05 de mayo. Cañuelas, Argentina.

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Sobre yates, carteras y relojes: la ideología que nadie abandona

Escribe: Agustín Sosa.

Ya que, por estos días, se sopesa todo en relación a los 40 años de democracia (como si fuera dignificante una democracia derrotada, hija del 76, y consecuente con el plan económico de Martínez de Hoz), también a lo largo de este período podemos ver la conducta de los dirigentes políticos, sindicales y empresariales que la representaron y representan.

Hemos visto (y vemos actualmente) cómo se cambia de partido sin complicaciones, cómo se afirma lo que antes se negaba; alianzas y uniones antes impensados pueden darse so pretexto de que la patria lo requiere. Toda posición o afirmación ideológica puede cambiar, ha cambiado. Todo tiene matices.

Aquellos que afirmaban una cosa, luego afirman lo contrario, y ningún problema los aqueja.

Derecha, centro, izquierda; peronismo, antiperonismo; industrial, financiero; trabajo local, importaciones de China; sindicalismo combativo, entrega de laburantes.

Sin embargo, existe una fuerza que atrapa a dirigentes, representantes y empresarios, y de la que nunca han vuelto, que nunca han abandonado; todo aquel o aquella que tomó la decisión de formar parte de esa fuerza jamás retrocedió sobre sus pasos: la convicción del dinero, la riqueza, la codicia todo lo supera. Los que se entregan a la tarea constante de acumular riqueza (que otros generan), los que sin dudar entran en la desesperación por la guita fácil, la mal habida, la que surge de la corrupción de todo estamento son quienes mantienen viva esta fuerza sin defecciones.

El líder dinero exige obscenidades a sus seguidores, ellos cumplen. Los militantes más comprometidos con la causa compran relojes, carteras, alquilan yates; engañan, estafan; condenan al hambre al pueblo trabajador. Compran justicia. Compran lujuria.

Militantes del dinero que vienen de todos los ámbitos: derecha, izquierda, centro; peronistas, anti peronistas; empresarios, sindicalistas, jueces. 

Y nunca, pero nunca, hemos visto a un rico de esos despojarse de sus bienes, nunca renunciar a ellos y ayudar a desmantelar el estado de situación, su conducta es intachable, no se quiebran.

¿Será entonces que el problema de la corrupción excede a algún político débil ante la carne? ¿No será, acaso, falla de un sistema que utiliza a la política como facilitadora de la acumulación desmedida?

¿No será hora de pensar algo más que en el candidato/la candidata a elegir? ¿De hacer un poco más que votar un domingo cualquiera?

Sólo el pueblo salvará al pueblo.

Escrito por: Agustín Sosa