Ha surgido con significativo caudal de votos un populismo, en apariencia de derecha, alrededor de un líder algo pintoresco que se instala como núcleo conductor y amalgamador de una masa disconforme de orígenes diversos, unida por un sentimiento muy básico y primitivo: la bronca. ¿Tiene derecho el elector a estar con bronca? Sin duda lo tiene, aunque antes haya votado a quienes ahora le generan la bronca, lo que mayoritariamente es cierto y debería asumirlo. ¿Es bueno dejarse llevar por la bronca? La sabiduría popular dice que no, es como saltar al vacío y el salto al vacío puede leerse como suicidio: no me importa más nada, se acabó. Y ese vacío al que se arrojan hoy los broncosos se llama Javier Milei, el nuevo invitado al banquete.
Irrumpió en la política vociferando, insultando, descalificando; y muchos, hartos de tantos años de desdichas, lo escucharon y se sintieron representados. Como populista en construcción, vestido de liberal, lo primero que hizo fue fijar el enemigo, todo populismo se nuclea alrededor de un anatema, la encarnación del mal sobre la tierra. Milei eligió a la casta política. Y puso bien el ojo, porque el pueblo está cansado de una dirigencia plagada de incapaces, delincuentes, corruptos, mentirosos y tránsfugas. ¿Quién no estaría de acuerdo en acabar con esa clase de políticos, que no son todos pero son muchos? Entonces él se ofrece para la faena, quiere pasar de ser el Bautista que predicaba en el desierto al nuevo mesías que dará paz y progreso al pueblo argentino, en la medida que éste lo entronice con un acto de fe: su voto. Pero el agnóstico no es propenso a los actos de fe y el cartesiano reclama posturas racionales. Y en esto parecería que a Milei le faltan algunos naipes.
Lo primero que llamó la atención desde que pisó la escena fue su evidente inestabilidad emocional, su expresividad desquiciada. Milei no habla, vocifera; insulta y degrada a todos aquellos que no le simpatizan; menoscaba instituciones añosas y proyecta acciones de difícil o imposible cumplimiento. Maneja ya por incontinencia ya por premeditación proyectos disruptivos que arrullan a un electorado hastiado de sucesivos fracasos y malas prácticas de gobierno. Asombra también a la población con asuntos esotéricos, como comunicarse con su perro muerto a través de una médium veterinaria, o promocionar el sexo tántrico, vendiéndose como adalid de la práctica. Todo esto lo muestra como un personaje distinto de los políticos habituales, pero no puede ocultar, porque le sale por los poros, su autoritarismo violento. Hace pocos días un tribunal de Salta dispuso su control psiquiátrico con motivo de los insultos vertidos a una periodista que le había hecho una pregunta que lo incomodó. No son hechos menores para un hombre que aspira a presidir la República y debería cultivar la racionalidad y la templanza.
Luego vienen sus propuestas radicales, definitivas en un comienzo, pero modificadas y morigeradas después de su éxito en las PASO. Cabal ejemplo del llamado teorema de Baglini: se siente con posibilidades y cambia el discurso. Deja la motosierra que ha perdido sus dientes y toma un discreto bisturí. El objetivo está logrado, canalizó la bronca y obtuvo un caudal de votos muy importante, ahora bajemos decibeles. Ya oliendo el poder, no dinamitará el banco central, ni se portarán armas, ni se venderán órganos, ni se tolerará la contaminación de los ríos, ni se privatizará la educación, ni se dolarizará. Al menos por ahora. Marcha atrás, reversa. Todas consignas procrastinadas. Le sirvieron para enardecer a los broncosos y lograr su voto en las PASO, y con el elixir del éxito, fidelizarlos. Se encaballa en la natural ingenuidad de los muy jóvenes. Incorpora a los descontentos con proyectos que sabe muy bien son impracticables. Ahora, luego de haberlo votado, ¿advertirán que fueron víctimas de una venta de humo o permanecerán fieles la próxima elección? “Avive el seso y despierte”, diría el poeta Jorge Manrique.
Milei se presentó ante la comunidad como un outsider, un solitario que maldecía todo. Apenas lo rodeaba un círculo muy íntimo, encabezado por su hermana, a quien apoda “el jefe” y presenta como su consejera y referente. ¿Será la Agripina de Calígula?
La pregunta lógica es cómo gobernará un país que requiere un mínimo de diez mil cargos políticos para cubrir, careciendo de estructura partidaria territorial. Pues bien, en este exacto punto está la mayor debilidad de su candidatura. ¿Cómo compondrá ese equipo indispensable para la gobernabilidad del país? Por el descarte de la propia casta. Sí, de la denigrada casta. ¿Qué deja la casta para la aventura? Pues la marginalidad. Y asombra una coincidencia: la mayoría de los tránsfugas provienen de las filas de Sergio Massa. El propio Grabois lo ha denunciado. ¿Casualidad o causalidad?
