Hace unas semanas le pregunté a un amigo por Salvador. Me respondió que estaba en San Vicente, dedicado a su profesión. Hoy me duele su partida porque era un buen tipo al que quise mucho.
Lo conocí en los años ´70. Cuando entré a trabajar en la fábrica Gilera él era médico de la plata. Yo era pibe y como todo pibe salía los fines de semana sin horarios. Los lunes llegaba a trabajar destruido, y ahí estaba Salvador que, contemplativo, me mandaba a dormir unas horas para recuperarme.
En esa época tenía un Citroën 3CV de color verde. En los días de lluvia lo cargábamos y le decíamos que era un anfibio porque Máximo Paz se inundaba de tal manera que ni los trenes llegaban a la estación.
Mis hijos nacieron con Petre y con él en la Clínica San Martín. Una nota de color: yo tenía dos nenas y quería que el tercero fuera varón. Y por supuesto que fue varón, pero en la sala de partos Egitto me puso el color rosa, para hacerme una broma.
Con el tiempo nos enfrentamos sanamente en la política. Primero en Smata, cuando lo trajo a Jorge Marelli para que organizara el gremio dentro de Mercedes Benz y luego en Cañuelas, él como miembro del Partido Justicialista y yo como integrante de la UCR.
En 2009, cuando asumió como presidente del Concejo Deliberante, hablábamos mucho por mi rol de presidente del bloque radical. En una oportunidad desde la Municipalidad lo llamaron por teléfono para cuestionarlo por esa actitud dialoguista. A quien lo estaba llamando le dijo: “Estoy hablando con Tito, que es el presidente de la bancada radical, ¿Cómo me pedís que no hable con ellos?”. Cuando cortó le dije que se quedara tranquilo, que entendía, que yo sabía que él no era así.
Salvador era un político de otro tiempo, como Petre o Jorge Marelli, dirigentes con los que podías sentarte a tomar un café y llegar a un acuerdo.
Podíamos discutir a muerte por nuestras ideas durante horas pero llegado un momento no dudábamos en sentarnos y decir “bueno, cómo resolvemos esto?; ¿cómo podemos encontrar un punto en común?”.
Hoy la política ha cambiado para peor. Hay un culto al personalismo que impide alcanzar consensos.
Salvador, en cambio, era un tipo conciliador, comunicativo, le hizo honor a lo que debería ser el peronismo real.
Guillermo Pérez
Dirigente de la UCR Cañuelas
Ex concejal, ex secretario de Seguridad.
Escrito por: Guillermo Pérez