22 de noviembre. Cañuelas, Argentina.

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Celebremos con responsabilidad

La infectóloga Verónica Alderete Salvatierra describe el rápido avance de la variante Ómicron y las medidas que debemos adoptar para disminuir su impacto.

A poco más de seis semanas desde que fuera descripta la nueva variante Ómicron en el otro extremo del mundo ya vivimos en nuestro país sus consecuencias, el rápido aumento de casos de COVID que registramos en los últimos días están seguramente asociados a su rápida distribución.

Ómicron se describió por primera vez el 11 de noviembre en Botsuana y tres días después se reportaron en Sudáfrica 283 pacientes. Aceleradamente se trasladó a Gran Bretaña, el resto de Europa y Norteamérica. Llegó a 88 países en menos de un mes.

La principal característica de esta variante es su contagiosidad. Se ha calculado que es hasta 500 veces más contagiosa que el virus original de Wuhan (China). Hace seis meses estábamos preocupados al conocer que la variante Delta (originaria de India) tenía capacidad para duplicar el número de casos cada 11 días, pero ahora sabemos que Ómicron puede hacerlo en 48 a 36 hs. 

Conocidos estos datos no era descabellado esperar una nueva ola de COVID 19 en nuestro país. En la última semana los casos se empezaron a multiplicar a un ritmo que no tiene precedentes en la Argentina. El 30 de diciembre llegamos a 42.032 nuevos casos, el 27 de diciembre fueron 20.263… a los datos me remito, aunque no existan datos oficiales: estamos hablando de Ómicron.

Claro que la nueva ola no se asocia solamente a la nueva variante. Evidentemente hubo un cambio en las personas que hace pocas semanas daban casi por concluida la pandemia, relajando las medidas básicas de prevención y ahora buscan testearse ante síntomas mínimos, por contacto con personas positivas o simplemente porque desean pasar las fiestas o hacer viajes con mayor tranquilidad. 

Definitivamente algo cambió y ahora estamos ante el mayor número de casos desde que la pandemia comenzó hace dos años. Pero no todas son malas noticias: la variante Ómicron es extremadamente veloz para distribuirse, sin embargo lo que ganó en contagiosidad perdió en agresividad. Esto se suma al alto número de personas vacunadas y da como resultado cuadros clínicos menos graves, menos hospitalizaciones e ingresos a unidades de cuidados intensivos. Aun así no podemos permitir que la cantidad de infectados siga multiplicándose, cuando el virus circula libremente aumenta el riesgo de nuevas mutaciones y variantes. La pandemia no ha terminado. 

Debemos recordar que si bien la variante Ómicron hasta el momento parece ocasionar enfermedad leve, todas las variantes del virus que causa COVID-19 pueden producir síntomas graves y la muerte, sobre todo a las personas más vulnerables, por lo tanto la prevención sigue siendo primordial:

• El aislamiento de los casos positivos y sus contactos sigue siendo fundamental. 
• La distancia a dos metros de otras personas. 
• Los barbijos o mascarillas. De preferencia barbijos quirúrgicos triple capa con puente de alambre que se ajuste a la nariz y cubra hasta abajo del mentón cuando estemos con personas no convivientes 
• Barbijos N95 o KN95 para exposición de mayor riesgo o frente a un número mayor de personas o en ambientes cerrados (por ejemplo para personal de salud o dependientes en comercios) 
• La ventilación, que debe ser natural y cruzada.
• La vacunación anti COVID con esquema completo, 2 ó 3 dosis según corresponda y que haya transcurrido menos de 5 meses desde la última dosis.

En la próxima fiesta de fin de año, si fuera posible, elijamos reunirnos con grupos pequeños, en lugares al aire libre o amplios y ventilados. A horas de iniciar un nuevo año en el que vamos a continuar conviviendo con el virus SARS COV 2 propongámonos celebrar con responsabilidad.

Dra. Verónica Alderete Salvatierra
Médica Infectóloga – MN 110804
WhatsApp 11 4447 0048

 

Escrito por: Dra. Verónica Alderete Salvatierra