El off de record de varios periodistas insinúa un pacto espurio entre Milei y Massa, potenciado con el pedido del libertario de postergación del presupuesto, tan funcional al ministro-candidato, y consolidado ahora con el voto favorable que dio al proyecto de modificación del impuesto a las ganancias, votando junto con el pero-kirchnerismo y la izquierda. ¿Existe un posible contubernio entre Massa y Milei? Las primeras señales se observaron hace un tiempo cuando aparecieron massistas y peronistas para fiscalizar los votos y ocupar puestos en LLA, teniendo en cuenta la carencia de figuras de este partido para cubrir cargos. Luego en funciones de responsabilidad política del partido libertario surgieron ex peronistas que habían frecuentado la función pública en gobiernos de ese signo. Más tarde, la vieja casta sindical se pliega al sostén del candidato furibundo, y el propio Luis Barrionuevo lo hace en forma explícita y sin reservas, también se acerca Gerardo Martínez, de la UOCRA. En las provincias se llenan de urgencia cargos electivos con el descarte de la casta, pero siempre de la casta peronista. Comenzó tronando como libertario y terminó aliado al populismo filofascista del perokirchnerismo. Dime con quién andas y te diré quién eres, dicen los viejos; Milei no pasaría el filtro de malajunta de la policía de antaño.
Entonces surgen preguntas inquietantes: ¿Estamos ante la abducción del partido de Milei por el pero-massa-kirchnerismo? ¿Es LLA una cría indefensa en el bosque acechada por un feroz depredador? ¿Es Sergio Massa capaz de haber diseñado el plan y calzado el disfraz de lobo? ¿Ante el presumible fracaso operativo de un partido sin estructura propia, el lobo dará el zarpazo? ¿Massa y Milei, son conjura de dos populismos o la cooptación de uno por el otro? El tiempo nos dará la respuesta.
En fin, lamento haberme detenido tanto en un candidato en particular, pues tres son los postulantes con posibilidades, pero éste resultó ser el nuevo, el inesperado, el desconocido y por ello recibe las luces de la pasarela. Sobre los otros dos competidores sabemos todo y hace rato que están en la cancha. No hay demasiadas variantes.
Massa —alias Ventajita, Panqueque, Fullero— está disponiendo libremente de las arcas del estado para su difícil derrotero electoral y no tiene el menor empacho en hundir el país día a día y acto a acto, pero siempre con el mejor discurso épico para los que todavía le compran sus mentiras o están sometidos a la disciplina de la viuda condenada. Tal vez, si Borges reviviera, tendría en Massa el mejor personaje para ampliar su Historia Universal de la Infamia.
En su rincón, Bullrich transita un difícil reacomodamiento luego de la espantosa interna de su partido, donde lloran lágrimas de arrepentimiento, pero lo hecho, hecho está. Ofrece al menos una unidad de trabajo y un programa posible. La incorporación de Melconián y su equipo le dio firmeza y solidez a la propuesta económica que, aunque pueda debatirse y le falte algo de glamur, no deja de ser seria y concreta, sobre todo realista. Apuesta a la racionalidad del electorado.
Hay a su favor un hecho nuevo que debe tenerse en cuenta: los reiterados éxitos provinciales de Juntos por el Cambio personificados en gobernadores radicales, dan un manejo territorial muy importante. La Unión Cívica Radical, que fue el patito feo del gobierno cambiemita del 2015, adquirió un protagonismo mucho mayor dentro de la coalición en estos días y deberá computarse en las urnas. Es cierto que hay algún sector del radicalismo urbano muy descontento, y también es cierto que el perokirchnerismo hace ingentes esfuerzos en la cooptación de los disgustados, tarea en manos del peronista Leandro Santoro, también un ex radical. Pero asimismo es cierto que la Unión Cívica Radical ha sido siempre un partido democrático, republicano e institucionalista, y que en esa tradición sus adherentes no pueden comulgar jamás con las propuestas populistas que soplan desde Masa y Milei. Es decisivo, diferencial para la próxima elección, que el voto de los radicales esté totalmente alineado con los candidatos de Juntos por el Cambio. La claudicación les sería fatal.
Una miscelánea de distención para el cierre. Pese a sus diatribas, Milei ha incurrido en la última moda de la casta: unirse a una mujer del espectáculo. Felicidades tántricas.
Carlos Laborde
Abogado, escritor.
Escrito por: Carlos Laborde