armenio. A mi primo lo querían en ese club, pero en cuarta división. Yo, que tengo más años que mi primo, estaba para jugar en primera, pero el técnico no me quería. Juan Pezo tenía un amigo en General Las Heras que conocía a los dirigentes de Cañuelas, entonces me llevó a probar suerte y ya al segundo día de entrenamiento los dirigentes y el técnico quisieron quedarse conmigo, ¡pero no tenía papeles! Los papeles de turista estaban vencidos. Mi tío no tenía plata, tenía muchas deudas. Fue así como Cañuelas ofreció pagar todos los gastos, me hicieron los papeles... Gracias a Cañuelas yo pude tener documentos y jugar en el país.
-¿Cómo fue la adaptación, el trato de tus compañeros, la rutina?
-Los compañeros eran todos piolas... y después pasa lo que pasa en todo lugar: si te portás bien con los demás jugadores, siempre vas a tener amigos y gente que te quiere ayudar. Al principio viajaba todos los días desde Belgrano a Cañuelas hasta que nos quedamos en una casa que nos alquilaban cerca del estadio. Ahí me quedaba con Joel (Ramos) y dos chicos más.
-¿Qué amigos o compañeros recordás de esa época?
-Joel, jugaba con el número 8, ese fue mi mejor amigo en Cañuelas. Al capitán Mario Alegre también lo recuerdo muy bien, una gran persona, aunque no fuimos amigos. También me hice muy amigo de César Peralta y de Nico, que jugaba de volante.
-¿Y de los técnicos? ¿Recordás alguno que fue importante en tu formación?
-El primer técnico que me recibió en Cañuelas para mí fue muy importante, porque yo venía de jugar en mi país... la gente tal vez no lo sabe, pero en África se trabaja sólo los pies, pero en Argentina se trabaja todo el cuerpo, se hace mucha gimnasia, pesas. Cuando llegué yo era un poco débil, no usaba las manos, no era “vivo”, como dicen ustedes en Argentina. Este técnico me decía “Occupé, para jugar acá tenés que ser más vivo. Te van a putear, pero no te enojes. Te van a decir ´negro´ pero no te lo dicen por maldad, es para hacerte enojar y que te echen. No les des bola. ” Yo lo escuchaba mucho a este técnico, sus consejos fueron valiosos.
-¿Y de la comida argentina qué podés contar?
-¡Me encanta la comida argentina! Aún hoy la extraño y en el lugar donde vivo siempre busco si hay algún restaurante argentino para poder sacarme las ganas. Comí muchas cosas ricas pero ya olvidé los nombres. Lo que más me quedó en la cabeza son las milanesas y los ñoquis con tuco. Las empanadas también eran riquísimas ¡y el asado! Nunca comí en otro lado un asado tan rico como el de Argentina. Yo ahora tengo muchos problemas de dientes y creo que en parte es porque comía mucha carne. Mira, en ese momento había un arreglo del Club con la parrilla La Verdulería y entonces yo iba siempre a comer a lo de papá Dardo.
-¿Papá Dardo? ¿Así le decías a Dardo Rizzi?
-Sí, porque me trataba como si fuera mi papá. Para mí era como un papá… o un hermano. El fue una buena persona tanto conmigo como con Mike. Cuando no teníamos plata, él nos pagaba viajes para ir a Capital, siempre se preocupaba porque estuviéramos bien. Dardo fue una persona muy, muy importante... A veces también íbamos a lo del Sordo (Lespada) en Hueney, pero casi siempre a lo de papá Dardo.
-¿Cómo resumirías tu experiencia en Chile?
-Hice un largo viaje en bus para probarme en Copiapó. El presidente, el técnico, todos dijeron enseguida ´queremos a ese jugador´. Jugar en Copiapó fue tan fácil como hacerlo en Cañuelas. Ahí estuve a préstamo y anduve muy bien. Al tiempo me compró la UdeConce por tres años y gracias a eso Cañuelas recibió una plata del pase. Martín Cicardi también tenía que jugar allí conmigo pero pasó algo y no pudo llegar a Chile. En la UdeConce anduve muy mal, no me sentía bien, era un club que me pagaba bien, podía viajar, pero no rendí. En un momento empecé a soñar, a extrañar mucho. Cuando estás lejos de tu país y de tu familia, extrañás mucho. Traté de llevar a mi novia pero no funcionó. Seguía sin jugar bien. Después, en febrero de 2013, vino una lesión de ligamentos cruzados, una lesión grave. Me recuperé pero en los entrenamientos mi rodilla se inflamaba, cada vez estaba peor. Tenía que tomar medicamentos para entrenar y pensé que no era bueno gastar mi salud y jugar con dolor. En 2014 decidí dejar de jugar. Pensé que la vida de jugador es muy corta y la salud es lo más importante. Así fue como tomé la decisión de dejar mi carrera en el fútbol. Volví al Congo en 2014, estuve un tiempo allí y luego volví a emigrar.
-En todos estos años ¿seguiste la campaña de Cañuelas? ¿Sabés que ascendió y que podría ascender nuevamente?
-Sí, vi cuando ascendió a primera C. No lo he seguido todo el tiempo, pero cada tanto miro en Internet, había años en que estaba muy mal, jugó en tercera, después subió... Cuando veo las buenas noticias me alegro mucho, me gustaría que juegue en primera y también me gustaría llevar jugadores de Congo a jugar en Cañuelas.
-¿Te gustaría representar jugadores para que puedan hacer el mismo camino que hiciste vos?
-Sí, Congo es el país que yo conozco, un lugar donde puedo hablar con jugadores, buscar a los jugadores de mejores condiciones, darles consejos, contarles lo que yo viví en Argentina, cómo hacer para jugar bien, qué se necesita en el juego de Argentina, cómo es la comida, el clima, muchas cosas que tengo como experiencia. Mi proyecto es encontrar buenos jugadores y llevarlos a jugar a Cañuelas. No digo que Cañuelas pague los pasajes, de eso nos vamos a ocupar nosotros, pero sí que nos ayude con los papeles, con la comida y con una pensión, porque lo más importante es tener dónde dormir. Quiero hablar con el nuevo presidente de este proyecto, porque yo no me olvido de Cañuelas, es mi club del corazón.
El paso de Bayenga por América quedó inmortalizado en una canción que le dedicó el compositor trasandino Cristóbal Briceño, vocalista de la ascendente banda chilena Ases Falsos. En ese tema Briceño habla del desarraigo, de la soledad que enfrenta un jugador que sale al mundo a buscar un futuro en una tierra totalmente extraña a su cultura.
-Sabía de esa canción aunque nunca pude conocer a la persona que la hizo. Sé que la compuso cuando empecé a extrañar a mi familia, cuando no estaba bien. Me puso muy feliz escucharla, como me pone feliz que la gente de Cañuelas aún se acuerde de mí.
Germán Hergenrether
Escrito por: Germán Hergenrether