El Instituto Psicopedagógico Dr. Dardo Rocha (hoy Hospital Subzonal Especializado) se inauguró el 6 de junio de 1972, en el edificio del ex Colegio María Auxiliadora, comprado a la Congregación Salesiana por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Fue creado para a la residencia permanente de enfermos mentales moderados y profundos declarados insanos por resolución judicial. Su primer director fue Claudio Savini.
En agosto de 1974 la institución fue intervenida y el Dr. Héctor Monteoliva, un profesional de San Vicente que ya trabajaba como médico de la institución, quedó a cargo de la Dirección hasta su muerte, en 1999. Contaba en esa época con 53 empleados y unos 110 internos.
El 22 de agosto de 1997 se puso en funcionamiento el Consejo de Administración. La presidencia de la comisión recayó en manos de Silvia Adriana Gorostidi, siendo acompañada por Roberto Ariel García, María Cristina Martínez, Ignacio Marcos, Néstor Alfredo Vila, Miriam Mabel Pereira (jefa de personal), Monteoliva y Dr. Oscar Dalera (director asociado). Desde ese momento, comenzó a avanzarse en la autogestión, a la espera de contar con los recursos necesarios para efectivizarla. Poco después, se inauguró la planta depuradora y los salones de usos múltiples.
En esa etapa la institución buscó humanizarse y dejar de ser sólo un “depósito” de enfermos mentales. Se vinculó con el Grupo SOL de Cañuelas, en ese entonces conducido por Mónica Curutchet y Adela Mac Gill, y facilitó que esa institución organizara salidas recreativas y actividades sociales (pintura, juegos, danzas, gimnasia, etc.) dentro del mismo hospital.
El viernes 8 de mayo de 1998, en horas de la noche, se produjo un devastador incendio que provocó la muerte de cinco internos y la destrucción de dos pabellones. La solidaridad de la comunidad fue esencial para superar el trance. La movilización del pueblo fue impresionante, salvadora e inolvidable. La Escuela N° 4 fue abierta para recibir toda la población de discapacitados evacuados, mientras los vecinos iban y venían trasportando colchones, frazadas, sábanas, ropa y otros preparaban la leche.
Monteoliva falleció el 23 de agosto de 1999 y la institución quedó interinamente a cargo el Dr. Carlos Linero. A partir de ese momento comenzó una sucesión de directores designados políticamente, algunas veces por decisión provincial y otras con la anuencia del gobierno local.
El 30 de diciembre de 1999, durante la gestión del gobernador Carlos Ruckauf, fue designada la abogada y docente Cristina Rasquetti como directora Ejecutiva. Durante una visita del Gobernador, la institución recibió un subsidio de $ 40 mil para obras de remodelación y ampliación.
El 30 de diciembre de 2003 Cristina Rasquetti presentó la renuncia para asumir como senadora provincial por el Partido Justicialista (2003-2007) y entonces se produjo un increíble caso de nepotismo: su esposo, el odontólogo Gustavo Casamayouret, heredó el cargo de director, que mantuvo hasta abril de 2006, cuando fue “limitado” por un decreto provincial.
Durante un breve período lo sucedió el Dr. Arturo César Deferrari (médico y concejal de Monte, de origen radical, fallecido en 2007) en 2008 llegó el turno de Aníbal Zabala (médico urólogo) y José Luis Britto (kinesiólogo) ambos propuestos por el Ejecutivo Municipal en una “terna” de cinco profesionales que además integraban los Dres. Salvador Egitto y Luis Bueno Guzmán.
Zabala, de 69 años, fue formalizado como director Ejecutivo “con bloqueo de título” el 9 de agosto de 2008 mediante el decreto 3.226. Se interpreta que sólo estaba facultado para dirigir la institución sin trabajar en otra actividad (como se sabe, es el médico laboral de una empresa del Parque Industrial). “Es algo privado, no tengo que dar explicaciones. Hay distintas opiniones. Nadie vive con un solo sueldo y el Ministerio lo sabe” respondió Zabala hace unos días, cuando InfoCañuelas le preguntó sobre el tema.
A los dos años de su llegada a Uribelarrea tuvo el primer sobresalto: se prendió fuego el área administrativa, afortunadamente sin dejar víctimas ni heridos, pero sí un importante daño en el archivo documental.
En 2014 la gestión se vio nuevamente bajo la lupa: hubo denuncias por problemas nutricionales y de higiene de los internos. El diputado provincial Walter Carusso presentó un pedido de informes al Ministerio de Salud mientras que el director Provincial de Personas Desaparecidas del Ministerio de Seguridad, Alejandro Incháurregui, le dirigió una nota a Zabala. El médico se defendió diciendo que las acusaciones eran una venganza de una empleada a la que encontró durmiendo. Finalmente Incháurregui elevó una nota a la titular de la Procuraduría de Violencia Institucional de la Provincia, Dr. Abel Córdoba, denunciando “la paupérrima situación en la que se encontrarían los pacientes del Hospital Dardo Rocha”.
En el lapidario informe difundido ayer por el Ministerio cuestiona en duros términos la gestión de Zabala y Britto al frente de la institución. Tras reconocer que no hubo una adecuada contención del brote de Covid que provocó ocho muertos y decenas de contagiados, destaca “un significativo déficit en la atención clínica general de los residentes”, “severas dificultades en la organización de los procesos de atención y cuidados en salud mental” y “una carencia absoluta de un proyecto de gestión institucional”.
La ausencia de un proyecto, de una idea, es lo que más cuestionan muchos empleados neuropsiquiátrico, que en las últimas décadas han sufrido gestiones de directores ausentes, que iban a trabajar unas pocas horas por semana, más dedicados a sus tareas particulares que a su responsabilidad directiva. La misma crítica les cabe a muchos médicos que concurrían muy asiduamente y durante cortos períodos de tiempo. El Dardo Rocha ha sido, para muchos, una caja sin control destinada al nombramiento de militantes, amigos y conocidos.
La postulación de Leonel Fangio (kinesiólgo) y Mariana Fabrizi (nefróloga) plantea el mismo interrogante que cabe para los nombramientos anteriores: ¿por qué en una institución especializada en tratamiento de personas insanas no se designa a profesionales médicos con formación en esa especialidad? ¿Por qué en medio de una crisis inédita no se aprovecha para formar una nueva estructura profesional con competencia y experiencia en este tipo de patologías?
Este reclamo ha surgido desde sectores de la oposición que exigen la designación de profesionales formados en salud mental. Hay que recordar que durante la gestión de María Eugenia Vidal la cartera provincial de Salud tenía todos los resortes a su alcance para remplazar a Zabala y Britto y sin embargo ambos permanecieron en sus puestos, sin la menor crítica. Tampoco se escucharon objeciones por parte de los representantes locales de Cambiemos.
Las nuevas autoridades del Ministerio de Salud ahora cuestionan la ausencia de controles clínicos y de un proyecto institucional, pero Zabala fue designado hace 12 años, durante la gestión de Daniel Scioli. ¿Qué monitoreo se hizo desde entonces para garantizar una atención adecuada? La Subsecretaría de Salud Mental de la Provincia debería hacer su autocrítica en ese sentido.
El Ministerio de Salud tiene, en estas horas, la gran oportunidad de cambiar el paradigma y el enfoque de atención que las administraciones anteriores no supieron o no quisieron modificar.
Escrito por: Redacción InfoCañuelas