El Cañuelas Fútbol Club celebra hoy uno de los hitos en su historia de más de un siglo. Hace 25 años se inauguraba su nuevo estadio, soñado por Jorge Arín y concretado durante las presidencias del Ing. Luis Abdo, José Del Valle y su hermano Julio Del Valle.
El contexto de la inauguración que se llevó a cabo del 14 de septiembre de 1996 es olvidable: una estrepitosa goleada de 0-6 propinada por Ituzaingó, pero la inauguración de esa obra fue la semilla que le dio un fuerte impulso al Cañuelas FC como entidad deportiva.
El inicio del proyecto se remonta a la década del ´70. “En 1974 se compró el terreno y en diciembre de 1975 se escrituró. El propio Arín salió como garante de la compra junto a Toto Pagnone y Héctor Magdalena, dos aficionados al ciclismo. Eso explica por qué el primer proyecto estaba acompañado por un velódromo, que luego no se llevó a cabo. El sueño comenzó a tener visos de realidad cuando durante la presidencia de José Del Valle se llegó a un acuerdo con la Municipalidad para movimientos de tierra y materiales”, rememora el actual presidente, Daniel Roncoli.
El predio, de 3,5 hectáreas, vendido por Cortázar y Basavilbaso, costó 150 mil pesos de la época (unos 7.500 dólares convertidos a valores actuales). El entorno era todavía rural, con pocos loteos, tanto que el predio se usaba como quinta de verduras y pastoreo de vacunos.
El diseño original -del que no se conocen demasiados detalles- fue realizado por Carlos Frescino, quien buscó aprovechar la depresión natural del terreno. Consistía en un estadio con forma de olla bajo nivel, como el Malvinas Argentina de Mendoza, inaugurado en 1978.
“Si mal no recuerdo, el lote comprado por Arín estaba casi un metro debajo de la línea de la calle. Lo que propuse era sacar tierra del área donde iba a ir el estadio y con ese sobrante, elevar el contorno. El proyecto incluía un foso perimetral que recogía el agua de lluvia. Había bombas que la derivaban hacia el zanjón del ferrocarril. Y en los taludes que se provocaban se hacían las tribunas, sin necesidad de una estructura de hormigón”. Tal vez por su vanguardismo la propuesta de Frescino no convenció a la comisión directiva.
Pasó más de una década hasta el inicio de las obras. Una de las trabas fue, precisamente, que se tardó mucho tiempo en elevar el terreno. Uno de los que contribuyó en esa etapa fue Molino Cañuelas, que donó la tierra negra procedente de una cava realizada en un sector de la fábrica.
La piedra fundamental se colocó el 25 de mayo de 1988, durante la presidencia del Ing. Luis Abdo, quien tuvo la iniciativa de vender 124 plateas anticipadas con lo que se reunió un dinero para dar el impulso inicial. Además, por su triple rol de dirigente, funcionario Municipal y técnico del Molino Cañuelas, tuvo un papel fundamental como articulador. Julio Del Valle fue el continuador de la tarea.
Aldo Navilli, dueño del Molino, se convirtió en padrino del proyecto. No sólo donó la tierra y luego parte del cemento que se usó en estructura, sino que aportó el diseño a través del joven arquitecto Gustavo Mieggi, quien acababa de llegar a Cañuelas desde Córdoba para incorporarse a la compañía.
“En esa época yo jugaba mucho al fútbol así que me entusiasmé con la propuesta. Justo en esa época conocí al Ing. Carlos Cerchi, que había ido al Molino a hacer un trabajo y nos reunimos para emprenderlo juntos, yo hice el diseño, en forma ad honórem, y él se encargó de la parte constructiva. Después terminamos formando el estudio Caring para ofrecer un servicio que no existía en Cañuelas”.
Mieggi recuerda que al no tener una oficina propia, dibujaba de noche en el local que le prestaba Julio Palazzesi. Para redondear ideas visitó algunos estadios, entre ellos el de Deportivo Español. Cuando lo tuvo diseñado, una maqueta fue exhibida en la vidriera de La Capital, la zapatería de Jorge Etcheguía.
“La ubicación de la cancha se hizo en diagonal para evitar la molestia del sol sobre los jugadores. En el hemisferio sur se recomienda que las canchas estén orientadas de norte a sur. En este caso eso nos favorecía porque nos permitía generar dos entradas independientes para la hinchada en cada una de las calles y una principal para los plateístas en la esquina. En el diseño estaba incluida una confitería para socios en el espacio que hay entre la boletería y el acceso a la cancha, eso al final no se hizo y se remplazó por el kiosco del costado”.
Además, el arquitecto destaca que al momento de su inauguración era uno de los estadios más importantes de la categoría, con un campo de juego de 107 x 70 metros y la proyección de tribunas para 6 mil espectadores.
Un artículo del maestro José María Suárez aparecido en diario Popular en 1989, poco después de la colocación de la piedra fundamental, pone en relieve la hazaña emprendida por la dirigencia albirroja. Se publicó a raíz de una conferencia de prensa que a instancias de la AFA Luis Abdo dio en la sede de la calle Viamonte.
“Cañuelas es presidido por un dirigente llamado Luis Alberto Abdo, que no sale ´arriba de los diarios´, que no se lo conoce en el ambiente de los grandes apellidos del fútbol, de los que hablan hasta por los codos culpando a los anteriores por el estado caótico de sus tesorerías. (...) En una charla de prensa, con palabras sencillas, claras, entendibles, sin firuletes, los dirigentes explicaron cómo y cuándo van a tomar el pico y la pala para levantar allí mismo, en Cañuelas, su nuevo estadio para toda la población y para todos los de afuera que vayan a ver cuánto puede el amor en serio por un club” escribió el cronista.
El próximo sábado, cuando Cañuelas reciba a Acassuso, la comisión directiva encabezada por Roncoli recordará esta gesta con un homenaje a algunos de los jugadores que en 1996 pisaron por primera vez el césped del Arín, entre ellos Luchessi, Seiano, “Polaco” García y Hugo Quiroga. En ese reconocimiento estarán incluidos todos los socios y dirigentes que aportaron su esfuerzo, pasión y entusiasmo.
Germán Hergenrether
Escrito por: Germán Hergenrether