La antigua Iglesia Nuestra Señora Del Carmen -finalizada en 1866- tenía entre sus atractivos un imponente retablo colonial de madera dorado a la hoja ubicado detrás del altar mayor, que iba desde el suelo hasta la bóveda. Con la demolición del templo ocurrida entre enero y febrero de 1977, la parte central de esa estructura quedó al resguardo de una familia de Cañuelas, que desde entonces espera la oportunidad para poder cederla y dejarla en forma definitiva en algún sitio relevante de la comunidad católica.
La pieza, de enorme valor histórico y sentimental para los cañuelenses, es una gruesa tabla tallada de aproximadamente 3,5 x 2 metros, que se encuentra guardada en un galpón de Tito y Martha Ferro, la fábrica donde se armaban las míticas casillas rodantes Amancay.
Tito y su esposa eran integrantes de la Junta Parroquial en la década del ´70, cuando el padre Antonio Gatti impulsó la demolición del templo al considerar que sus columnas se habían debilitado y que eran incapaces de sostener el añejo edificio. El avance de la piqueta generó un fuerte debate en la comunidad (todavía inconcluso) y entonces Gatti les pidió que guardaran una parte del retablo para demostrar, en el futuro, que el templo no tenía ornamentos tan valiosos como se creía. “La gente anda diciendo que el retablo es de oro” les dijo cuando un camión se disponía a trasladar la pesada estructura hacia el depósito.
Hace unos días InfoCañuelas pudo ver esa pieza, apoyada desde hace casi 50 años contra una pared de la fábrica. Debajo de la capa de polvo se adivinan los reflejos del dorado a la hoja, una técnica artística que consiste en adherir una delgada lámina metálica sobre el soporte de madera.
“Desde que se demolió la Iglesia, a cada nuevo párroco que llegaba a Cañuelas le decíamos que guardábamos una parte del altar. No queríamos que se perdiera porque es algo querido por los cañuelenses. Muchos se han casado o han bautizado a sus hijos en la antigua Iglesia y tienen recuerdo del altar” dijo Martha a InfoCañuelas.
Recordó que hace unos años la visitaron el padre Fabián Urueña y el obispo Gabriel Barba, interesados por la pieza. El trámite fue continuado por el padre Pablo Caruso, ayudante de la parroquia, quien prometió que formaría parte de alguna nueva capilla o del Colegio Santa María. Al poco tiempo Pablo se fue de Cañuelas y el obispo fue trasladado a Neuquén, por lo ya no se habló del tema.
“El deseo de Tito era que este recuerdo no se perdiera. Se fue sin ver su deseo cumplido. A mí me gustaría que tuviera un final feliz” dice Martha, casi a modo de súplica, con el objetivo de que alguien se haga cargo de su recuperación y puesta en valor.
El retablo completo medía aproximadamente 7 metros de ancho por 10 de alto. El fragmento que conserva la familia Ferro tiene 3 x 2. Archivo InfoCañuelas.
El centro del retablo tal como se veía hasta 1977 con sus figuras decorativas, y el mismo fragmento que conserva Martha Ferro. En el centro tiene dos hendiduras donde se calzaba el soporte que sostenía a la Virgen del Carmen.
UNA PIEZA DEL SIGLO XIX
En El Semanario, periódico parroquial fundado en 1940 por el padre José de Luca, hay una serie de artículos muy ilustrativos sobre el origen de la Iglesia, sus altares, púlpito y hornacinas.
Cuenta De Luca que hacia 1860 la población de Cañuelas aumentaba considerablemente y que el edificio de la capilla resultaba pequeño para la afluencia siempre mayor de fieles. Se decidió entonces recaudar fondos para levantar una nueva iglesia, en el sitio que actualmente ocupa.
En sus Bases Documentales para la Historia de Cañuelas Lucio García Ledesma detalla que “el 24 de abril de 1862 se pone la piedra fundamental del templo en presencia del arquitecto inspector Don Manuel Raffo, el presidente de la corporación municipal y Juez de Paz Don Evaristo Alfaro, Don Juan McClymont, el reverendo padre Juan Page, Don Juan Antonio Rodríguez en representación el obispo, el Dr. Manuel Acuña y el sacerdote Juan Olivares, entre otros”.
La obra ya se encontraba bastante adelantada cuando el 13 de junio de 1863 ocurrió una catástrofe: se derrumbó parte de la construcción que había sido levantada sobre un pozo mal cegado. Sólo quedaron en pie la torre, la sacristía y una parte de la nave.
El Juez de Paz Alfaro le envió una carta al jefe de la Policía pidiendo la detención del maestro mayor de obra Esteban Cianquí, que ante el trágico suceso se fugó de Cañuelas, se presumía que en dirección a Uruguay, acompañado por sus hijos Esteban y Juan, también albañiles. El prófugo, italiano, de unos 55 años, nunca fue encontrado. Superado ese triste capítulo, hubo nuevas colectas que permitieron finalizar la obra, que continuó a cargo de los Sres. Galizia y Elizalde.
Una resolución de la Aduana de 1906 que eximía el pago de impuestos por la importación de un armonio para la Iglesia de Cañuelas, llegado en el vapor holandés Zaanlad. Archivo InfoCañuelas.
En esa época el párroco era Alfonso M. Raffaelli, quien personalmente se ocupó de solicitar las limosnas. Recorría la campaña donde permanecía varios días predicando. Como era buen acordeonista, atraía a los paisanos por medio de la música para luego hacerles escuchar los sermones y -por qué no- manguearles alguna monedita.
Para la edificación de la Iglesia se tropezó con un serio inconveniente: la falta de ferrocarril para el acarreo de los materiales. Estos llegaban a Las Heras, única localidad vecina que contaba con servicio ferroviario. El inconveniente se subsanó gracias a un ganadero de la zona, que con amplia generosidad puso a disposición vehículos, hombres y bestias de carga. Así, poco a poco, los habitantes de Cañuelas con sus renovadas ofrendas y donaciones, fueron logrando un templo a tono con la época. El edificio levantado en distintas etapas quedó concluido el 21 de agosto de 1866.
Marta y Tito Ferro. El deseo de ambos siempre fue que el retablo volviera a alguna institución católica.
En 1868, durante la actuación del Padre Pedro Bertana, se construyó el altar mayor con su retablo de madera dorada (dentro de un caño, en la base del altar, se guardó la nómina de personas que contribuyeron con esa obra). También se adquirieron los bancos y se recibieron en donación las Imágenes de Ntra. Sra. del Carmen y de la Virgen de Lourdes, traída de Francia.
“Nuestra iglesia, de acuerdo a su estilo renacentista, es una iglesia perfecta. Sospecho que los cañueleros no saben que tienen una de las joyas arquitectónicas más hermosas del país” escribió en 1951 el presbítero Roberto E. Podestá, especialista en Historia del Arte, en un artículo aparecido en el semanario parroquial.
Cuando todavía resuenan los ecos del bicentenario de Cañuelas, ya es tiempo de sanar heridas, rescatar esta pieza conservada por la familia Ferro y exhumarla del olvido.
Fuentes:
• El Semanario, Nros. 971 (6 de octubre de 1951) y 975 (13 de octubre de 1951). Archivo InfoCañuelas.
• Bases Documentales para la historia de Cañuelas, Lucio García Ledesma.
Escrito por: Germán Hergenrether